El ayatolá Alí Jamenei, líder supremo de Irán, asistió el sábado a una ceremonia de luto en Teherán, lo que marca su primera aparición pública desde la guerra de 12 días entre Israel e Irán iniciado el mes pasado. El evento, realizado en la víspera de Ashura, tuvo lugar en una mezquita cercana a su oficina y residencia.
La ausencia del líder de 86 años durante la guerra reflejó estrictas medidas de seguridad. Según informes, Jamenei permaneció en un búnker por temor a un asesinato. Durante ese período, se emitieron mensajes pregrabados, y la televisión estatal transmitió sus declaraciones previamente grabadas. Su última aparición pública antes de la guerra ocurrió el 11 de junio, en una reunión con parlamentarios.
Imágenes de la televisión iraní mostraron a Jamenei saludando a una multitud que lo aclamaba de pie. Funcionarios, incluido el presidente del Parlamento, acompañaron al líder en un evento bajo fuertes medidas de seguridad, habituales en este tipo de ceremonias. No se reportaron declaraciones públicas inmediatas del ayatolá.
la guerra escaló cuando Estados Unidos bombardeó tres sitios nucleares iraníes el 22 de junio. El presidente Donald Trump, a través de redes sociales, advirtió a Jamenei que Washington conocía su ubicación, pero señaló que no planeaba atacarlo “al menos por ahora”. Tras un alto el fuego el 26 de junio, Jamenei afirmó en un mensaje pregrabado que Irán había “abofeteado” a Estados Unidos al atacar una base aérea en Qatar, y advirtió contra nuevos ataques de Estados Unidos o Israel.
Trump respondió a las declaraciones de Jamenei, afirmando ante periodistas y en redes sociales: “Miren, usted es un hombre de gran fe. Un hombre muy respetado en su país. Hay que decir la verdad. Te golpearon hasta el infierno”. Irán reportó más de 900 muertes y miles de heridos, además de severos daños en sus instalaciones nucleares, a las que negó acceso a inspectores del Organismo Internacional de Energía Atómica.
El presidente iraní ordenó el miércoles suspender la cooperación con el organismo nuclear de la ONU, restringiendo aún más la supervisión de un programa que enriquece uranio a niveles cercanos a los necesarios para armas nucleares. No está claro el alcance de los daños en las instalaciones nucleares tras los ataques aéreos de Israel y Estados Unidos, ni si Irán trasladó uranio enriquecido o centrifugadoras antes de los bombardeos. Las negociaciones con Estados Unidos sobre el programa nuclear, suspendidas tras el ataque inicial de Israel, enfrentan incertidumbre.
Israel atacó el programa nuclear iraní y también su infraestructura de misiles, sistemas de defensa antiaérea, y eliminó a oficiales del Cuerpo Revolucionario Islámico, científicos nucleares y militares de alto rango. En respuesta, Irán lanzó más de 550 misiles balísticos contra Israel, de los cuales la mayoría fue interceptada, causando 28 muertes y daños en varias zonas.
La ceremonia del sábado conmemoró el martirio de Hussein, nieto de Mahoma, en el siglo VII, un evento que marcó la división entre chiítas y suníes. Los chiítas, que representan más del 10% de los 1.800 millones de musulmanes, consideran a Hussein el legítimo sucesor del Profeta. Su muerte en Karbala, al sur de Bagdad, consolidó la identidad chiíta. En Irán, de mayoría chiíta, banderas rojas simbolizaron la sangre de Hussein, mientras que carpas y vestimentas negras expresaron luto. Procesiones de hombres autoflagelándose y golpeándose el pecho reflejaron devoción, y algunos rociaron agua a los asistentes bajo el intenso calor.