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El J-35 de China entra en el radar egipcio

26 de mayo de 2025
J-35A

J-35A

El comandante egipcio expresó interés en el caza furtivo J-35 durante el ejercicio Águilas de la Civilización 2025, señalando un posible cambio en las adquisiciones militares.

Interés egipcio en el J-35 chino durante ejercicios conjuntos

En abril de 2025, durante el ejercicio aéreo conjunto Águilas de la Civilización 2025 en la Base Aérea de Wadi Abu Rish, el comandante de la Fuerza Aérea Egipcia, teniente general Mahmoud Fuad Abdel Gawad, expresó interés en el caza furtivo chino J-35, según fuentes no oficiales. Aunque ni El Cairo ni Pekín han confirmado estas declaraciones, el evento ha generado especulaciones sobre un posible giro en la estrategia de adquisiciones militares de Egipto. El ejercicio, que se extendió hasta mayo, reunió plataformas avanzadas de ambos países, incluyendo los cazas chinos J-10C, el avión de alerta temprana KJ-500, el cisterna YU-20 y el transporte estratégico Y-20, junto a los MiG-29M/M2 egipcios de origen ruso. Este entorno facilitó intercambios técnicos y evaluaciones de capacidades, destacando el interés de Egipto en tecnología china.

El J-35, desarrollado por Shenyang Aircraft Corporation, es un caza de quinta generación derivado del prototipo FC-31 Gyrfalcon, diseñado para misiones de superioridad aérea y ataque. Con un diseño bimotor de baja observación, incorpora entradas supersónicas sin desvío (DSI), bahías de armas internas y materiales absorbentes de radar. Existen dos variantes: el J-35 naval, optimizado para portaaviones con alas plegables y tren de morro reforzado, y el J-35A terrestre, más ligero y adaptado para la Fuerza Aérea China. Equipado con un radar AESA, un sistema electroóptico (EOTS), búsqueda y seguimiento por infrarrojos (IRST) y una cabina digital con pantalla táctil de 20 pulgadas, el J-35 ofrece capacidades avanzadas. Su armamento incluye hasta seis misiles internos, como el PL-15 y PL-21, y soporta cargas externas en seis puntos duros, con un peso máximo de despegue de 28 toneladas y un radio de combate de 1.200 kilómetros.

El interés de Egipto en el J-35 surge en un contexto de diversificación de proveedores de defensa. La Fuerza Aérea Egipcia opera más de 200 F-16 estadounidenses, Rafales franceses, MiG-29 rusos y plataformas chinas como el entrenador K-8. Sin embargo, las restricciones de Estados Unidos para modernizar los F-16 con radares AESA y misiles de largo alcance han limitado las opciones de El Cairo. En 2018, un acuerdo para adquirir cazas rusos Su-35 fue cancelado tras amenazas de sanciones estadounidenses, a pesar de que algunas unidades ya estaban construidas. Este precedente ha impulsado a Egipto a explorar alternativas chinas, que ofrecen sistemas avanzados sin las condiciones políticas asociadas a proveedores occidentales.

El ejercicio Águilas de la Civilización 2025 permitió a Egipto evaluar de cerca las capacidades chinas. Un piloto egipcio voló un J-10C durante las maniobras, lo que analistas interpretaron como una demostración de confianza de Pekín en sus plataformas y una oportunidad de marketing. El J-10C, con su radar AESA y compatibilidad con misiles PL-15, mostró un rendimiento comparable al F-16, pero a un costo menor, estimado en 40-50 millones de dólares por unidad. La presencia del KJ-500 y el Y-20 destacó la capacidad de China para proyectar poder logístico, reforzando su atractivo como socio militar.

J-35: diseñado para cobertura a gran escala en escenarios críticos
J-35

Datos clave del J-35 y su relevancia para Egipto

  • Capacidades furtivas: El J-35 reduce su firma de radar con un diseño modular, superficies lisas y escapes dentados, ideal para contrarrestar amenazas avanzadas.
  • Armamento versátil: Puede llevar misiles PL-15 (rango de 200 km), bombas guiadas y misiles de crucero, adaptándose a misiones de ataque y defensa.
  • Radio de combate: Con 1.200 km, permite operaciones de largo alcance, crucial para la seguridad regional de Egipto.
  • Costo competitivo: Aunque no se ha revelado el precio, el J-35 es más asequible que el F-35 (110 millones de dólares por unidad), atrayendo a países con presupuestos limitados.
  • Integración con flota egipcia: Su compatibilidad con sistemas rusos y chinos facilita su incorporación frente a plataformas occidentales.

