Durante una declaración televisada, el jefe adjunto de Hezbolá, Naim Qassem, rechazó los llamados al desarme y afirmó que el grupo responderá con una nueva guerra si Israel inicia una ofensiva a gran escala contra el Líbano. La advertencia coincidió con una reunión del gabinete libanés centrada en el posible desarme de la organización, una medida impulsada por Estados Unidos.
Qassem rechazó los planteamientos estadounidenses y cuestionó si se pretende abrir un diálogo o imponer la entrega unilateral de armas. Según sus palabras, “no podemos aceptar que el Líbano se comprometa a renunciar gradualmente a su fuerza mientras todas las cartas de fuerza permanezcan en manos del enemigo israelí”.
Las exigencias de desarme surgieron tras el alto el fuego de noviembre de 2024, que puso fin a más de un año de hostilidades iniciadas por los ataques transfronterizos de Hezbolá el 8 de octubre de 2023. La organización sufrió importantes pérdidas, tanto en su arsenal como entre sus mandos, incluyendo la muerte de Hassan Nasrallah.
En el plano político, la influencia interna de Hezbolá ha disminuido. El presidente libanés Joseph Aoun ha promovido que las armas estén bajo control exclusivo del Estado, posición que el grupo ha rechazado históricamente. Aoun también ha exigido a Israel que abandone los cinco puntos del sur del Líbano que aún ocupa y desde los cuales realiza ataques cuando detecta violaciones al alto el fuego.
Desde junio, Washington y Beirut discuten una hoja de ruta para el desarme de Hezbolá. El plan contempla la suspensión de los ataques israelíes, la retirada de tropas israelíes del territorio libanés y financiamiento para la reconstrucción. Sin embargo, ante la falta de avances, Estados Unidos ha presionado al gobierno libanés para que se comprometa públicamente.
La semana pasada, Aoun declaró que el país busca retirar las armas de todos los grupos armados, incluyendo a Hezbolá, y transferirlas al ejército nacional. Afirmó que el Líbano enfrenta una etapa decisiva en la que debe optar entre el colapso y la estabilidad, y vinculó el respaldo internacional a la ejecución del desarme.
Durante la sesión del gabinete se abordaron temas relacionados con la soberanía del Estado sobre todo el territorio nacional mediante sus propias fuerzas y con el alto el fuego vigente desde noviembre. Mientras se realizaba la reunión, Qassem reiteró que Hezbolá no renunciará a sus armas mientras persistan los ataques israelíes.
En relación con las propuestas negociadas, Qassem rechazó cualquier calendario que se base en la agresión israelí y reafirmó que no aceptarán otro acuerdo que no sea el firmado entre el Estado libanés e Israel en noviembre. Además, exigió como condiciones previas la reconstrucción de las zonas afectadas, el cese de los ataques israelíes, la retirada de sus tropas y la liberación de prisioneros libaneses.
Qassem informó que la guerra dejó un saldo de 5.000 combatientes muertos y 13.000 heridos, primera vez que la organización entrega cifras oficiales. Afirmó que el grupo mantiene su estructura operativa y aseguró que sus integrantes están preparados para asumir sacrificios si la situación lo exige.
Advirtió que cualquier nueva ofensiva israelí activará una respuesta defensiva por parte de Hezbolá y provocará impactos dentro del territorio israelí. También criticó la propuesta del enviado estadounidense Tom Barrack, calificándola como una imposición que eliminaría completamente las capacidades de defensa del grupo y del Líbano.
Poco después de sus declaraciones, decenas de hombres en motocicleta con banderas de Hezbolá salieron a las calles de los suburbios del sur de Beirut por segundo día consecutivo, en una muestra pública de respaldo. El mes pasado, Barrack instó al gobierno libanés a consolidar un monopolio estatal sobre las armas.
Un funcionario libanés con conocimiento directo de las negociaciones declaró a la AFP que Estados Unidos presiona para que Hezbolá entregue sus armas conforme a un cronograma, aunque sin ofrecer garantías. Aseguró que el grupo no aceptará entregar su arsenal sin recibir algo a cambio, y que Washington es consciente de esa postura.