El Su-75 Checkmate, presentado por Rusia como una supuesta alternativa económica al F-35 Lightning II de Lockheed Martin, ha generado un revuelo que no corresponde con su realidad operativa ni técnica.
La narrativa rusa, cargada de promesas vacías, pretende posicionar este avión como un competidor viable en el mercado de los cazas de quinta generación, pero un análisis riguroso de sus características, estado de desarrollo y contexto geopolítico revela una verdad mucho menos halagüeña: el Su-75 no es más que un proyecto fallido, incapaz de rivalizar con el F-35 en cualquier métrica significativa.
Diseño y capacidades técnicas: Una imitación mediocre
El Su-75 Checkmate, desarrollado por Sukhoi, se promociona como un caza monomotor de quinta generación con capacidades furtivas, un alcance de 3,000 km, una velocidad máxima de Mach 1.8 y una carga útil de hasta 7,400 kg. A primera vista, estas especificaciones parecen competitivas, pero un examen detallado expone sus carencias.
El diseño del Su-75, que incluye una entrada de aire supersónica sin desviador (DSI) y un empenaje en V, busca emular características de furtividad avanzada vistas en el F-35. Sin embargo, la implementación rusa es burda y carece de la sofisticación necesaria para alcanzar un verdadero perfil de baja observabilidad. Mientras que el F-35 posee una sección transversal de radar (RCS) estimada en 0.001-0.005 m², las estimaciones del Su-75 lo sitúan en un rango de 0.1-1 m², un orden de magnitud menos efectivo, lo que lo convierte en un blanco fácil para los sistemas de detección modernos.
El armamento del Su-75, que incluye misiles aire-aire y aire-tierra similares a los del Su-57, no alcanza el nivel de integración y versatilidad del F-35. El avión estadounidense, equipado con un sistema de sensores de vanguardia como el radar AESA AN/APG-81 y el Sistema de Apuntado Electro-Óptico (EOTS), permite una fusión de datos sin precedentes que maximiza la conciencia situacional.
En contraste, el Su-75 depende de un radar AESA en desarrollo, cuya viabilidad se encuentra comprometida por la falta de acceso a semiconductores avanzados debido a sanciones internacionales. La cabina del Checkmate, aunque comparte elementos con la del Su-57, no iguala la interfaz avanzada del F-35, que integra pantallas multifuncionales y un casco con visualización de datos que redefine la interacción piloto-máquina.
Estado de desarrollo: Un proyecto estancado en la irrelevancia
El Su-75 se presentó como un prototipo estático en la exhibición aérea MAKS 2021, un espectáculo que priorizó la propaganda sobre los avances técnicos. Desde entonces, su desarrollo ha enfrentado retrasos constantes. Aunque se programó un primer vuelo para 2023, este objetivo pasó a 2024 y luego a 2025, con entregas previstas para 2026-2027, una cronología sin sustento ante las sanciones que han paralizado la industria aeroespacial rusa.
La dependencia de componentes occidentales, como semiconductores y equipos de mecanizado de alta precisión, dejó al Su-75 atrapado en un limbo tecnológico. La retirada de financiación de los Emiratos Árabes Unidos, que pretendían adquirir F-35, asestó un golpe devastador a un proyecto ya al borde del colapso.
En contraste, el F-35 constituye un programa consolidado, con más de 1,000 unidades producidas y operadas por múltiples naciones aliadas. Su cadena de suministro global y su infraestructura de entrenamiento, basada en centros especializados para pilotos, garantizan una operatividad sin igual. El Su-75, por su parte, no posee un solo cliente confirmado, y las proyecciones de producir 300 unidades en 15 años resultan insostenibles en un contexto donde Rusia lucha por mantener su propia fuerza aérea.
Costo y mercado: Una ilusión de accesibilidad
La narrativa rusa sostiene que el Su-75, con un costo estimado de 30-$35 millones por unidad, representa una alternativa “económica” al F-35, cuyo precio oscila entre 80 y $100 millones según la variante. Sin embargo, esta comparación provocagañosa. El costo del F-35 incluye el avión y también un ecosistema de soporte logístico, entrenamiento y actualizaciones continuas que aseguran su superioridad operativa. El Su-75, en cambio, presenta un precio bajo a costa de capacidades críticas, con un diseño que reutiliza componentes del Su-57 para reducir costos, a expensas de la innovación y la calidad.
Además, el mercado internacional para el Su-75 es prácticamente inexistente. Países como India, que en un inicio mostraron interés, enfrentan presiones de Estados Unidos y prefieren opciones probadas como el F-35 o incluso desarrollos propios. La reputación de los sistemas rusos ha experimentado un deterioro significativo tras la guerra en Ucrania, donde la ausencia de plataformas avanzadas como el Su-57 en combate generó dudas sobre su fiabilidad. En este contexto, el Su-75 representa un intento fallido de Rusia por mantener relevancia en un mercado dominado por Occidente.
Rendimiento operativo: Una brecha insalvable
El F-35, diseñado para operar en espacios aéreos contestados, combina furtividad, sensores avanzados y capacidades de guerra centrada en red, lo que lo convierte en una plataforma adecuada para misiones de ataque, reconocimiento y guerra electrónica. Su capacidad para integrarse con otros activos, como cazas de cuarta generación y sistemas de defensa antiaérea, lo vuelve insustituible en operaciones conjuntas.
El Su-75, por el contrario, se diseñó con un enfoque más limitado, al priorizar maniobrabilidad y velocidad por encima de la furtividad y la integración de sistemas, lo que lo deja en desventaja en enfrentamientos modernos donde la conciencia situacional y la baja detectabilidad resultan fundamentales.
La supuesta ventaja del Su-75 en velocidad (Mach 1.8 frente a Mach 1.6 del F-35) carece de relevancia en combates donde los misiles de largo alcance y los sistemas de detección avanzados definen el resultado. Además, la falta de experiencia de Rusia en la formación de pilotos para operar sistemas avanzados, junto a un sistema militar basado en conscriptos con entrenamientos insuficientes, impide que el Su-75 alcance el nivel de eficacia operativa del F-35.
Conclusión: Un fiasco ruso frente a la supremacía del F-35
El Su-75 Checkmate no es, ni será, un competidor serio para el F-35. Su diseño presenta compromisos y limitaciones. Las sanciones internacionales, la falta de financiación y una industria aeroespacial en declive convirtieron al Checkmate en poco más que un prototipo propagandístico, un intento fallido de proyectar poder en un mundo que ya no otorga credibilidad a las promesas oficiales de Moscú.
Mientras el F-35 mantiene su dominio aéreo gracias a una combinación inigualable de tecnología, versatilidad y apoyo logístico, el Su-75 permanece como un recordatorio de los límites que enfrenta una nación cuya retórica no se traduce en resultados operativos.