Israel tenía listos planes de ataque contra instalaciones nucleares iraníes desde mayo. Altos funcionarios estadounidenses confirmaron a The New York Times que la operación quedó suspendida luego de que el presidente Donald Trump decidiera dar prioridad a la vía diplomática con Teherán.
Tras meses de discusión en la Casa Blanca, Trump optó por rechazar el respaldo inmediato a una ofensiva militar israelí. En lugar de ello, instruyó a su equipo para reactivar el diálogo con Irán con el objetivo de contener su programa nuclear.
Durante una visita reciente a Washington, Trump comunicó personalmente al primer ministro Benjamin Netanyahu que Estados Unidos no ofrecería apoyo para un ataque previsto en mayo. En la misma jornada, anunció públicamente el reinicio de las negociaciones con el régimen iraní.
La reacción de Netanyahu fue contundente. Aseguró que cualquier pacto con Irán carecerá de validez sin una supervisión estricta y una implementación enérgica.
Altos mandos militares revelaron que el objetivo de la operación israelí era retrasar al menos un año el desarrollo nuclear iraní. Sin embargo, la ejecución del plan dependía de la cooperación estadounidense tanto para garantizar el éxito del ataque como para enfrentar posibles represalias de Irán.
Información obtenida por The New York Times señala que Estados Unidos ya había desplegado una considerable fuerza militar en la región. El Comando Central, dirigido por el general Michael Kurilla, movilizó portaaviones, bombarderos furtivos y sistemas antimisiles, recursos que también podrían emplearse en un conflicto con Irán, más allá de su uso inicial contra los hutíes en Yemen.
Diversos altos funcionarios dentro del gobierno de Trump expresaron dudas sobre la conveniencia de una intervención militar encabezada por Israel. La directora de Inteligencia Nacional, Tulsi Gabbard, advirtió que una ofensiva podría escalar hacia una guerra regional, escenario que la administración busca evitar.
El secretario de Defensa, Pete Hegseth, y el vicepresidente, J. D. Vance, compartieron esa inquietud. Incluso el asesor de Seguridad Nacional, Mike Waltz, conocido por su postura dura frente a Irán, reconoció que Israel no alcanzaría sus objetivos sin un respaldo masivo por parte de Estados Unidos, según el reporte del diario neoyorquino.
La postura de Washington se mantiene sin cambios: apostar primero por las negociaciones y solo considerar la vía militar si el diálogo fracasa.
Ni la Casa Blanca ni la CIA ofrecieron declaraciones. El Consejo de Seguridad Nacional recibió las consultas por parte de la Oficina del director de Inteligencia Nacional. El Departamento de Defensa, así como las Fuerzas de Defensa de Israel y la oficina de Netanyahu, tampoco emitieron comentarios.
Este informe se publica pocos días después de que Estados Unidos e Irán celebraran conversaciones indirectas en Omán. Se espera una nueva ronda para el próximo sábado en el mismo país.
Trump abordó este lunes el estado de las negociaciones con Irán. Declaró que resolverá la guerra con facilidad y criticó al régimen iraní por no saber negociar.
Al referirse a la última reunión con funcionarios iraníes, Trump mencionó que otro encuentro está agendado para el sábado siguiente y sugirió que Irán solo ha tratado con “gente estúpida” en el pasado, lo que dificulta el proceso.
Steve Witkoff, enviado especial de Trump, participó en las conversaciones y afirmó el martes que cualquier acuerdo futuro exigirá el desmantelamiento total del programa nuclear iraní.
Según Witkoff, el único acuerdo aceptable será uno negociado directamente por Trump. Afirmó que la prioridad del presidente es establecer un pacto duradero que garantice paz y seguridad en Oriente Medio, lo cual implica detener por completo el enriquecimiento y la producción de armas nucleares por parte de Irán.