El S-70 Okhotnik, dron furtivo ruso, fue derribado por un Su-57 en Ucrania, lo que reveló fallos críticos en su tecnología y operatividad.
S-70 Okhotnik: un fiasco tecnológico en combate
El 5 de octubre de 2024, un Sukhoi S-70 Okhotnik-B, promocionado como un dron furtivo de combate no tripulado, se estrelló en Kostiantynivka, región de Donetsk, Ucrania, tras haber sido derribado por un Su-57 ruso. El incidente tuvo lugar durante una prueba operativa, cuando el dron perdió contacto con su control terrestre y se desvió hacia territorio bajo control ucraniano. Las fuerzas rusas, al cometer un acto de torpeza monumental, decidieron destruirlo con un misil aire-aire disparado desde el Su-57, lo que expuso la fragilidad del sistema y también la incapacidad de Rusia para proteger su propia tecnología. Restos del dron, entre ellos un ala casi intacta y partes de un motor turbofan, fueron recuperados por las fuerzas ucranianas, lo cual desmintió las afirmaciones rusas sobre su supuesta invisibilidad al radar.
El S-70, desarrollado por Sukhoi y la Corporación Aeronáutica Rusa MiG desde 2011, tiene su origen en el diseño previo del Mikoyan Skat y utiliza tecnologías del caza Su-57. Con un peso de 20 toneladas, una envergadura de 19 metros y propulsado por un motor AL-31F o AL-41F, el dron puede alcanzar una velocidad máxima de 1.000 km/h y un alcance de hasta 6.000 km. Sin embargo, su diseño de ala voladora y los supuestos materiales compuestos con recubrimientos furtivos no evitaron su detección y posterior destrucción. La inclusión de un motor con tobera convencional en el prototipo derribado demuestra que no se implementaron las mejoras en sigilo, como una tobera plana, lo cual pone en duda los avances tecnológicos proclamados.
Apparently combat condition testing/operation for Su-57 and S-70 Okhotnik went awry.
— Dhimas Afihandarin (@Flankerchan) October 5, 2024
The Su-57 lost control of the S-70 loyal wingman and have to shoot it down. The crash site is in Kostyantynivka, Donetsk oblast. pic.twitter.com/GRPiOEqNdd
El dron transportaba una bomba de planeo UMPB D-30SN, lo que confirma que se encontraba en una misión de prueba de combate. Las fuerzas ucranianas recuperaron componentes clave antes del impacto del misil, lo cual les permitió analizar las limitaciones del S-70, entre ellas la ausencia de polímeros furtivos avanzados y sistemas de inteligencia artificial, lo que contradice las afirmaciones propagandísticas de Rusia sobre su superioridad tecnológica.
El desarrollo del S-70 comenzó con un prototipo presentado en 2017, seguido por pruebas de rodaje en 2018 y un primer vuelo en agosto de 2019, que tuvo una duración de apenas 20 minutos a 600 metros de altitud. En septiembre de 2019, el dron voló junto a un Su-57, supuestamente para probar su capacidad de operar como “ala leal”, con el fin de extender el alcance de radar y la designación de objetivos del caza. No obstante, el incidente de 2024 demuestra que estas capacidades aún no son operativas, y la necesidad de control humano directo pone en evidencia una integración deficiente entre plataformas tripuladas y no tripuladas. La pérdida del dron en un entorno de combate real dejó en evidencia fallas en su arquitectura de mando y control, ya que no evitó que se desviara hacia territorio enemigo.
Deficiencias críticas del S-70 Okhotnik
- El dron perdió contacto con su control terrestre, lo que mostró una arquitectura de comunicación frágil e ineficaz.
- La tobera convencional del motor dejó en evidencia una carencia de diseño furtivo, lo cual contradice afirmaciones sobre sigilo avanzado.
- La recuperación de restos por Ucrania permitió confirmar la ausencia de polímeros furtivos y sistemas de inteligencia artificial.
- El uso de un misil Iskander para destruir los restos no tuvo éxito, lo cual permitió el análisis de componentes clave.
Fallos operativos y propaganda desenmascarada
El S-70 Okhotnik, presentado como un pilar de la modernización aérea rusa, se desploma bajo el escrutinio de su desempeño real. Rusia afirmó que el dron, con capacidad para transportar hasta 2,8 toneladas de armamento en compartimentos internos, podía emplear misiles aire-aire y aire-tierra, así como bombas guiadas y no guiadas. Sin embargo, las pruebas revelaron un uso limitado a bombas FAB-500 de caída libre y a la bomba de planeo UMPB D-30SN, lo que indica que su capacidad para operar con armamento avanzado se encuentra severamente restringida. La falta de un sistema de control de armas sofisticado y la imposibilidad de emplear misiles aire-aire de manera efectiva reducen al S-70 a funciones de bombardeo básico, muy lejos de las aspiraciones de un dron de combate de sexta generación.
