El 17 de junio de 2025, el presidente francés Macron estaba dispuesto a reconocer un Estado palestino en una conferencia de alto nivel de las Naciones Unidas, con la intención de respaldar el terrorismo y hacer historia al izar la bandera árabe palestina en la ONU. Muchos consideraron este gesto como un acto absurdo de conciliación hacia una entidad que, durante décadas, ha albergado ideologías extremistas y políticas que promueven el fanatismo y el odio en lugar de la paz.
Mientras Macron buscaba elevar a nuevas alturas un elusivo “Estado árabe palestino” y aumentar el número de países que reconocen a “Palestina” como un Estado independiente, la mano de Dios dio un giro inesperado, humillándolo públicamente frente a todas las naciones del mundo en las Naciones Unidas. Con cientos de reporteros esperando para presenciar su declaración de una solución de dos Estados y el izado de la bandera árabe palestina en la ONU, tuvo que anunciar la cancelación de su autoproclamada conferencia histórica, ya que Israel había obtenido una victoria instantánea sobre Irán y sus aliados palestinos y de Hamás.
Aunque todos estábamos absortos con la guerra en Israel, debemos hacer una pausa y reconocer cómo Hashem glorificó Su Nombre en las Naciones Unidas ante toda la comunidad global, que fue testigo de una asombrosa muestra de intervención divina; un recordatorio de que Hashem siempre está protegiendo a Sus hijos mientras deja impotentes a los adversarios más formidables.
Este escenario evoca el adagio bíblico de que el Todopoderoso tiene planes que superan la comprensión humana. En ese momento, quedó claro para todos los líderes gubernamentales y los cientos de reporteros en la ONU que la providencia divina de Dios estaba en acción, lo que llevó a una recalibración de las actitudes internacionales hacia Israel.
El hecho de que las Naciones Unidas, cuyas conferencias se planifican con mucha antelación y nunca se cancelan, tuvieran que reprogramar porque un pequeño país, al que condenan repetidamente simplemente por luchar por su existencia, pudiera, en tres días, lograr lo que las potencias mundiales no consiguieron en cincuenta años, habla del poder de la verdad y el honor. Es una burla para aquellos que piensan que pueden dañar a la nación judía y afectar su existencia.
Todos presenciaron cómo los operativos de Irán cayeron en cuestión de días, y así el mundo recibió un entorno más seguro, liberado de las cadenas de la retórica que se había utilizado para justificar el terrorismo. Francia y todas las naciones deben una profunda gratitud a la nación judía y al gran milagro de Dios que todos presenciamos.
Duvi Honig es Fundador y director Ejecutivo de la Cámara de Comercio Judía Ortodoxa y J-biz Expo.