El Chengdu J-20 incorpora radar de barrido electrónico activo y sensores electroópticos con cobertura esférica, equiparados en ciertos aspectos al F-35 por fuentes estadounidenses, aunque con diferencias en integración y alcance.
El Chengdu J-20 desarrolla capacidades avanzadas en guerra electrónica
El Chengdu J-20, caza sigiloso de quinta generación desarrollado por China, incorpora sistemas de guerra electrónica que incluyen un radar de barrido electrónico activo y sensores electroópticos con cobertura esférica, capacidades que fuentes gubernamentales estadounidenses y centros de estudios estratégicos equiparan en ciertos aspectos a las del F-35 Lightning II de Estados Unidos, aunque con diferencias en integración y alcance operativo, según informes del Departamento de Defensa y organizaciones como el Centro de Estudios Estratégicos e Internacionales.
La aeronave, operada por la Fuerza Aérea del Ejército Popular de Liberación, se produce en instalaciones ampliadas desde 2023 y cuenta con motores indígenas WS-10, con transiciones hacia el WS-15 para lograr velocidades supercrucero, lo que le permite ejecutar misiones de superioridad aérea y ataque con menor visibilidad radar en regiones como la primera cadena de islas.
La Corporación de la Industria Aeronáutica de China fabrica el J-20, que entró en servicio en 2017 y ha alcanzado un inventario que supera las 200 unidades, con una variante biplaza revelada en 2021 para posibles roles expandidos en coordinación con drones de alerta temprana. Sus sistemas electrónicos incluyen un radar de barrido electrónico activo que detecta objetivos a distancias extendidas, un sensor de búsqueda y seguimiento infrarrojo/electroóptico montado en el morro y un sistema de detección electroóptica pasiva que ofrece cobertura de 360 grados.
Estos componentes facilitan la recolección de señales, la geolocalización de emisores electrónicos y la transmisión segura de datos a plataformas aliadas, como el drone de alerta temprana Divine Eagle. El diseño de bajo observabilidad del J-20, verificado mediante pruebas de sección transversal radar, incorpora serraciones en las toberas de los motores para redirigir ondas radar, lo que reduce su detectabilidad y permite operaciones en entornos con defensas antiaéreas densas.
Fuentes del Departamento de Defensa indican que estas características degradan la capacidad de fuerzas adversarias para detectar y enganchar el avión, lo que permite misiones ofensivas que niegan la movilización defensiva enemiga.
Características clave de los sistemas electrónicos del J-20
- Radar de barrido electrónico activo detecta objetivos a distancias extendidas.
- Sensor de búsqueda y seguimiento infrarrojo/electroóptico montado en el morro.
- Sistema de detección electroóptica pasiva ofrece cobertura de 360 grados.
- Recolección de señales y geolocalización de emisores electrónicos.
- Transmisión segura de datos a plataformas aliadas como Divine Eagle.
El F-35 Lightning II integra sistemas avanzados de guerra electrónica
En comparación, el F-35A Lightning II, producido por Lockheed Martin para la Fuerza Aérea de Estados Unidos, integra un sistema de guerra electrónica AN/ASQ-239 que actúa como recolector de señales, ofrece advertencia radar y geolocalización de múltiples objetivos simultáneamente, con capacidad de ataque electrónico de alta ganancia a través de su radar de barrido electrónico activo. Este sistema proporciona una potencia de interferencia hasta diez veces superior a la de aviones legados, según evaluaciones del Congreso estadounidense, y no requiere apoyo de aeronaves dedicadas a guerra electrónica para su protección en entornos de alta amenaza.
El F-35 cuenta con el Sistema de Apertura Distribuida Electroóptico, que asegura conciencia situacional en todas direcciones para alertas de misiles y aviones, junto con un Sistema de Orientación Electroóptico para detección de largo alcance y orientación precisa contra objetivos terrestres y aéreos. Su arquitectura abierta fusiona datos de sensores, distribuye información a través de enlaces tácticos seguros y emplea un sistema logístico autónomo que monitorea el rendimiento y planifica el mantenimiento.
Con una longitud de 15,7 metros y un peso máximo al despegue de 31.751 kilogramos, el F-35 opera con un radio de combate de aproximadamente 1.100 kilómetros, lo que define al F-35 como un caza polivalente con énfasis en interoperabilidad en coaliciones.
