El Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA) confirmó el viernes que evacuó a sus últimos inspectores de Irán, en medio de un creciente enfrentamiento sobre el acceso a las instalaciones nucleares bombardeadas por Estados Unidos e Israel.
Desde hace tres semanas, Israel mantiene un conflicto activo con la República Islámica, que incluyó los primeros ataques militares directos contra sus centros de enriquecimiento de uranio. Como resultado, los inspectores del OIEA no han podido ingresar a los sitios nucleares iraníes, lo que ha paralizado las tareas de verificación esenciales para el cumplimiento del Tratado de No Proliferación Nuclear (TNP).
El Parlamento iraní aprobó una ley que suspende temporalmente la cooperación con el organismo internacional, bajo el argumento de que la seguridad de sus instalaciones no puede garantizarse. Aunque Irán no ha notificado formalmente al OIEA sobre la suspensión, la incertidumbre persiste respecto al posible retorno de los inspectores.
El OIEA informó a través de su cuenta oficial en X que “un equipo de inspectores del OIEA partió hoy de manera segura de Irán para regresar a la sede de la Agencia en Viena, después de permanecer en Teherán durante todo el reciente conflicto militar”.
Fuentes diplomáticas señalaron que, tras el inicio de la guerra el 13 de junio, el número de inspectores en territorio iraní ya se había reducido a unos pocos. Algunos gobiernos también manifestaron su inquietud por la seguridad del personal del OIEA, ante las constantes acusaciones del régimen iraní contra la agencia y las campañas de descrédito en los medios oficiales.
Las tensiones se intensificaron después de que el organismo publicara el 31 de mayo un informe crítico que desencadenó una resolución de la Junta de Gobernadores —compuesta por 35 naciones— que denunció a Irán por incumplir sus compromisos en materia de no proliferación. Teherán consideró que dicho informe fue un pretexto para los ataques posteriores y responsabilizó al OIEA de facilitar la ofensiva internacional contra sus instalaciones.
El director general del OIEA, Rafael Grossi, ha respaldado plenamente el informe y negó que haya otorgado algún tipo de cobertura diplomática a las operaciones militares. En su opinión, el organismo actuó de acuerdo con su mandato técnico, y reiteró la urgencia de restablecer las actividades de monitoreo y verificación cuanto antes.
A pesar de la escalada, el ministro de Relaciones Exteriores iraní, Abbas Araqchi, declaró el jueves que Irán sigue comprometido con los términos del TNP. Sin embargo, la destrucción de los tres principales sitios de enriquecimiento de uranio ha dejado interrogantes críticos sobre el paradero del material nuclear iraní.
Los ataques estadounidenses e israelíes dañaron severamente las instalaciones nucleares clave de Irán, pero aún no se ha determinado el destino de las más de nueve toneladas de uranio enriquecido que se encontraban en el país. Especial preocupación genera el material enriquecido al 60 %, cuyo volumen —superior a los 400 kilogramos— lo deja a un paso del grado armamentístico. Según los criterios del propio OIEA, esa cantidad podría ser suficiente para fabricar hasta nueve armas nucleares si se completa el proceso de enriquecimiento.
Aunque Teherán insiste en que su programa nuclear persigue fines exclusivamente pacíficos, el organismo internacional ha subrayado que no existe ninguna aplicación civil legítima para el enriquecimiento a niveles tan elevados. Además, ningún país ha alcanzado esa pureza sin avanzar hacia la producción de armas atómicas.
El sistema de verificación que permite rastrear el uranio enriquecido y garantizar la transparencia en el uso pacífico de la energía nuclear depende de la presencia continua de inspectores del OIEA en territorio iraní. Sin ese control, la integridad del régimen de no proliferación queda comprometida.
“La interrupción del régimen de inspección no es aceptable”, afirmó Grossi la semana pasada en una conferencia de prensa celebrada en Viena. La comunidad internacional permanece a la expectativa de una solución que permita retomar las inspecciones, mientras el vacío de supervisión genera nuevas alertas sobre los riesgos de proliferación en la región.