Durante la ceremonia por el aniversario de la masacre de Jedwabne, en Polonia, se instaló una estructura que contradice el consenso histórico sobre los asesinatos de 1941. Esta intervención alteró el evento al presentar una versión que niega la responsabilidad polaca en los crímenes cometidos contra cientos de judíos en esa localidad durante la Segunda Guerra Mundial.
Un legislador interrumpió el acto conmemorativo al afirmar que las cámaras de gas de Auschwitz eran falsas, lo que activó una investigación policial. La ceremonia marcó los 84 años de los asesinatos perpetrados en Jedwabne, donde los residentes locales mataron a cientos de judíos, muchos de ellos quemados vivos dentro de un granero.
La masacre fue documentada por el historiador Jan Tomasz Gross en su libro “Vecinos”, publicado en 2000. El volumen motivó una disculpa oficial del presidente polaco en 2001. En 2002, el Instituto de la Memoria Nacional de Polonia concluyó que los responsables de los asesinatos fueron ciudadanos polacos, aunque el hecho se convirtió en un tema polémico en la política nacional.
Previo a la ceremonia, se colocó una instalación cerca del monumento que recuerda la masacre. Siete rocas con placas metálicas, en polaco e inglés, presentaron una narrativa alternativa que atribuye el crimen a una unidad alemana. Según Gazeta Wyborcza, estas placas niegan la evidencia sobre la participación local en los asesinatos.
Una de las inscripciones culpaba a los alemanes de los crímenes. Otra señal afirmaba que la partición de Polonia en 1795 fue una tragedia para los polacos y una supuesta fuente de satisfacción para los judíos. El contenido también incluía afirmaciones sobre la simpatía de sectores judíos hacia el comunismo durante el período de entreguerras.
El activista Wojciech Sumlinski asumió la autoría de la instalación a través de la red social X. Afirmó haberla financiado mediante una campaña de recaudación colectiva. Los letreros se encuentran en un terreno privado, a aproximadamente 30 metros del monumento oficial que recuerda a las víctimas.
La ceremonia fue organizada por el Gran Rabino de Polonia, Michael Schudrich, junto con la junta de la Comunidad Judía de Varsovia. Al concluir el acto, grupos nacionalistas bloquearon los vehículos de los asistentes, impidiendo su salida del lugar hasta la intervención de la policía.
El eurodiputado Grzegorz Braun, conocido por su postura antisemita, participó en la protesta. Exigió la exhumación del sitio de la masacre, a pesar de que la legislación judía prohíbe alterar tumbas. Las autoridades locales desplegaron a varios agentes que disolvieron la protesta y permitieron la retirada de los asistentes.
Schudrich calificó las nuevas placas instaladas en Jedwabne como “una vergüenza” y como “una expresión de la enfermedad del antisemitismo”. Las declaraciones se realizaron antes del inicio oficial de la ceremonia conmemorativa del jueves.
La institución israelí Yad Vashem expresó su “profunda conmoción” por la alteración del contenido histórico en Jedwabne. Solicitó al gobierno polaco el retiro inmediato de la instalación y condenó lo que consideró una distorsión de los hechos documentados del Holocausto.
El Memorial de Auschwitz condenó al legislador Braun por negar la existencia de cámaras de gas en el campo de concentración, aunque no emitió comentarios específicos sobre lo ocurrido en Jedwabne. La policía investiga los dichos de Braun como posible delito.
Este episodio se produjo tras la elección de Karol Nawrocki como presidente de Polonia. Nawrocki, historiador conocido por sus posturas revisionistas, fue electo con apoyo del partido Ley y Justicia, que gobernó entre 2015 y 2023 con una agenda orientada a resaltar el sufrimiento polaco y minimizar investigaciones sobre crímenes cometidos por ciudadanos del país.
Durante su mandato, ese partido promovió leyes que impiden acusar a Polonia o a su población de complicidad en los crímenes del régimen nazi. También deslegitimó las investigaciones sobre antisemitismo y sobre casos en que polacos mataron a judíos durante la ocupación alemana.
Agnieszka Markiewicz, directora del Comité Judío Estadounidense para Europa Central, afirmó que los hechos en Jedwabne representan “una prueba para la democracia de Polonia”. Agregó que las expresiones de antisemitismo por parte de funcionarios electos exigen respuestas legales y políticas inmediatas.