La Reserva de la Armada prioriza adquirir KC-130J para mejorar reabastecimiento aéreo y logística en un potencial conflicto en el Pacífico.
Adquisición de KC-130J: prioridad estratégica para la Armada
La Reserva de la Armada de Estados Unidos impulsa la adquisición de aviones KC-130J Super Hercules como una medida clave para fortalecer su capacidad operativa en un potencial conflicto en el Pacífico. La jefa de la Reserva, vicealmirante Nancy Lacore, destacó ante el Comité de Asignaciones de la Cámara de Representantes la urgencia de reemplazar los obsoletos C-130T, que enfrentan tasas de disponibilidad del 40% y un promedio de 34 años de antigüedad. La modernización con los KC-130J busca duplicar las tasas de salidas y triplicar el radio de acción en combate, además de alcanzar una tasa de disponibilidad del 75%. Esta iniciativa responde a la necesidad de reabastecimiento aéreo orgánico y transporte logístico de largo alcance, capacidades críticas en un teatro de operaciones extenso como el Indo-Pacífico.
Actualmente, la Reserva opera 27 aviones C/KC-130T, de los cuales 11 son configurados como cisternas. Estos aviones, introducidos en la década de 1980, han sido fundamentales para transportar cargas críticas, como municiones y repuestos, a grupos de ataque de portaaviones desplegados. Sin embargo, su baja disponibilidad y limitaciones técnicas dificultan cumplir con las demandas operativas. Lacore señaló que el plan de recapitalización, iniciado en 2024, busca adquirir 32 KC-130J para 2030, pero el ritmo actual —un avión en 2024 y dos en 2025— es insuficiente. Se requieren seis aviones por año para cumplir el objetivo, un esfuerzo que exige mayor financiación del Congreso.
Los KC-130J ofrecen mejoras significativas frente a los C-130T. Con un alcance máximo de 2.071 millas, superan las 1.208 millas del modelo anterior, según datos de la Fuerza Aérea de EE. UU.. Además, su mayor velocidad y techo de altitud optimizan el tiempo de traslado y amplían el alcance operativo. Algunos C-130T han recibido hélices NP2000 de ocho palas, que mejoran marginalmente el rendimiento, pero no igualan las capacidades del modelo J. Estas mejoras son vitales para apoyar operaciones distribuidas en el Pacífico, donde bases avanzadas remotas y pistas cortas demandan flexibilidad logística.
El reabastecimiento aéreo orgánico es una prioridad estratégica, ya que la Armada depende en gran medida de los aviones cisterna de la Fuerza Aérea, que enfrentan alta demanda en tiempos de paz y combate. Los KC-130J utilizarán el método de sonda y drogue, compatible con aviones de la Armada, el Cuerpo de Marines y helicópteros con capacidad de reabastecimiento. Lacore destacó que los nuevos aviones duplicarán la capacidad de reabastecimiento aéreo y multiplicarán por ocho la capacidad en tierra, un factor decisivo para sostener operaciones en el Pacífico.

Datos clave sobre la modernización con KC-130J
- Flota actual: 27 C/KC-130T, con 40% de disponibilidad y 34 años de antigüedad promedio.
- Meta para 2030: Adquirir 32 KC-130J, con tasa de disponibilidad proyectada del 75%.
- Alcance: KC-130J alcanza 2.071 millas, frente a 1.208 millas del C-130T.
- Capacidad de reabastecimiento: Duplica la tasa aérea y multiplica por ocho la terrestre.
- Financiación: Necesidad de adquirir seis aviones por año para cumplir el plan.
Importancia logística y operativa en el Indo-Pacífico
La vicealmirante Lacore subrayó que los C-130T han demostrado su valor en operaciones recientes, como el transporte de miles de libras de municiones al mar Rojo para apoyar a destructores Aegis y grupos de ataque de portaaviones en la interceptación de misiles hutíes. En 2024, la Reserva transportó 80.000 pasajeros y 20 millones de libras de carga, incluyendo equipos de salvamento y repuestos para mantener operativos a los F-35 en el Pacífico. Estas misiones destacan la importancia del transporte aéreo interteatro, especialmente en escenarios de logística disputada, donde la capacidad de mover cargas sobredimensionadas es esencial.
Los KC-130J también incorporan sistemas defensivos avanzados, permitiendo operar en entornos hostiles. Esta capacidad es crucial en el Pacífico, donde las fuerzas enemigas podrían apuntar a aviones cisterna. La Armada planea complementar esta modernización con drones cisterna MQ-25 Stingray, pero su despliegue masivo no ocurrirá hasta la década de 2030. Hasta entonces, los KC-130J serán un pilar para reducir la dependencia de la Fuerza Aérea y aliviar la presión sobre los KC-130J del Cuerpo de Marines, que operan 47 unidades y planean alcanzar 95 para 2027.
La transición al KC-130J refleja una visión estratégica para enfrentar los desafíos de un conflicto de alta intensidad contra un adversario como China. Las operaciones expedicionarias y distribuidas, centradas en el salto de islas, requieren aviones capaces de operar desde pistas cortas y con menor huella logística. Los KC-130J permiten a los aviones tácticos despegar con menos combustible para maximizar armamento, reabasteciéndose en vuelo para extender su alcance o regresar seguros tras misiones.
La modernización también fortalece la interoperabilidad con el Cuerpo de Marines, que ya ha completado su transición al KC-130J en 2021. Esta sinergia es vital en escenarios donde aviones de ambas fuerzas operen desde bases terrestres avanzadas. Además, la capacidad de los KC-130J para realizar misiones de transporte, evacuación médica y entrega aérea táctica amplía su utilidad en crisis humanitarias y conflictos asimétricos.
Contexto estratégico y desafíos pendientes

El énfasis en los KC-130J responde a la creciente percepción de que el Pacífico será el teatro principal de un futuro conflicto. La Flota del Pacífico ha solicitado específicamente capacidades de reabastecimiento orgánico, y los C-130T actuales no cumplen plenamente con estas expectativas. La vicealmirante Lacore destacó que los nuevos aviones llegarán con sistemas preinstalados para reabastecimiento, eliminando la necesidad de modificaciones costosas y prolongadas.
Sin embargo, el programa enfrenta retos. La baja tasa de adquisición actual pone en riesgo el objetivo de 2030, y la dependencia de la aprobación presupuestaria del Congreso es un factor crítico. Lacore advirtió que sin un aumento en la financiación, la Reserva no podrá satisfacer las demandas de los comandantes de flota, especialmente en el Indo-Pacífico, donde la logística disputada será un desafío central.
En el contexto más amplio, la modernización de la Reserva de la Armada con los KC-130J se alinea con los esfuerzos del Departamento de Defensa para preparar a las fuerzas estadounidenses para un entorno operativo más complejo. La integración de tecnologías avanzadas, como el sistema Harvest HAWK en los KC-130J del Cuerpo de Marines, sugiere un potencial para que la Armada explore capacidades adicionales, como apoyo aéreo cercano o reconocimiento, aunque no se mencionaron planes específicos en la audiencia.
La adquisición de los KC-130J no solo moderniza la flota de la Reserva, sino que posiciona a la Armada como un actor más autónomo y resiliente en el Pacífico. Mientras los C-130T continúan brindando soporte crítico, la transición al modelo J es un paso estratégico para garantizar que la Armada pueda sostener operaciones prolongadas y de alta intensidad en un teatro de operaciones cada vez más disputado.