Investigadores israelíes crean trigo y tomate que usan 90% menos agua, adaptados a suelos salinos, para regiones áridas como el Néguev.
Avances en trigo y tomate para climas áridos
Investigadores del Instituto Volcani y la Universidad Ben-Gurión han desarrollado variedades de trigo y tomate que toleran condiciones extremas de sequía y alta salinidad. Estas plantas requieren hasta un 90% menos de agua que los cultivos tradicionales, manteniendo rendimientos estables en suelos áridos. Los avances, logrados mediante técnicas de edición genética y selección de cultivares, se centran en el desierto del Néguev, una región con precipitaciones anuales inferiores a 100 mm. Estas innovaciones aseguran la producción agrícola en climas hostiles y han captado la atención de países con desafíos hídricos similares.
El tomate desarrollado por el Instituto Volcani, conocido como Tomate 90, resiste suelos con alta concentración de sales y reduce la necesidad de riego en un 90%. Este cultivar, presentado en 2017, mantiene su sabor y calidad nutricional, lo que lo hace viable para mercados internacionales. Por su parte, el trigo tolerante a la sequía, resultado de una colaboración con la Universidad Ben-Gurión, utiliza un sistema radicular más profundo que extrae agua de capas subterráneas, optimizando la absorción en suelos secos. Este trigo ha mostrado un aumento del 15% en rendimiento bajo condiciones de estrés hídrico.
Los cultivos se prueban en el Centro de Investigación Gilat, ubicado en el Néguev, donde las condiciones áridas replican los desafíos de regiones semiáridas globales. Los ensayos demuestran que estas variedades no solo sobreviven en suelos salinos, sino que también resisten temperaturas superiores a 40°C. Alon Ben-Gal, científico del Centro Gilat, explicó: “Nuestros cultivos maximizan la eficiencia del agua, crucial en un mundo con recursos hídricos menguantes.” Estas innovaciones se alinean con los esfuerzos de Israel para liderar la agricultura sostenible en climas extremos.
Las tecnologías desarrolladas se exportan a países como India, Kenia y Chile, donde la escasez de agua amenaza la seguridad alimentaria. En 2023, el Instituto Volcani firmó acuerdos con India para implementar el tomate resistente en regiones con suelos salinos. Además, el trigo tolerante se cultiva en proyectos piloto en Australia, donde las sequías recurrentes afectan la producción. Estas exportaciones consolidan a Israel como un referente en soluciones agrícolas para el cambio climático.
Datos clave sobre cultivos resistentes en Israel
- Tomate 90: Usa 90% menos agua, resiste suelos salinos, lanzado en 2017.
- Trigo tolerante: Aumenta rendimiento en 15% bajo estrés hídrico.
- Néguev: Región de pruebas con menos de 100 mm de lluvia anual.
- Exportaciones: India, Kenia y Chile adoptan estas variedades desde 2023.
- Técnicas: Edición genética CRISPR y selección de cultivares.
Impacto global de la investigación agronómica israelí
La investigación en el Instituto Volcani y la Universidad Ben-Gurión no se limita a cultivos específicos. Los científicos exploran otras especies, como almendros y olivos, que prosperan en condiciones áridas. Tamir Klein, del Instituto Weizmann, descubrió que los almendros nativos del Néguev cierran sus estomas para conservar agua, un mecanismo que se replica en cultivos modificados. Este hallazgo, publicado en 2020, refuerza la capacidad de Israel para adaptar la agricultura al calentamiento global.
El Instituto Zuckerberg de Investigación del Agua, parte de la Universidad Ben-Gurión, complementa estos esfuerzos con estudios sobre el riego eficiente. Israel, pionero en el riego por goteo, combina esta técnica con sensores que monitorean la humedad del suelo, optimizando el uso del agua. En el Centro Gilat, los ensayos con riego por goteo en tomates mostraron una reducción del 85% en el consumo de agua comparado con métodos tradicionales. Estas tecnologías se transfieren a agricultores en África y Asia a través de programas del Ministerio de Relaciones Exteriores de Israel.
La salinidad del suelo, un problema creciente en regiones áridas, se aborda mediante cultivos que toleran altas concentraciones de sal. En el Valle de Aravá, los investigadores prueban variedades de pimientos y melones que prosperan en agua salobre. Ram Fishman, de la Universidad de Tel Aviv, señaló: “La agricultura en suelos salinos es viable con nuestras innovaciones, reduciendo la dependencia de agua dulce.” Estos avances benefician a pequeños agricultores en países en desarrollo, donde los recursos son limitados.
El impacto económico de estas innovaciones es significativo. En 2024, las exportaciones de tecnologías agrícolas israelíes alcanzaron los 2.500 millones de dólares, según el Ministerio de Agricultura. Los cultivos resistentes representan el 20% de este mercado, con un crecimiento anual del 10%. Países como México y Egipto han solicitado colaboración para adaptar estas variedades a sus climas, consolidando la influencia global de Israel en la agricultura sostenible.
Contexto y evolución de la agricultura en el Néguev
El desierto del Néguev, que cubre el 60% del territorio de Israel, ha sido un laboratorio natural para la investigación agronómica. Desde la década de 1950, el Fondo Nacional Judío plantó bosques como Yatir, que hoy sirven para estudiar la resiliencia de especies en climas semiáridos. Estos bosques, combinados con avances en biotecnología, han transformado tierras áridas en zonas productivas. En 2022, el Néguev produjo el 15% de los tomates y el 10% del trigo de Israel, un logro impensable hace décadas.
La historia de la agricultura israelí está marcada por la necesidad de superar la escasez de agua. En los años 60, Israel desarrolló el riego por goteo, una innovación de Netafim que revolucionó el uso del agua. Esta tecnología, junto con la desalinización, permite que el 90% del agua residual se recicle para la agricultura, según datos de la Autoridad del Agua de Israel. Los cultivos resistentes a la sequía son una extensión de este enfoque, combinando biotecnología con gestión hídrica eficiente.
El Instituto Volcani, fundado en 1921, ha liderado la investigación agrícola en Israel. Su trabajo en genética vegetal comenzó en los años 80, con el desarrollo de cultivos resistentes a plagas. La introducción de CRISPR en la última década permitió avances más precisos, como el trigo tolerante a la sequía. La Universidad Ben-Gurión, con su enfoque en el Néguev, ha complementado estos esfuerzos, estudiando suelos salinos y climas extremos desde los años 70.
Israel enfrenta desafíos globales como el cambio climático, que reduce las precipitaciones en un 20% en el Mediterráneo, según la ONU. La experiencia del país en agricultura árida lo posiciona como un aliado clave para naciones con problemas hídricos. En 2025, el Ministerio de Agricultura planea expandir los programas de transferencia tecnológica, enfocándose en África subsahariana, donde la desertificación afecta al 40% de las tierras agrícolas.