El F-35C fortalece la doctrina naval aérea de EE. UU. al integrarse con el F/A-18E/F y el E-2D, aumentando su letalidad y proyección de poder.
F-35C transforma la doctrina de combate naval desde portaaviones
Desde su incorporación en 2019, el Lockheed Martin F-35C Lightning II ha redefinido las operaciones aéreas embarcadas de la Armada de Estados Unidos, al potenciar la interoperabilidad con el Boeing F/A-18E/F Super Hornet y el Northrop Grumman E-2D Advanced Hawkeye. La nueva doctrina se sustenta en la capacidad de operar en escenarios multidominio, mejorando la letalidad y la conciencia situacional.
A diferencia de sus predecesores, el F-35C fue diseñado para operar con sistemas CATOBAR, integrando capacidades furtivas y sensores de última generación. Con el radar AESA AN/APG-81 y el sistema DAS AN/AAQ-37, puede detectar y rastrear objetivos a distancia, compartiendo datos mediante el enlace MADL, lo que lo convierte en nodo central de la red de combate.
El F/A-18E/F, aún pieza clave de las alas aéreas navales con 600 unidades proyectadas en servicio para 2025, complementa al F-35C en roles de ataque y superioridad aérea. Los ejercicios realizados por el Carrier Air Wing 2 en el USS Carl Vinson en 2021 validaron tácticas combinadas, con el F-35C liderando en misiones SEAD y el Super Hornet ejecutando ataques guiados con alta visibilidad.
Junto a estas plataformas, el E-2D Advanced Hawkeye ejerce funciones de mando y control. Su radar AN/APY-9 permite detectar amenazas a más de 550 km y coordinar ataques mediante enlaces como el Link 16 y el sistema CEC. Durante pruebas en 2020, el E-2D demostró capacidad para dirigir ataques con información del F-35C más allá de su propio alcance de radar.
Interoperabilidad aérea del F-35C en combate naval moderno
- El F-35C se integró oficialmente en 2019 con el escuadrón VFA-147 “Argonauts”.
- La Armada planea adquirir 273 unidades del F-35C para 2035.
- El radar AN/APY-9 del E-2D puede detectar objetivos a más de 550 km.
- El Super Hornet mantiene su relevancia con la modernización Block III.
- El MADL permite al F-35C compartir datos con plataformas de quinta generación.
Doctrina adaptada a plataformas de quinta y cuarta generación
Las operaciones conjuntas del USS Abraham Lincoln en 2022 validaron la capacidad del ala aérea para realizar ataques coordinados en entornos de alta amenaza. El concepto de guerra centrada en red mostró cómo el F-35C, el E-2D y el F/A-18E/F pueden operar sincronizados para enfrentar sistemas A2/AD.
La interoperabilidad mejoró gracias a soluciones como el Freedom 550 de Northrop Grumman, que enlaza datos entre generaciones de aeronaves. Ejercicios como el Large Scale Exercise 2023 demostraron cómo el F-35C puede actuar como multiplicador de fuerza en operaciones con varios grupos de portaaviones.
El impacto del F-35C ha cruzado fronteras. El Reino Unido, operador del F-35B, participó en maniobras conjuntas a bordo del HMS Queen Elizabeth. Otros aliados, como los Países Bajos, han mostrado interés en adquirir la versión C para ampliar sus capacidades navales.
Las demoras en el programa F-35C llevaron a extender la vida útil del F/A-18E/F con actualizaciones como el radar APG-79 AESA. Asimismo, el alto costo operativo del F-35C ha exigido ajustes logísticos en los portaaviones, incluyendo almacenamiento específico para baterías y repuestos.
Estrategia naval y relevancia del F-35C frente a amenazas A2/AD
Durante las últimas décadas, la Armada modificó su estrategia desde el control marítimo hacia la proyección de poder terrestre. La entrada del F/A-18E/F en 1999 marcó el inicio de esta transición. No obstante, sistemas antiaéreos como el S-400 ruso o el HQ-9 chino pusieron de relieve la necesidad de una aeronave furtiva como el F-35C.
El E-2D Advanced Hawkeye evolucionó desde el E-2C, añadiendo capacidades electrónicas y radar más potente. Esta plataforma, operativa desde 2010, se integró sinérgicamente con los activos de quinta generación, facilitando el desarrollo de nuevas tácticas.
Las operaciones actuales se basan en la complementariedad: el F-35C penetra las defensas enemigas, el F/A-18E/F ejecuta ataques y el E-2D proporciona coordinación estratégica. Esta configuración permite a la Armada mantener una postura ofensiva sostenida y eficaz.
Con 11 portaaviones en servicio en 2025, la Armada de EE. UU. continúa siendo una potencia naval dominante. Sin embargo, enfrenta desafíos crecientes, especialmente en el Mar del Sur de China, donde China expande su presencia militar con portaaviones propios y misiles antibuques. La integración de estas tres plataformas constituye la respuesta tecnológica de la Armada a un entorno geopolítico cada vez más complejo.