Medios hebreos informaron el viernes que las Fuerzas de Defensa de Israel custodian dos contenedores con unas 350 bolsas de restos humanos no identificados, recolectados en el sur del país tras el asalto de Hamás del 7 de octubre de 2023.
En la base militar Shura, ubicada en el centro de Israel, se almacenan los restos.
El ataque de Hamás, liderado por miles de terroristas, dejó 1.200 muertos y 251 rehenes, desatando la guerra en Gaza. La base Shura enfrentó un volumen abrumador de restos, muchos en grave estado de deterioro.
Numerosos restos, carbonizados y dañados, resultaron irreconocibles. No obstante, Ynet reportó que unas 200 bolsas contienen restos que el rabinato militar considera identificables con más recursos. Cada bolsa corresponde inicialmente a una persona, aunque el caos del ataque generó errores.
Eyal Krim, rabino jefe de las FDI, aboga por nuevos exámenes forenses. En contraste, Yehuda Avidan, director del Ministerio de Servicios Religiosos, propone un entierro colectivo anónimo, respaldado por Chen Kugel, director del instituto forense Abu Kabir. David Yosef, rabino jefe, apoya a Krim, según Ynet.
Un comité integrado por el Ministerio de Servicios Religiosos, el Ministerio de Salud, la policía y el Instituto Forense Abu Kabir decidirá pronto, según Ynet. Quienes rechazan más análisis argumentan que resulta inviable prolongar los exámenes y destacan que el entierro colectivo es una práctica habitual.
La situación se agrava ante la posibilidad de que los restos incluyan los de terroristas de Hamás, trasladados por error a Shura en lugar de a un contenedor en Sde Teiman, cerca de Beersheba.
Hace seis meses, un análisis en Sde Teiman reveló restos de víctimas israelíes, lo que intensificó las preocupaciones del rabinato militar.
Una fuente citada por Ynet expresó: “No hay mayor dolor para una familia en duelo que descubrir que los restos de su ser querido fueron enterrados junto a un terrorista de Nukhba”, refiriéndose a la unidad de élite de Hamás que lideró el ataque.
El rabinato militar, desbordado por la cantidad y el deterioro de los restos, enfrenta dificultades para evitar errores de identificación, como en el caso de Elyakim Libman, considerado rehén hasta que sus restos se hallaron en mayo en la tumba de otra víctima.
Para prevenir equivocaciones, el rabinato aplica un protocolo estricto: cada resto se muestrea dos veces y se compara con múltiples bases de datos médicas y de ADN. Solo se confirma la identificación con coincidencias en al menos dos bases.
El ejército destinó fondos al rabinato para nuevos exámenes en Shura, con un costo de 3.000 NIS (827 dólares) por dos muestras de cada bolsa, según fuentes del rabinato citadas por Ynet. Sin embargo, un miembro del comité afirmó que el rabinato subestima los costos reales.
Quienes se oponen a más exámenes sostienen que constituyen una “profanación de los muertos” al degradar los restos y acusan al rabinato de usarlos para promover sus laboratorios forenses.
Por otro lado, fuentes indican que Avidan rechaza los exámenes debido a tensiones con el rabino David Yosef, quien en marzo apoyó nuevos análisis. Según informes, esta disputa refleja conflictos en el partido haredí sefardí Shas, entre Yosef y su hermano Yitzhak. El Ministerio de Servicios Religiosos negó que su postura esté vinculada a estas tensiones.
Algunas fuentes señalaron que Avidan busca evitar más dolor a las familias al notificarles que los restos de sus seres queridos han permanecido sin identificar todo este tiempo.