Tres aviones civiles ingresaron al espacio aéreo restringido sobre Mar-a-Lago el 1 de marzo, lo que llevó a NORAD a desplegar F-16 para interceptarlos con bengalas de advertencia.
Aviones civiles violan espacio aéreo restringido en Palm Beach
El 1 de marzo de 2025, tres aeronaves civiles ingresaron sin autorización al espacio aéreo restringido sobre Mar-a-Lago, la propiedad del expresidente Donald Trump en Palm Beach, Florida. En respuesta, el Comando de Defensa Aeroespacial de América del Norte (NORAD) desplegó cazas F-16 en tres ocasiones para interceptar a los intrusos.
El primer incidente ocurrió a las 11:05 a.m., cuando un Cessna 172 monomotor ingresó a la zona de Restricción Temporal de Vuelo (TFR), un perímetro de 10 millas náuticas alrededor de la residencia de Trump. Dos F-16 de la Base Aérea Tyndall, a 450 millas de distancia, fueron enviados de inmediato, alcanzando al Cessna a 5,000 pies de altitud. A pesar de la falta de respuesta a los avisos por radio, los pilotos lograron escoltar la aeronave fuera del área restringida sin necesidad de usar bengalas.
Menos de una hora después, a las 12:10 p.m., un Piper PA-28 Cherokee cruzó la frontera oriental de la TFR, volando a 4,000 pies sobre el Atlántico, a 8 millas de Mar-a-Lago. Dos F-16 ya en patrulla fueron redirigidos para interceptarlo. Uno de los cazas disparó una bengala M206 para advertir al piloto, quien reaccionó de inmediato y fue escoltado hasta salir de la zona restringida. El Cherokee aterrizó de forma segura en el Aeropuerto Internacional de Palm Beach, donde la FAA inició una investigación.
Tercer incidente obliga a NORAD a intensificar respuesta
A las 12:50 p.m., un Beechcraft Bonanza A36 penetró el límite sur de la TFR a 6,000 pies, a 12 millas de Mar-a-Lago. Esta incursión llevó a NORAD a desplegar un par de F-16 con apoyo de un KC-135 Stratotanker en misiones de reabastecimiento. La interceptación se produjo a las 12:54 p.m., con los cazas acercándose a menos de 300 pies de la aeronave intrusa.
En esta ocasión, los pilotos de combate dispararon una segunda bengala, cuya combustión de 3 segundos iluminó el cielo de Florida. Testigos en el Trump International Golf Club, a solo 2 millas, presenciaron la maniobra. El piloto del Bonanza giró hacia el oeste y salió de la zona restringida a la 1:05 p.m., aterrizando posteriormente en el Aeropuerto de Boca Ratón.
Datos clave sobre las interceptaciones de los F-16
- Los tres incidentes ocurrieron en un lapso de menos de dos horas.
- Las aeronaves involucradas fueron un Cessna 172, un Piper PA-28 Cherokee y un Beechcraft Bonanza A36.
- El NORAD desplegó F-16 de la Base Aérea Tyndall, con pilotos del 325ª Ala de Caza.
- Dos de las interceptaciones requirieron el uso de bengalas M206, diseñadas para advertir sin causar daños.
- El TFR de Mar-a-Lago se activa cuando Trump está presente, con restricciones de 10 a 30 millas náuticas.
- Los pilotos enfrentan posibles multas de hasta $32,666 por violar la restricción aérea.
El F-16, pieza clave en la seguridad del espacio aéreo
El F-16 Fighting Falcon, utilizado en las interceptaciones, es un caza de alta velocidad capaz de alcanzar Mach 2 y operar a 50,000 pies de altitud. Su radar AN/APG-68 permite detectar objetivos a 184 millas, y su armamento incluye misiles AIM-120 AMRAAM y un cañón M61A1 Vulcan de 20 mm con una cadencia de disparo de 6,000 rondas por minuto.
Los pilotos de la 325ª Ala de Caza de Tyndall registran más de 2,000 horas de vuelo anuales, preparándose para tomar decisiones en fracciones de segundo. Según el general de división Mark Schwartz, exjefe de operaciones de NORAD, “el F-16 es un bisturí, no un mazo”, resaltando su precisión en misiones de intercepción.
Reincidencia de violaciones de la TFR preocupa a autoridades
Las incursiones del 1 de marzo no fueron incidentes aislados. Informes de NORAD revelan que en febrero ya se habían registrado cinco violaciones en el espacio aéreo de Mar-a-Lago, incluidas tres el 15 y 17 de febrero. En cada caso, los F-16 fueron desplegados para interceptar aeronaves.
El comandante de NORAD, general Gregory Guillot, calificó la situación como un “número excesivo” de violaciones y pidió a los pilotos mayor atención a los NOTAM emitidos por la FAA. “No estamos adivinando aquí”, afirmó Guillot en un comunicado.
La intención de los pilotos sigue en debate. Mientras algunos especulan sobre posibles actividades ilícitas, expertos en aviación señalan que la mayoría de estas violaciones se deben a desconocimiento de la normativa. La analista Ellen Carter indicó que “el 80% de las violaciones de TFR ocurren porque los pilotos omiten revisar los NOTAM”.
Testigos y reacciones ante los eventos en Mar-a-Lago
Los habitantes de Palm Beach notaron la inusual actividad en el cielo. María López, residente local, comentó que “las bengalas se encendieron como fuegos artificiales”. En el Trump International Golf Club, los jugadores detuvieron su juego al notar los cazas en acción. Uno de ellos escribió en X: “Pensé que era un espectáculo aéreo”.
La Casa Blanca evitó hacer declaraciones directas y remitió cualquier consulta a NORAD, cuyo portavoz calificó los incidentes como “aplicación rutinaria de la ley”. Sin embargo, la frecuencia de estos eventos genera preocupación entre los especialistas en seguridad aérea. Paul Schwartz, analista de la CNA, descartó que estos vuelos fueran actos deliberados, aunque advirtió sobre “riesgos de escalada” si la situación persiste.
Por ahora, los cielos sobre Mar-a-Lago han vuelto a la calma, pero la reciente serie de incursiones ha dejado en evidencia los desafíos de proteger una residencia que, además de ser un ícono de poder, se encuentra en una zona con un alto tráfico aéreo recreativo.