La orden ejecutiva busca combatir el antisemitismo en campus, exigiendo transparencia en donaciones extranjeras tras protestas por la guerra en Gaza.
Medida responde a incidentes antisemitas en universidades
El presidente Donald Trump firmó el 23 de abril de 2025 una orden ejecutiva que obliga a las universidades estadounidenses a detallar las donaciones y fondos recibidos del extranjero. La medida apunta a frenar la influencia antiisraelí en los campus, en medio de crecientes preocupaciones por el aumento de incidentes antisemitas tras el ataque de Hamás contra Israel el 7 de octubre de 2023. Este ataque, que dejó 1.200 muertos, en su mayoría civiles, y 251 rehenes, desencadenó una ofensiva militar israelí en Gaza y protestas masivas en universidades de élite como Columbia, Harvard y la Universidad de Pensilvania. La Casa Blanca busca garantizar que los fondos extranjeros no financien actividades que promuevan el odio o la violencia contra estudiantes judíos.
Las protestas en los campuses, inicialmente centradas en demandas de un alto el fuego en Gaza, derivaron en actos de intimidación y acoso contra estudiantes judíos. En Columbia, estudiantes judíos enfrentaron restricciones de acceso a instalaciones académicas y agresiones verbales. En Harvard, campamentos estudiantiles exhibieron banderas palestinas y consignas que incitaban a la violencia. La Administración Trump considera que estas manifestaciones, en muchos casos, glorifican el terrorismo y niegan el derecho de Israel a existir. La orden ejecutiva exige a las universidades divulgar cualquier contribución extranjera significativa, con énfasis en la transparencia y la rendición de cuentas para evitar el uso de fondos de origen dudoso.
La medida se enmarca en una ofensiva más amplia contra el antisemitismo en la educación superior. El 29 de enero de 2025, Trump creó el Grupo de Trabajo Conjunto para Combatir el Antisemitismo, liderado por el asesor Leo Terrell. Este grupo investiga a diez universidades por posibles violaciones de derechos civiles relacionadas con la discriminación contra estudiantes y profesores judíos. Una acción destacada fue la cancelación de 400 millones de dólares en subvenciones y contratos federales a Columbia el 7 de marzo de 2025, debido a la inacción de la universidad frente al acoso persistente. La Casa Blanca advirtió que otras instituciones podrían enfrentar sanciones similares si no adoptan reformas.
Otras universidades también han sufrido consecuencias financieras. Harvard perdió 2.200 millones de dólares en fondos federales tras rechazar demandas de la Administración, como la prohibición de organizaciones estudiantiles pro-palestinas y auditorías externas de departamentos sensibles. La Universidad de Pensilvania vio suspendidos 175 millones de dólares, en parte por programas de diversidad considerados antiisraelíes por la Casa Blanca. Asimismo, Cornell y Northwestern enfrentan congelaciones de 1.000 y 790 millones de dólares, respectivamente, mientras que Princeton y Brown han sido sancionadas con recortes de 210 y 510 millones de dólares. Estas medidas reflejan la determinación de Trump de presionar a las universidades para que endurezcan sus políticas contra el antisemitismo.
Datos clave sobre la orden ejecutiva y sanciones
- La orden ejecutiva del 23 de abril de 2025 exige a universidades reportar detalladamente donaciones extranjeras.
- Columbia perdió 400 millones de dólares en fondos federales por inacción ante el antisemitismo.
- Harvard enfrenta recortes de 2.200 millones de dólares por no cumplir demandas de la Administración.
- El Grupo de Trabajo Conjunto investiga a diez universidades por violaciones de derechos civiles.
- La Fuerza de Tarea 7 de Octubre detuvo a estudiantes extranjeros por presuntos vínculos con Hamás.
Investigaciones y medidas contra el apoyo al terrorismo
El Departamento de Justicia y el FBI establecieron la Fuerza de Tarea Conjunta 7 de Octubre para investigar el ataque de Hamás y posibles actos de apoyo al terrorismo en Estados Unidos. Esta fuerza detuvo a Mahmoud Khalil, un estudiante palestino de posgrado en Columbia, por supuestos vínculos con Hamás, aunque un juez federal bloqueó su deportación. Además, se revocaron visas a más de 300 estudiantes extranjeros acusados de participar en protestas consideradas antisemitas. La Casa Blanca defiende estas acciones como esenciales para proteger a los estudiantes judíos y garantizar la seguridad en los campus.
La orden ejecutiva sobre fondos extranjeros busca cerrar lagunas que permitan la influencia de actores externos. Aunque no se han especificado países o entidades bajo escrutinio, la Administración sugiere que ciertas donaciones podrían financiar actividades que promueven el antisemitismo o socavan los intereses estadounidenses. Las universidades deben ahora endurecer las normas sobre protestas, incluyendo la prohibición de mascarillas para identificar a manifestantes y el fortalecimiento de los cuerpos de seguridad privados para detener a estudiantes involucrados en actos de violencia o acoso.
El contexto de estas medidas es la guerra en Gaza, que sigue generando tensiones globales. La ofensiva israelí, lanzada tras el ataque de Hamás, ha causado más de 48.000 muertos, según el Ministerio de Salud de Gaza. Las negociaciones para un alto el fuego y la liberación de los 66 rehenes restantes enfrentan obstáculos, con Hamás exigiendo la retirada total de las tropas israelíes y el primer ministro Benjamin Netanyahu rechazando esta condición. Las protestas en los campus estadounidenses reflejan esta polarización, pero también han impulsado la agenda de Trump contra el antisemitismo.
La secretaria de Educación, Linda McMahon, afirmó que las universidades que no protejan a sus estudiantes judíos enfrentarán consecuencias severas. Trump, por su parte, se ha presentado como un defensor de la comunidad judía estadounidense. A medida que las universidades enfrentan la presión de cumplir con las demandas federales o arriesgarse a perder miles de millones en fondos, el debate sobre la libertad académica, la seguridad en los campus y el papel de las donaciones extranjeras se intensifica, marcando un punto de inflexión en la educación superior estadounidense.