NASIRIYAH, Irak (AFP) – Después de que la guerra y la insurgencia los mantuvieran alejados de Irak durante décadas, los arqueólogos europeos están regresando con entusiasmo en busca de tesoros culturales milenarios.
“¡Vengan a ver!”, gritaba recientemente un investigador francés lleno de alegría en una excavación en el desierto de Larsa, al sur de Irak, donde el equipo había desenterrado una inscripción cuneiforme de 4.000 años de antigüedad.
“Cuando se encuentran inscripciones así, in situ, es conmovedor”, dijo Dominique Charpin, profesor de civilización mesopotámica en el Colegio de Francia en París.
La inscripción en sumerio fue grabada en un ladrillo cocido en el siglo XIX a.C.
“Al dios Shamash, su rey Sin-iddinam, rey de Larsa, rey de Sumer y Akkad”, tradujo Charpin con facilidad.
Detrás de él, otra docena de arqueólogos europeos e iraquíes seguían trabajando en una zona acordonada donde excavaban.
Quitaban ladrillos y removían tierra para despejar lo que parecía ser el muelle de un puente que atravesaba un canal urbano de Larsa, que fue la capital de Mesopotamia justo antes de Babilonia, a principios del segundo milenio antes de Cristo.
“Larsa es uno de los mayores yacimientos de Irak, con una extensión de más de 200 hectáreas”, declaró Regis Vallet, investigador del Centro Nacional de Investigación Científica de Francia, que dirige la misión franco-iraquí.
El equipo de 20 personas ha realizado “importantes descubrimientos”, dijo, incluida la residencia de un gobernante identificada por unas 60 tablillas cuneiformes que han sido trasladadas al museo nacional de Bagdad.

Un “paraíso” arqueológico
Vallet dijo que Larsa es como un patio de recreo arqueológico y un “paraíso” para explorar la antigua Mesopotamia, que acogió a lo largo de los tiempos el imperio de Acad, los babilonios, Alejandro Magno, los cristianos, los persas y los gobernantes islámicos.
Sin embargo, la historia moderna de Irak -con su sucesión de conflictos, especialmente desde la invasión liderada por Estados Unidos en 2003 y sus sangrientas secuelas- ha mantenido a raya a los investigadores extranjeros.
Solo desde que Bagdad declaró la victoria en las batallas territoriales contra el grupo Estado Islámico en 2017, Irak “se ha estabilizado en gran medida y ha vuelto a ser posible” visitarlo, dijo Vallet.
“Los franceses volvieron en 2019 y los británicos un poco antes”, dijo. “Los italianos volvieron ya en 2011”.
A finales de 2021, dijo Vallet, 10 misiones extranjeras estaban trabajando en la provincia de Dhi Qar, donde se encuentra Larsa.
El director del Consejo de Antigüedades y Patrimonio de Irak, Laith Majid Hussein, dijo que está encantado de hacer de anfitrión y se alegra de que su país vuelva a estar en el mapa de las expediciones extranjeras.
“Esto nos beneficia científicamente”, dijo a la AFP en Bagdad, y añadió que agradece la “oportunidad de formar a nuestro personal después de una interrupción tan larga”.

Cuna de civilizaciones
Cerca de Nayaf, en el centro de Irak, Ibrahim Salman, del Instituto Alemán de Arqueología, se centra en el yacimiento de la ciudad de Al-Hira.
Alemania ya había realizado excavaciones en este lugar, que se interrumpieron con la invasión liderada por Estados Unidos en 2003, que derrocó a Saddam Hussein.
Equipado con un dispositivo de medición geomagnética, el equipo de Salman ha estado trabajando en la antigua ciudad cristiana que tuvo su apogeo bajo los lakhmids, una dinastía tribal preislámica de los siglos V y VI.
“Algunos indicios nos hacen pensar que aquí pudo haber una iglesia”, explicó.
Señaló las huellas en el suelo dejadas por la humedad que retienen las estructuras enterradas y que sube a la superficie.
“La tierra humedecida en una franja de varios metros de largo nos lleva a concluir que bajo los pies del arqueólogo están probablemente los muros de una antigua iglesia”, dijo.
Al-Hira es mucho menos antiguo que otros yacimientos, pero forma parte de la variada historia del país que sirve para recordar, según Salman, que “Irak, o Mesopotamia, es la cuna de las civilizaciones. Así de sencillo”.