Estrategia de diversificación y tensiones geopolíticas

La posible adquisición del J-35 reflejaría un esfuerzo de Egipto por reducir su dependencia de proveedores occidentales, particularmente de Estados Unidos, que proporciona 1.300 millones de dólares anuales en ayuda militar. Las tensiones con Washington, exacerbadas por restricciones en la venta de F-35 y sanciones potenciales por acuerdos con Rusia, han llevado a El Cairo a fortalecer lazos con Pekín. En 2024, Egipto y China formalizaron una asociación estratégica con contratos bilaterales por 1.000 millones de dólares, creando un marco para la cooperación militar. La política de no injerencia de China y su disposición a transferir tecnología, como se discutió en visitas de Mahmoud Fuad Abdel Gawad a bases chinas, hacen de Pekín un socio atractivo.

Sin embargo, el interés en el J-35 podría ser una maniobra diplomática para negociar mejores términos con Estados Unidos. En 2022, rumores sobre la compra de Su-35 rusos llevaron a Washington a ofrecer F-15, un precedente que sugiere que Egipto utiliza la diversificación como palanca. La ausencia de confirmación oficial sobre el J-35 y la dependencia de fuentes como Defense Arabik refuerzan esta hipótesis. Además, el J-35 aún está en pruebas avanzadas, sin experiencia en combate, y su disponibilidad para exportación no está garantizada. Pakistán, con un pedido de 40 unidades, parece ser el primer cliente, lo que podría retrasar cualquier acuerdo con Egipto.

Paralelamente, Egipto explora el caza ligero surcoreano FA-50, con conversaciones para adquirir hasta 100 unidades y posible producción local. Con un costo de 30 millones de dólares por unidad, el FA-50 ofrece compatibilidad con sistemas occidentales y una logística más sencilla, lo que lo convierte en una alternativa viable al J-35. Esta dualidad refleja la estrategia de El Cairo de mantener múltiples opciones abiertas mientras navega las restricciones geopolíticas.

J-35A
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La disposición de China a exportar el J-35 a Egipto plantea interrogantes. Aunque el avión está diseñado para mercados internacionales, su transferencia a un aliado tradicional de Estados Unidos como Egipto sería un movimiento audaz. Pekín podría ver en El Cairo una puerta de entrada para desafiar la influencia occidental en Oriente Medio, pero los riesgos tecnológicos, como la posible exposición de sistemas avanzados a la OTAN, podrían limitar su entusiasmo. La interoperabilidad de Egipto con sistemas estadounidenses también complica la integración de una plataforma china, que requeriría inversiones significativas en capacitación, mantenimiento e infraestructura.

Implicaciones regionales y perspectivas futuras

La posible incorporación del J-35 alteraría el equilibrio aéreo en Oriente Medio, donde Israel opera F-35I Adir, consolidando su ventaja tecnológica. El J-35, con capacidades furtivas y misiles de largo alcance, podría reducir esta brecha, especialmente en enfrentamientos más allá del alcance visual. Sin embargo, la superioridad de Israel en guerra electrónica y redes de datos probablemente mantendría su ventaja. Otros actores, como Arabia Saudita y Emiratos Árabes Unidos, que han rechazado el J-35 en favor de plataformas occidentales, podrían reevaluar sus estrategias si Egipto adopta tecnología china.

El ejercicio Águilas de la Civilización 2025 ha consolidado los lazos militares entre Egipto y China, ofreciendo a El Cairo una visión directa de las capacidades aeroespaciales chinas. Sin embargo, la adquisición del J-35 sigue siendo especulativa. Podría marcar un cambio estratégico hacia Pekín, fortaleciendo la autonomía de Egipto en un panorama geopolítico complejo, o servir como una táctica para presionar a Occidente. Los próximos años serán cruciales para determinar si El Cairo apuesta por el J-35 o prioriza opciones más convencionales como el FA-50, mientras equilibra sus relaciones con socios tradicionales y emergentes.

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