El principal partido cristiano del Líbano instó el domingo a Hezbolá a entregar sus armas al Estado mientras el ejército se prepara para ejecutar un plan de desarme.
El grupo respaldado por Irán se debilitó considerablemente tras un conflicto de un año con Israel, que incluyó dos meses de guerra abierta, destruyó parte de su arsenal y diezmó su liderazgo.
Bajo la presión de Estados Unidos, el gobierno libanés ordenó en agosto a los militares preparar un plan para desarmar al grupo antes de fin de año.
Samir Geagea, jefe del partido Fuerzas Libanesas y del principal bloque cristiano del parlamento, afirmó que las armas de Hezbolá no tenían “ningún impacto” contra Israel y solo provocaron “destrucción, ruina, desplazamiento e invitaron a una nueva ocupación”.
“El camino más corto para poner fin a la ocupación y agresión israelíes, hermanos míos, es construir un estado real, y no puede haber un verdadero estado mientras permanezcan las armas ilegales”, añadió, y pidió que “todas las armas regresen al Estado libanés”.
“Su guerra con Israel estaba perdida y resultó destructiva. Una guerra civil sería aún más desastrosa y podría hacer que pierdan todo”.
Hezbolá, la única facción que mantuvo sus armas tras la guerra civil del Líbano de 1975-1990, ha rechazado el desarme y acusó a las autoridades de servir a Israel y Estados Unidos.
“Todavía es posible romper este ciclo y evitar más pérdidas tomando la valiente decisión de pasar de la ilegalidad a la legitimidad”, indicó Geagea, acusando a Hezbolá de servir a “un proyecto expansionista iraní”.
El sábado, el legislador de Hezbolá Hassan Ezzedine declaró que el grupo “no abandonaría \[sus armas] bajo ninguna circunstancia o pretexto”, según la Agencia Nacional de Noticias estatal.
Hizo esas declaraciones después de que Hezbolá y sus aliados rechazaran una reunión del gabinete el viernes que respaldaba el plan del ejército para desarmar al grupo.
Tras la reunión, el ministro de Información Paul Morcos señaló que el ejército comenzaría a ejecutar el plan “de acuerdo con las capacidades disponibles”.
Añadió que el comandante del ejército había advertido sobre las “limitaciones” en la implementación del plan, especialmente ante los “ataques israelíes”, y no estableció un plazo para la operación. Una declaración del gobierno condicionó el avance al “compromiso de otras partes, sobre todo de Israel”.