El portaaviones Admiral Kuznetsov representa un fracaso rotundo en la ingeniería naval rusa, un monumento a la ineficiencia y al despilfarro que culmina en una decisión inevitable de desguace o venta, expuesta por una secuencia ininterrumpida de averías y desastres.
Este buque, único en su clase para la flota rusa, ilustra con crudeza la incapacidad estructural de un sistema que prioriza la apariencia sobre la funcionalidad, y provocó un artefacto obsoleto que jamás cumplió sus promesas operativas. La trayectoria de este portaaviones no merece indulgencia alguna; al contrario, demanda una disección implacable de sus defectos inherentes, desde su concepción defectuosa hasta su declive actual, donde la realidad impone un veredicto inapelable de obsolescencia total.
Historia del Admiral Kuznetsov
El Admiral Kuznetsov surgió en 1985, durante los estertores de la Unión Soviética, como un intento fallido de proyectar poder naval que nunca se materializó en eficacia real. Construido en los astilleros de Nikolayev, este buque de 305 metros de eslora y 65.000 toneladas de desplazamiento pretendía combinar funciones de crucero pesado y portaaviones, una hibridación que demostró ser un error conceptual desde el principio.
Sus motores, propensos a fallos crónicos, requerían remolcadores constantes para operaciones básicas, un detalle que expone la precariedad técnica de su diseño. En lugar de avanzar hacia una supremacía marítima, el Kuznetsov encarnó las limitaciones soviéticas, con un sistema de lanzamiento de aviones mediante rampa ski-jump que restringía severamente el peso y el alcance de las aeronaves embarcadas. Esta configuración, inferior a los catapultas de vapor o electromagnéticas de otros portaaviones, condenó al buque a una operatividad marginal, donde cada despliegue revelaba vulnerabilidades que ningún parche posterior pudo corregir.
La historia inicial del Kuznetsov no refleja innovación, sino una sucesión de compromisos que lo convirtieron en un lastre para la Armada rusa, un error que persiste hasta la fecha actual de julio de 2025.
Accidentes del Portaaviones Kuznetsov
La lista de incidentes que han azotado al Admiral Kuznetsov constituye un catálogo de negligencias inexcusables. En 2016, durante un despliegue frente a las costas de Siria, el buque perdió dos aeronaves en aterrizajes fallidos, un suceso que expuso la ineficacia de sus sistemas de cables de arresto y la falta de preparación de la tripulación. Este desastre no fue aislado; en noviembre de 2018, una grúa flotante de 70 toneladas colapsó sobre la cubierta de vuelo mientras el portaaviones se encontraba en dique seco en Murmansk, causando la muerte de un trabajador y heridas a varios más, además de daños extensos que prolongaron su inactividad.
Apenas un año después, en diciembre de 2019, un incendio originado por trabajos de soldadura en el mismo astillero de Murmansk mató a una persona e hirió a una docena, propagándose a través de 600 metros cuadrados del buque y revelando deficiencias graves en protocolos de seguridad.
En 2022, otro incendio menor se sumó a esta cadena, confirmando un patrón de descuidos que transforma al Kuznetsov en un riesgo constante para vidas humanas y recursos materiales. Estos hechos no admiten excusas; representan un fracaso sistemático que condena al buque como un peligro ambulante, indigno de cualquier inversión adicional.
Kuznetsov: Ineficiencia crónica y obsolescencia técnica
Los defectos operativos del Admiral Kuznetsov trascienden los accidentes puntuales para revelar una obsolescencia profunda que lo inhabilita para misiones modernas. Fuera de servicio desde 2017, el buque ha acumulado años de reparaciones infructuosas, con motores que no han funcionado adecuadamente en décadas y un casco corroído por la falta de mantenimiento adecuado.
Su dependencia de remolcadores para navegar, unida a emisiones de humo negro que delatan fallos en la propulsión, lo convierte en una caricatura de portaaviones, incapaz de sostener operaciones prolongadas sin apoyo externo. La capacidad limitada para albergar solo alrededor de 20 aeronaves, en comparación con los 90 de equivalentes estadounidenses, agrava esta ineficiencia, mientras que sus armamentos híbridos –misiles crucero junto a funciones de portaaviones– diluyen su efectividad en cualquier rol específico. En 2024, informes confirmaron que el buque permanecía anclado, con refits pospuestos indefinidamente, un estado que expone la incapacidad rusa para sostener una flota de proyección global.
Esta crónica de inoperatividad no merece piedad; ilustra un despilfarro colosal que drena recursos sin retribución alguna, un veredicto que condena al Kuznetsov como un relicto inútil en un contexto naval contemporáneo.
Decisión de desguace del Admiral Kuznetsov en 2025
En julio de 2025, el destino del Admiral Kuznetsov se precipita hacia un cierre definitivo, con indicios claros de que será vendido o desguazado, culminando una trayectoria de 40 años marcada por el fracaso absoluto. Fuentes verificables indican que el buque, inactivo desde hace ocho años, enfrenta costos prohibitivos para cualquier restauración viable, llevando a una resolución pragmática de eliminación.
Este desenlace no sorprende; responde a una acumulación de daños irreparables, desde el colapso de la grúa en 2018 hasta los incendios recurrentes, que han convertido al portaaviones en un lastre financiero y operativo El final de este buque no evoca nostalgia, sino una crítica acerada a un sistema que permitió tal derroche, donde la obsolescencia se impone como el único legado perdurable del Kuznetsov.