Durante su recorrido en el norte de la Franja de Gaza, Benjamin Netanyahu no estuvo escoltado por ningún representante del Shin Bet, a diferencia de visitas previas, según reveló la emisora pública Kan.
Habitualmente, un agente de esta agencia de seguridad, asignado al área correspondiente, acompañaba al primer ministro y le entregaba evaluaciones en el terreno.
Desde la Oficina del primer ministro aclararon que la jornada fue una operación militar y no una acción bajo jurisdicción del Shin Bet.
La ausencia del funcionario coincidió con el levantamiento de una orden de silencio relacionada con una filtración de información clasificada. Un integrante del Shin Bet quedó detenido tras entregar datos sensibles a figuras políticas y medios sobre las investigaciones de la masacre del 7 de octubre y sobre la posible infiltración del “kahanismo” en la policía.
Este hecho intensificó aún más las fricciones entre los líderes políticos y los sistemas de seguridad y justicia, tensiones que ya se encontraban al límite tras las decisiones del gobierno de destituir a Gali Baharav-Miara y a Ronen Bar, fiscal general y jefe del Shin Bet respectivamente.
A través de una publicación del Likud, Netanyahu respaldó acusaciones contra Bar y Baharav-Miara, señalándolos de transformar al Shin Bet en una “milicia privada”.