Bezalel Smotrich, ministro de Finanzas, emitió esta tarde un comunicado donde explicó por qué se negó a asistir a la reunión del gabinete junto al jefe del Shin Bet, Ronen Bar.
Cuestionó directamente el principio de que pueda existir autoridad sin responsabilidad, y responsabilizó a Bar por la desconexión total entre ambas, la cual, según afirmó, alcanzó su punto crítico al forzarse la continuidad de su mandato al frente del Shin Bet.
Criticó de forma directa a Ronen Bar al afirmar que fracasó rotundamente como jefe del Shin Bet. Le atribuyó responsabilidad personal por lo que calificó como el mayor desastre en la historia de Israel. Señaló que Bar lideraba el organismo que debía anticipar el ataque de Hamás, y durante tres años, no cumplió su deber.
Añadió que el 6 de octubre Bar recibió alertas sobre una actividad inusual en Gaza y optó por mantener la rutina, sin alertar a las instancias políticas ni movilizar refuerzos, lo que provocó la masacre de 1200 civiles y el secuestro de 250 personas, muchas aún retenidas en túneles bajo control de Hamás.
Smotrich aseguró que, de haber tenido dignidad o integridad, Bar habría renunciado al día siguiente del ataque y se habría alejado de la vida pública. destacó que, en un país civilizado, su destitución habría sido inmediata. Mencionó el caso del Servicio Secreto estadounidense bajo el presidente Biden, donde su director dimitió tres días después de un intento de asesinato contra Trump.
Acusó a Bar de manipular la narrativa mediante investigaciones ficticias y de imponerse en la jerarquía política gracias al respaldo del fiscal general y la Corte Suprema. Según él, esta maniobra arrastra a miles de agentes del Shin Bet a una crisis institucional, al convertirlos en herramientas de una lucha personal y al minar la confianza pública en la organización.
Advirtió que la situación, aunque grave, podría generar un cambio decisivo. Expresó que este conflicto podría obligar al ámbito judicial a reconocer los límites del poder y a aceptar que la ley, por sí sola, no puede forzar la sustancia de la realidad.
Recordó que el gobierno votó de forma unánime contra la continuidad de Bar y decidió terminar su mandato conforme a la ley. Sin embargo, la Corte Suprema, a la que calificó de ebria de poder, emitió una orden provisional para mantener a Bar en su cargo. Subrayó que, desde ese momento, Bar opera como jefe del Shin Bet bajo la protección judicial, con sueldo, oficina, chofer y todos los privilegios del cargo.
Puntualizó que el tribunal no tiene la capacidad de imponer confianza ni relaciones personales. Reiteró que no confía en Bar, lo considera un fracaso en términos de seguridad, y defendió que ningún juez puede obligarlo a trabajar con alguien en quien no cree.
Comparó el caso con imposiciones imposibles, como forzar al sol a salir por el oeste o a una pareja a convivir sin amor. Rechazó que la ley pueda obligar al gobierno a depender de individuos que ya demostraron su ineficacia. Consideró que la imposición de Bar como jefe del Shin Bet simboliza una desconexión total del poder judicial con la realidad.
Anunció que no participará en reuniones donde Bar esté presente. Si el jefe del Shin Bet toma la palabra, abandonará la sala. A su entender, desde el día 10, Bar representa al Tribunal Supremo, no al gobierno, y son los jueces quienes deben tratar directamente con él.
Finalizó con un llamado a nombrar pronto un nuevo jefe para el Shin Bet. Reclamó un liderazgo con conocimientos en seguridad e inteligencia, pero también con compromiso democrático. Deseó que ese nuevo jefe pueda restaurar la confianza en la institución y enfrentar los retos que amenazan la seguridad nacional de Israel.c