Parece que la explosión en un autobús sirio cerca del puente Haffez Assad en Damasco el miércoles por la mañana, que dejó 14 muertos, es otro acto terrorista perpetrado por el Estado Islámico o algún otro grupo islamista, jihadista, dijo el ejército sirio en un anuncio publicado en la agencia de noticias SANA.
El atentado fue un intento de perjudicar al régimen del dictador sirio Bashar Assad e impedirle reconstruir el país y sus fuerzas armadas, debilitadas por los 10 años de guerra del país.
Sin embargo, la muerte de los pasajeros del autobús está suscitando interrogantes sobre si la explosión fue un acto terrorista rutinario dirigido a los soldados sirios, o si fue un intento de acabar con funcionarios iraníes o con funcionarios sirios proiraníes que operan bajo la cobertura del establecimiento de defensa del régimen sirio.
En ninguno de los comunicados oficiales se afirma que los pasajeros del autobús fueran soldados sirios, aunque los informes sobre el atentado procedentes del Líbano y de los medios de comunicación sirios afirman que se trata de oficiales iraníes.
Hasta el miércoles por la tarde, ninguna organización jihadista o rebelde de Siria, en particular el ISIS, había reivindicado la autoría del atentado, algo atípico en el caso del ISIS y de los demás grupos islamistas activos en Siria. Estas organizaciones suelen jactarse de los atentados que llevan a cabo, especialmente cuando tienen como objetivo las “fuerzas de defensa del régimen infiel”.
Las características del atentado contra el autobús y la forma en que fue perpetrado también parecen insinuar que no fue obra de una organización terrorista. A partir de diversos informes sirios y extranjeros, se podría tener la impresión de que el objetivo del ataque y el lugar en el que se detonaron las bombas fueron cuidadosamente elegidos para evitar daños colaterales. De hecho, la explosión se produjo después de que el autobús estuviera al otro lado de la Novia de Haffez Assad y muy lejos de las bulliciosas calles de Damasco. Ni el ISIS ni otros grupos terroristas habrían dudado en hacer estallar las bombas en una zona concurrida, ya que habrían querido dañar al mayor número posible de civiles.
El ejército sirio anunció que el autobús había sido volado por dos potentes bombas de carretera que demolieron el vehículo y dejaron a sus ocupantes sin posibilidad de sobrevivir. Una tercera bomba encontrada en el lugar fue desmantelada por los zapadores del ejército sirio. Podemos suponer que las bombas que estallaron eran lo suficientemente potentes como para matar a todos los que iban a bordo, y que la tercera bomba estaba destinada a ser utilizada como respaldo. Pero no es así como operan el ISIS y las demás organizaciones jihadistas de Oriente Medio y Siria en particular, que prefieren el número de víctimas a la “calidad” del objetivo terrorista.