Una de las grandes ironías de los recientes acontecimientos históricos mundiales es que un conflicto diseñado para debilitar, si no destruir, al Estado de Israel se saldó con un fortalecimiento inconmensurable de este. Irán promovió una guerra en múltiples frentes contra el Estado judío que comenzó el 7 de octubre de 2023, cuando un asalto liderado por Hamás, compuesto por árabes palestinos, contra comunidades del sur de Israel provocó la mayor masacre de judíos desde el Holocausto.
Esa orgía de asesinatos masivos, torturas, violaciones, secuestros y destrucción indiscriminada dejó al Estado judío en lo que probablemente fue el punto más bajo de su historia. Su pueblo quedó conmocionado por el horror y consideró a sus líderes responsables de una serie de errores colosales que hicieron posible esta catástrofe.
Aquel trágico día pudo haber sellado el destino político del primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, bajo cuya gestión ocurrió todo. Sin embargo, gracias a las victorias posteriores que los soldados israelíes lograron en el campo de batalla contra sus adversarios, el primer ministro permanece en el cargo y probablemente tiene una probabilidad equitativa de ganar otro mandato cuando los votantes de la nación acudan a las urnas en algún momento del próximo año.