En la Guerra de Corea, MiG-15 y F-86 Sabre protagonizaron los primeros combates a reacción, marcando la evolución del diseño y tácticas aéreas.
Primeros choques de cazas a reacción en la Guerra de Corea
En noviembre de 1950, el cielo coreano presenció un hito en la historia militar: el MiG-15 soviético, con alas en flecha y velocidad transónica, irrumpió en la guerra. Este caza, desplegado por la Unión Soviética para apoyar a las fuerzas norcoreanas y chinas, superó a los aviones de alas rectas de la ONU, como los F-80 Shooting Star y F-84 Thunderjet. Los B-29 Superfortress, vitales para bombardeos, se volvieron vulnerables, lo que obligó a Estados Unidos a acelerar el envío del F-86 Sabre, su primer caza de alas en flecha, al teatro de operaciones en diciembre de 1950.
El 17 de diciembre de 1950, se registró el primer combate entre cazas a reacción de alas en flecha. El teniente coronel Bruce Hinton, liderando la 336ª Escuadrilla de Cazas, derribó un MiG-15 cerca de Sinuiju, marcando la primera victoria confirmada del Sabre. Los pilotos estadounidenses, simulando la velocidad de aviones más lentos, atrajeron a los MiG a un combate donde la maniobrabilidad del F-86 resultó decisiva. Ese día, los Sabres reclamaron seis derribos sin pérdidas propias, un indicio temprano de su potencial para contrarrestar la amenaza soviética.
Los combates se concentraron en una región del noroeste de Corea conocida como “MiG Alley”, cerca del río Yalu, donde los MiG-15, operando desde bases chinas, enfrentaban a los Sabres en duelos a gran altitud. La superioridad aérea en esta zona se volvió crítica, ya que los MiG buscaban interceptar bombarderos y cazabombarderos de la ONU, mientras los Sabres establecían pantallas defensivas para proteger estas misiones.
Ambos aviones compartían similitudes, como alas en flecha de 35 grados y velocidades cercanas a los 1,100 km/h, pero diferían en diseño y armamento. El MiG-15, más ligero, con un peso de 5,000 kg, destacaba por su capacidad de ascenso y techo de servicio de 15,500 metros. Su armamento incluía un cañón de 37 mm y dos de 23 mm, ideales para ataques potentes pero menos precisos. El F-86 Sabre, con un peso de 6,300 kg, ofrecía mejor maniobrabilidad a bajas altitudes y seis ametralladoras de 12.7 mm, que permitían ráfagas más sostenidas.
Datos clave sobre el MiG-15 y F-86 Sabre en la Guerra de Corea
- El MiG-15 entró en combate en noviembre de 1950, superando a los cazas de alas rectas de la ONU.
- El F-86 Sabre se desplegó en diciembre de 1950, logrando su primera victoria el 17 de diciembre.
- Los Sabres reclamaron 792 derribos de MiG-15, con una proporción inicial de 10:1, revisada a 5.6:1 tras análisis.
- Los MiG-15 realizaron 60,450 salidas diurnas y 2,779 nocturnas, según registros soviéticos.
- La “MiG Alley” fue el principal escenario de los combates aéreos, cerca del río Yalu.
Evolución táctica y desempeño en combate
Los pilotos del F-86 Sabre, muchos veteranos de la Segunda Guerra Mundial, aprovecharon su experiencia en combates aéreos. Figuras como el capitán Joseph C. McConnell Jr., con 16 victorias, y el mayor James Jabara, primer as de reacción de la ONU, destacaron por su habilidad. Las tácticas estadounidenses resaltaban formaciones de cuatro aviones, lanzadas en intervalos para maximizar la cobertura. Los Sabres usaban maniobras defensivas, como giros descendentes de 6 G, que explotaban la protección anti-G del piloto, ausente en el MiG-15.
Por su parte, los MiG-15 eran operados por pilotos soviéticos, chinos y norcoreanos, con niveles de entrenamiento dispares. Los soviéticos, incluyendo ases como el capitán Nikolai V. Sutyagin con 21 derribos, eran agresivos y usaban formaciones grandes, conocidas como “trenes”, con vuelos escalonados a diferentes altitudes. Sin embargo, las restricciones políticas les impedían cruzar al sur del río Chongchon o sobre el mar, limitando su flexibilidad táctica. Los pilotos chinos y norcoreanos, con menos de 50 horas de vuelo en reacción, a menudo evitaban combates directos.
En 1952, los enfrentamientos se intensificaron. El 6 de enero, los Sabres reclamaron cinco derribos, mientras los soviéticos aseguraron nueve victorias. La introducción de modelos mejorados, como el MiG-15bis y los F-86E/F, equilibró aún más el enfrentamiento. Los Sabres incorporaron cañones de 20 mm en pruebas finales, aunque no se estandarizaron hasta después de la guerra. La deserción del piloto norcoreano No Kum-Sok en septiembre de 1953, quien entregó un MiG-15 a los estadounidenses, permitió evaluar sus capacidades. Los pilotos de prueba, como Chuck Yeager, confirmaron que el Sabre superaba al MiG en maniobrabilidad, aunque el MiG tenía ventajas en altitud.
Las cifras de derribos son debatidas. Fuentes estadounidenses inicialmente reportaron una proporción de 10:1, con 792 MiG-15 derribados por 78 Sabres en combate aéreo. Revisiones posteriores, tras la operación Sabre Measure Charlie, ajustaron la proporción a 5.6:1, con unos 200 MiG derribados. Los soviéticos registraron 335 MiG-15 perdidos por todas las causas, mientras China admitió 224. Los Sabres perdieron 256 unidades, 184 en combate, incluyendo 78 en duelos aéreos, según datos oficiales estadounidenses.
Impacto en el diseño y la guerra aérea
La rivalidad entre el MiG-15 y el F-86 Sabre impulsó avances en el diseño de cazas. Las alas en flecha, inspiradas en investigaciones alemanas de la Segunda Guerra Mundial, se convirtieron en estándar para aviones transónicos. El Sabre, con su cola totalmente móvil, podía alcanzar velocidades supersónicas en picada, a diferencia del MiG-15, limitado a 0.94 Mach, según pruebas de Chuck Yeager. La experiencia en Corea influyó en cazas posteriores, como el MiG-17 y el F-100 Super Sabre.
Los combates en “MiG Alley” destacaron la importancia del entrenamiento de pilotos. La experiencia de los pilotos estadounidenses, combinada con la maniobrabilidad del Sabre, compensó las ventajas del MiG en altitud y potencia. Los soviéticos, pese a su agresividad inicial, reemplazaron a sus ases con pilotos novatos, lo que redujo su efectividad. Las restricciones políticas, que prohibían a los Sabres perseguir MiG más allá del Yalu, también influyeron en los resultados.
Hacia el final de la guerra, en julio de 1953, los Sabres operaban 297 unidades frente a unos 950 MiG-15. Pese a la superioridad numérica comunista, los Sabres mantuvieron el control del cielo al sur de la línea Pyongyang-Wonsan, permitiendo a los cazabombarderos de la ONU operar con relativa seguridad. La guerra terminó con un alto el fuego, pero los duelos en “MiG Alley” dejaron un legado en la aviación militar.
El enfrentamiento entre estos cazas marcó un punto de inflexión. La Guerra de Corea, con sus limitaciones políticas para evitar una escalada global, convirtió a “MiG Alley” en un escenario donde pilotos y máquinas se enfrentaron en condiciones únicas, definidas por la tecnología emergente de los reactores y las tácticas de combate a alta velocidad.