RBC Ucrania informó el 31 de julio de 2025 que Rusia empleó al menos ocho drones Shahed a reacción en ataques a gran escala contra Ucrania. Según el portavoz de la Fuerza Aérea, Yurii Ihnat, se trata del Geran-3, una variante basada en el Shahed-238 iraní, presentada en noviembre de 2023. Las autoridades ucranianas confirmaron su uso en los ataques del 30 y 31 de julio, que afectaron principalmente a Kiev y a regiones del norte.
Ihnat explicó que el Geran-3 muestra un perfil de radar similar al de los misiles de crucero, debido a su velocidad superior a 500 kilómetros por hora, lo cual dificulta su intercepción. En el ataque del 30 de julio, Rusia lanzó 78 drones Shahed, de los cuales 51 fueron neutralizados por medios electrónicos, drones interceptores, sistemas móviles y misiles antiaéreos. Al menos ocho unidades eran propulsadas por turborreactor, lo que constituyó uno de los primeros usos documentados de este modelo en ataques coordinados. También participaron UAV señuelo y ocho misiles Iskander-K, lo que dejó 13 muertos y más de 130 heridos.
El Geran-3 utiliza un motor turborreactor Tolou-10 o Tolou-13, copias iraníes no licenciadas de los PBS TJ100 y TJ150 checos. Este modelo alcanza velocidades de hasta 600 kilómetros por hora y altitudes máximas de 9.000 metros. Tiene una autonomía de dos horas, un peso de despegue de 380 kilogramos y una envergadura de 3 metros. Su carga explosiva varía entre 50 y 300 kilogramos, y algunas versiones emplean ojivas termobáricas. La sección transversal estimada de radar es de 0,05 m². El sonido agudo del motor complica su detección mediante sensores acústicos como el sistema Sky Fortress.
Ucrania recuperó en junio restos del Geran-3 con el número de serie U-36. La inteligencia ucraniana y fuentes OSINT indican que Rusia ensambla estos drones en Alabuga, Tatarstán. Inicialmente, los kits llegaron desde Irán, pero la fabricación se ha ido localizando. Los modelos derribados contienen componentes occidentales como antenas GNSS, transceptores RF y microcontroladores de Canadá, Suiza y Estados Unidos, adquiridos mediante intermediarios. Las mejoras incluyen fuselajes reforzados, tomas de aire modificadas y ocho actuadores de control, lo que mejora su maniobrabilidad. Irán ha demostrado su capacidad para recuperar estos drones con paracaídas, aunque Rusia los usa como municiones unidireccionales.
El modelo estándar integra navegación satelital e inercial mediante GPS y GLONASS. Otras versiones incorporan sensores infrarrojos, radares pasivos o cámaras electroópticas. Todos los drones conocidos se lanzan desde rieles montados en camiones o con impulsores JATO. Aunque fuentes rusas mencionaron lanzamientos aéreos, no existen pruebas de uso operativo en 2025. Su velocidad y tamaño dificultan la interceptación por medios móviles ucranianos, que emplean ametralladoras en vehículos y MANPADS. Sin embargo, su firma térmica lo expone a misiles guiados por calor como los Stingers, Piorun y Strela, según el analista Valerii Romanenko. También afirmó que el sistema alemán Gepard puede interceptarlo por su velocidad moderada.
Ucrania ha respondido con drones FPV interceptores de alta velocidad. El presidente Zelensky solicitó producir 1.000 unidades diarias, pero el ministro Mykhailo Fedorov reconoció limitaciones frente a los Shahed a reacción. Fedorov remarcó la necesidad de adaptar rápidamente la defensa ante los ajustes tácticos rusos. Añadió que Rusia incorpora tecnologías para evadir interceptores actuales, por lo que exigió respuestas anticipadas. El analista Alexander Kovalenko sostuvo que Rusia usa el Geran-3 para evaluar la capacidad de los interceptores ucranianos. Romanenko añadió que cazas ucranianos armados con misiles Sidewinder o MICA pueden abatirlos, ya que a velocidades de 450 km/h estos drones entran en su envolvente de combate.
A pesar de estas opciones defensivas, los costos entre sistemas ofensivos y defensivos siguen siendo dispares. Un misil NASAMS AIM-120 AMRAAM cuesta entre $500.000 y $1 millón, mientras que un interceptor Patriot PAC-3 ronda los $4 millones. En comparación, un Shahed-136 cuesta entre $20.000 y $50.000. El Shahed-238, en cambio, puede alcanzar los $1,4 millones por unidad. Su mayor complejidad de fabricación, derivada de fuselajes reforzados y sistemas de guía avanzados, limita la escalabilidad. Aunque Rusia prevé aumentar la producción mensual de drones Shahed-136 de 2.000 a 5.000, la inclusión de motores a reacción ralentiza el proceso. Las sanciones y la escasez de componentes también dificultan la producción masiva del Geran-3.
Según el Comando de la Fuerza Aérea y canales de monitoreo, el 30 y 31 de julio se avistaron drones a reacción en varias zonas. Ucrania registró impactos en siete ubicaciones y restos en dos más. Los analistas continúan examinando restos para definir el papel del Geran-3. Reportes previos documentaron su uso en ataques masivos como el del 17 y 18 de mayo, cuando Rusia lanzó 273 drones. La tasa de impacto aumentó del 5 % en el primer trimestre al 15 % en el segundo, aunque no se ha comprobado que el Geran-3 haya contribuido directamente al alza. Fuentes como Militarnyi señalan que su rendimiento supera a varios interceptores, pero presenta vulnerabilidades térmicas.
Medios rusos comparan el Geran-3 con un misil de crucero debido a su perfil y capacidades. Su uso indica una estrategia para ampliar el arsenal de municiones merodeadoras con plataformas que operan a mayores distancias, altitudes y velocidades. Algunos informes sugieren que podrían adaptarse a misiones SEAD o a interceptación limitada de UAV, aunque no existen enfrentamientos aire-aire confirmados hasta julio de 2025. La producción continúa con diseño iraní, electrónica china y componentes importados, lo que podría incidir en la planificación de la defensa antiaérea de Ucrania.