Por su parte, el F-22 Raptor, también de Lockheed Martin y exclusivo de la Fuerza Aérea estadounidense, integra su radar, control de armas y sistemas de guerra electrónica en una unidad unificada, lo que permite detectar amenazas a distancias superiores y alertar a otras aeronaves antes de que el peligro entre en rango.
El F-22 Raptor presenta capacidades en detección y protección electrónica
Su radar AN/APG-77 de barrido electrónico activo rastrea múltiples objetivos con baja probabilidad de interceptación, mientras que el receptor de advertencia radar AN/ALR-94 y el detector de lanzamiento de misiles AN/AAR-56 proporcionan protección pasiva. El diseño sigiloso del F-22, con una longitud de 18,9 metros y un peso máximo al despegue de 38.000 kilogramos, logra una sección transversal radar reducida, combinada con motores Pratt & Whitney F119 que habilitan supercrucero a Mach 1,82 sin postquemadores.
Fuentes oficiales indican que, aunque depende menos de apoyo externo en guerra electrónica que generaciones anteriores, se beneficia de plataformas dedicadas en escenarios específicos, con una maniobrabilidad excepcional que complementa sus capacidades electrónicas para superioridad aérea. Las dimensiones del J-20, con una longitud de 20,3 a 20,5 metros y un peso máximo al despegue estimado entre 34.000 y 37.000 kilogramos, lo colocan en un rango similar al del F-22 y al del ruso T-50 PAK FA, pero su bahía de armas incluye dos laterales para misiles aire-aire pequeños y una central para armamento variado, configuración que difiere de la del F-35, pero se asemeja a la del F-22.
El Departamento de Defensa reporta que el J-20 busca igualar estándares estadounidenses mediante indigenización, con mejoras que incluyen mayor capacidad de misiles aire-aire en configuración de bajo observabilidad y toberas vectoriales para mayor maniobrabilidad. Centros de estudios como RAND señalan que la fuerza aérea china ha avanzado desde capacidades mínimas en 2000, con adquisiciones de aviones de alerta temprana y control aéreo, hasta integrar radares de barrido electrónico activo y enlaces de datos en plataformas como el J-20, aunque su sección transversal radar no alcanza los niveles del F-22 o F-35.
En escenarios regionales, evaluaciones estadounidenses de 2008 y 2009 indicaban que el despliegue del J-20 alrededor de 2020 podría requerir revisiones en programas de modernización aérea en países como Estados Unidos, Taiwán, Corea del Sur y Japón, con proyecciones de que para 2025 Estados Unidos mantendría una flota de casi 1.100 cazas de quinta generación frente a un inventario chino más limitado.
Proyecciones y avances en capacidades aéreas chinas
generales estadounidenses han expresado en 2022 que el J-20 no causa preocupación excesiva mientras se avancen iniciativas como el Dominio Aéreo de Próxima Generación, que busca aeronaves de sexta generación con superioridad en guerra electrónica. El J-20, con su empuje máximo de 155 kN por motor en versiones actualizadas, logra supercrucero bajo con el WS-10 y potencialmente rivaliza con el F-22 al incorporar el WS-15, según datos de centros estratégicos.
La producción del J-20 se expande mediante nuevas plantas de ensamblaje, lo que indica esfuerzos chinos por reducir dependencia de motores extranjeros como el ruso AL-31F. En paralelo, el F-35 se produce en tres variantes para diferentes ramas militares estadounidenses, con énfasis en entornos de amenaza avanzada donde su fusión de sensores ofrece ventaja decisiva.
El F-22, con un inventario de 187 unidades, se utiliza en misiones de superioridad aérea, donde su integración electrónica permite operaciones a velocidades Mach 1,5 con bombas de precisión desde altitudes elevadas. Fuentes del Congreso indican que aeronaves de quinta generación como estas requieren menos soporte en guerra electrónica, lo que libera recursos para proteger plataformas menos sigilosas.
Los avances chinos en guerra electrónica, desde plataformas mínimas a sistemas integrados en cazas modernos, incluyen al menos una docena de aviones de alerta temprana para vigilancia y alerta de ataques. El J-20 se destina a roles potenciales en ataque electrónico, para suprimir radares y comunicaciones enemigas mediante bahías de armas adaptadas, aunque variantes biplaza podrían comprometer el sigilo en configuraciones de carga pesada.