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Portada » Opinión » Detrás del ataque: por qué EE. UU. apuntó a las centrifugadoras de Irán

Detrás del ataque: por qué EE. UU. apuntó a las centrifugadoras de Irán

1 de julio de 2025
Irán planea instalar 6.000 nuevas centrifugadoras para enriquecer uranio

El bombardeo del 21 de junio de 2025 apuntó a tubos de metal en instalaciones nucleares iraníes que procesan uranio para armas.

Destrucción de centrifugadoras en Natanz, Fordo e Isfahán

El 21 de junio de 2025, fuerzas estadounidenses ejecutaron un ataque aéreo contra instalaciones nucleares en Irán, con el objetivo principal de destruir centrifugadoras, tubos de metal utilizados para enriquecer uranio hasta niveles aptos para armas nucleares. Estas máquinas, ubicadas en los sitios de Natanz, Fordo e Isfahán, forman parte del sistema de procesamiento nuclear iraní. Cada centrífuga contiene un rotor que gira entre 50.000 y 100.000 revoluciones por minuto, lo que permite la separación del uranio-235 del uranio-238 mediante un proceso que requiere cojinetes magnéticos de alta velocidad y materiales de gran resistencia.

El ataque se dirigió a las cascadas de centrifugadoras, sistemas interconectados empleados para el enriquecimiento progresivo del uranio. Una cascada típica en Irán consta de 164 centrifugadoras, diseñadas para obtener la máxima eficiencia en el enriquecimiento. Antes del bombardeo, Natanz contenía más de 50.000 centrifugadoras, mientras que Fordo, un sitio fortificado bajo tierra, e Isfahán también poseían miles de estas máquinas. La operación tuvo como objetivo impedir que Irán produjera uranio altamente enriquecido, un material empleado en armas nucleares.

Irán ha utilizado centrifugadoras desde finales de la década de 1990, tras la adquisición del diseño P-1 de Pakistán a través de la red de proliferación de A.Q. Khan. Este modelo, conocido como IR-1, está fabricado con aluminio y acero martensítico y produce aproximadamente 0,8 unidades de trabajo separativo por año, lo que equivale a 0,2 onzas (6 gramos) de uranio enriquecido al 60%. Para fabricar una ojiva nuclear, que requiere 55 libras (25 kilogramos) de uranio al 90%, sería necesario operar unas 6.000 centrifugadoras IR-1 durante un año.

Con el tiempo, Irán incorporó modelos más avanzados, como las centrifugadoras IR-2m, IR-4 e IR-6, con compuestos de fibra de carbono que permiten alcanzar una eficiencia de hasta 10 unidades de trabajo separativo en el caso de la IR-6. Estas máquinas producen 2,8 onzas (80 gramos) de uranio al 60% anuales, lo que reduce el tiempo necesario para llegar a niveles armamentísticos.

Datos clave sobre las centrifugadoras nucleares de Irán

  • Número de centrifugadoras: Antes del ataque, Irán tenía en funcionamiento unas 7.000 IR-1, 6.500 IR-2m, 4.000 IR-4 y 3.000 IR-6.
  • Eficiencia: La IR-6 es 12 veces más eficiente que la IR-1, con una producción anual de 80 gramos de uranio al 60% por unidad.
  • Sitios clave: Natanz albergaba 50.000 centrifugadoras; Fordo e Isfahán contaban con modelos más avanzados en menor número.
  • Material almacenado: Irán poseía 400 kilogramos de uranio al 60%, cantidad suficiente para 10 armas nucleares.
  • IR-9: Modelo experimental con 50 unidades de trabajo separativo, capaz de alcanzar el nivel requerido en pocas semanas.

Evolución del programa nuclear iraní

El programa nuclear de Irán registró su punto máximo a comienzos de la década de 2010, cuando operaba 19.000 centrifugadoras. Sin embargo, tras la firma del Plan de Acción Integral Conjunto (JCPOA) en 2015, Teherán redujo la cantidad de máquinas activas como parte de los acuerdos internacionales. A pesar de ello, Irán introdujo centrifugadoras con mayor rendimiento, como la IR-9, diseñada para alcanzar 50 unidades de trabajo separativo y con un tamaño reducido que dificulta las inspecciones del Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA).

Antes del ataque, el OIEA verificó que Irán había logrado un enriquecimiento de uranio al 60%, un nivel superior al requerido para aplicaciones civiles, como la producción de energía. Según informes, Irán mantenía en reserva 880 libras (400 kilogramos) de este material, suficiente para obtener 10 ojivas nucleares si se enriqueciera al 90%. Las centrifugadoras más modernas, como la IR-2m y la IR-6, podrían completar ese proceso en aproximadamente ocho meses, un lapso considerablemente inferior al necesario con las IR-1.

El diseño de las centrifugadoras avanzadas, con rotores de fibra de carbono, mejora la eficiencia, reduce el consumo energético y facilita su reubicación en instalaciones subterráneas. Esta configuración complica la labor de inspección internacional, dado que Irán ha montado estructuras que impiden el acceso a componentes relevantes de su sistema de enriquecimiento.

El portavoz de la Organización de Energía Atómica de Irán, Behrouz Kamalvandi, ha declarado en ocasiones anteriores que el programa de enriquecimiento responde a necesidades energéticas y científicas. Sin embargo, el nivel alcanzado y la cantidad acumulada han generado preocupación entre diversos actores internacionales, en particular Estados Unidos e Israel, que lo evalúan como un factor de inestabilidad regional.

Impacto del ataque y contexto del programa nuclear

El bombardeo estadounidense tuvo como finalidad impedir que Irán continuara con el enriquecimiento de uranio, mediante la destrucción de un número no especificado de centrifugadoras y el daño a infraestructuras relevantes en Natanz, Fordo e Isfahán. Aunque no se han difundido datos exactos sobre el nivel de afectación, la operación incluyó los sistemas de cascadas y su infraestructura de soporte, con el propósito de interrumpir el proceso nuclear iraní. No obstante, el OIEA indicó que parte del material enriquecido podría haber quedado intacto, lo cual introduce dudas sobre la eficacia del ataque a largo plazo.

El programa nuclear iraní se originó en la década de 1990, cuando Teherán accedió a tecnología mediante la red de A.Q. Khan. Desde entonces, Irán ha desarrollado centrifugadoras más sofisticadas y ha ampliado sus instalaciones. A pesar de las sanciones y las iniciativas diplomáticas, como el JCPOA, Irán ha sostenido su decisión de continuar con el enriquecimiento de uranio, con el argumento de que se trata de un derecho nacional.

Los organismos internacionales han llevado a cabo una vigilancia constante de las actividades nucleares iraníes, con el OIEA encargado de las inspecciones. Los informes emitidos por esta entidad han confirmado la presencia de centrifugadoras avanzadas y el acopio de uranio enriquecido, lo que ha provocado tensiones con Estados Unidos e Israel. El ataque del 21 de junio de 2025 representa una acción que interfiere directamente con las instalaciones nucleares iraníes, y su impacto dependerá de la rapidez con la que Irán pueda restaurar sus capacidades y reiniciar el enriquecimiento.

Estas máquinas, capaces de alcanzar niveles de enriquecimiento en semanas, implican un riesgo de proliferación si se emplean en gran número. Las autoridades internacionales continúan explorando medidas para limitar el programa nuclear iraní, mientras que Teherán mantiene su postura sobre el uso pacífico de esta tecnología.

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