Un comerciante afgano en Teherán describe una ciudad paralizada por el miedo, donde las sirenas resuenan constantemente y los residentes buscan refugio ante los incesantes ataques israelíes. Según su relato, la vida en la capital iraní se ha tornado insoportable, marcada por una atmósfera de terror.
Originario de Kabul y establecido en Teherán desde hace cuatro años, el hombre asegura sentirse atrapado. Sin recursos para abandonar la ciudad, permanece confinado en su apartamento alquilado. En una conversación telefónica con The Associated Press, optó por mantener su identidad en reserva, temeroso de las represalias de las autoridades iraníes, quienes insisten en que la situación se mantiene bajo control.
Los mercados y comercios han cerrado sus puertas, y los alimentos escasean, según el comerciante. La dificultad para conseguir productos básicos, como el pan, se ha agudizado en los últimos dos días. La ciudad, asegura, enfrenta una crisis de abastecimiento que agrava la desesperación de sus habitantes.
Las restricciones impuestas por las autoridades intensifican el clima de opresión. La policía prohíbe a los ciudadanos salir de la ciudad o abandonar sus hogares, y tomar fotografías o grabar videos está estrictamente vetado. “Vivo en una zona de guerra”, afirma el hombre, resumiendo el horror que envuelve a Teherán.