La propaganda rusa exageró las capacidades del S-70, al compararlo con programas como el X-47B estadounidense, pero el incidente en Ucrania demuestra que no alcanza tales estándares. La dependencia de componentes occidentales, entre ellos los de Analog Devices, Texas Instruments y STMicroelectronics, expone una debilidad crítica en la cadena de suministro rusa, que no ha logrado producir tecnología de punta autóctona debido a las sanciones internacionales. La presencia de estos componentes en el dron derribado se estima en un valor de $15 millones por unidad, comparable al de un F-16 antiguo.
Las pruebas previas del S-70, realizadas entre 2019 y 2023, consistieron en vuelos conjuntos con el Su-57 para evaluar su interoperabilidad. No obstante, el hecho de que su propio escolta lo derribara demuestra una coordinación deficiente y una falta de madurez en los sistemas de mando. La afirmación de que el S-70 podría operar en enjambres o bajo el control de un solo piloto de Su-57 no resulta sostenible, dado que el dron no demostró autonomía ni capacidad para ejecutar maniobras complejas en combate. La producción inicial, anunciada para la segunda mitad de 2024, parece más un intento por preservar la imagen del programa que una realidad operativa tangible.
El incidente también puso en evidencia la vulnerabilidad del S-70 ante sistemas de defensa antiaérea modernos. Aunque Rusia afirmó que el dron era “prácticamente invisible” gracias a recubrimientos antirradar, la facilidad con la que fue detectado y derribado contradice tales afirmaciones. La ausencia de contramedidas electrónicas avanzadas y la incapacidad para operar en entornos de alta amenaza indican que el S-70 no está preparado para misiones en espacios aéreos disputados, lo cual limita su utilidad estratégica. Este fracaso perjudica la reputación del programa y también plantea dudas sobre la capacidad de Rusia para desarrollar drones de combate competitivos a escala global.
Implicaciones estratégicas de un proyecto fallido
La pérdida del S-70 Okhotnik en Ucrania constituye un revés significativo para las ambiciones rusas de modernización militar. Diseñado para operar junto al Su-57 en misiones de reconocimiento, guerra electrónica y ataques de precisión, el dron prometía ampliar el alcance operativo de las fuerzas aéreas rusas. No obstante, su destrucción por fuego amigo reveló una cadena de errores que abarca desde el diseño hasta la ejecución operativa. La decisión de utilizar un Su-57, un caza de quinta generación con una flota limitada de unas 30 unidades, para derribar el dron puso innecesariamente en riesgo un activo valioso frente a las defensas antiaéreas ucranianas, lo que demuestra una gestión táctica deficiente.
El análisis de los restos que Ucrania logró recuperar indica que el S-70 carece de las capacidades avanzadas de inteligencia artificial y de sistemas de combate en red comparables con los estándares de la OTAN, como el Link-16. En vez de un dron autónomo de vanguardia, el S-70 se asemeja a un planeador con controles básicos, sin condiciones para cumplir con las exigencias de la guerra moderna. La ausencia de un sistema robusto de contramedidas electrónicas y la necesidad de un control humano directo reducen su capacidad para operar de forma independiente o en entornos hostiles.
El programa S-70, concebido como una respuesta al X-47B estadounidense, pretendía posicionar a Rusia como un competidor en la carrera por drones furtivos de combate. Sin embargo, después de más de una década de desarrollo, los resultados son decepcionantes. Solo se han producido cuatro prototipos, con especificaciones técnicas inconsistentes. La carencia de un motor optimizado para sigilo y la ausencia de sistemas avanzados de guerra electrónica demuestran que el S-70 está lejos de ser una plataforma operativa funcional.
El derribo del S-70 representa una pérdida material y también revela las fallas en la estrategia aérea rusa. La incapacidad para proteger la tecnología del dron, junto con la recuperación de sus restos por parte de Ucrania, otorga a Occidente una oportunidad para analizar las debilidades del programa. Este incidente no evidencia ningún avance, sino que deja al descubierto un proyecto lleno de promesas incumplidas y resultados mediocres.