Durante el verano de 2023, antes del ataque de Hamás del 7 de octubre, la fuerza aérea de Israel estableció una unidad de inteligencia destinada a actuar contra la amenaza de Irán. Los primeros ataques de las FDI en junio respondieron a dos ofensivas masivas previas con misiles y aeronaves no tripuladas iraníes y a información de inteligencia que señalaba la aceleración del programa nuclear de Teherán.
El general de brigada Gilad Keinan, jefe de operaciones de la fuerza aérea, afirmó que existía preocupación por la posible muerte o derribo de pilotos israelíes durante la guerra. Declaró: “Estábamos seguros de que sabíamos cómo llegar a cualquier piloto o navegante que resultara derribado. La pregunta era más si podríamos extraerlos”. Agregó que Irán no desplegó aviones para interceptarlos por riesgo de derribar sus propios aparatos.
Keinan confirmó que soldados israelíes operaron “en algún lugar” del terreno, sin ofrecer detalles adicionales. Un oficial anónimo encargado de la planificación operativa confirmó la presencia de tropas “en el Medio Oriente”, sin precisar si incluía a Irán. El informe incluyó transcripciones de reuniones del gabinete antes y durante la guerra, en las que se informó que la inteligencia iraní detectó señales de un posible ataque israelí, aunque Teherán esperaba restricciones estadounidenses.
Se informó a los ministros que las operaciones israelíes habían buscado debilitar al régimen iraní durante varios años y que se esperaban entre 200 y 400 víctimas civiles. Al iniciarse la guerra, los ministros y sus familias fueron trasladados a refugios subterráneos seguros, mientras el alto mando militar se dividió en diferentes centros de comando para mantener la cadena de mando ante posibles ataques.
El informe citó que una publicación del embajador estadounidense en Israel, Mike Huckabee, horas antes de los ataques israelíes, pudo alertar a Irán sobre las operaciones. Huckabee publicó: “Permaneceremos aquí toda la noche. Oren por la paz de Yerushalaim”. Una declaración posterior de Trump en Truth Social mencionó que el ejército de EE. UU. obtendrá logros en los próximos días.
Cuando la fuerza aérea iraní detectó la situación, sus líderes se reunieron en centros de comando. Funcionarios israelíes describieron la acción como un conjunto de muertes masivas. Un oficial no identificado aseguró que en 48 horas el espacio aéreo de Teherán quedó bajo control israelí. Durante los contraataques iraníes, algunos ministros expresaron preocupación por la reacción de Trump ante imágenes de destrucción en Israel, mientras otros consideraron que aumentarían el apoyo estadounidense.
El primer ministro Netanyahu instruyó ataques a tanques de combustible y una instalación Basij. Katz indicó que se consideró atacar a Jamenei, pero no fue posible debido a su ocultamiento. Netanyahu afirmó que, dada la intención del régimen iraní de destruir Israel, Jamenei no debería considerarse exento de ataques.
Un oficial de planificación operativa señaló que los ataques impactaron varios sitios nucleares y causaron daños significativos a los materiales nucleares de Teherán. Israel justificó la ofensiva contra líderes militares, científicos, instalaciones nucleares y programas de misiles balísticos iraníes como una medida para impedir que la República Islámica realice su plan declarado de destruir al Estado judío.
Irán negó haber buscado armas nucleares, pero enriqueció uranio a niveles no aplicables a fines pacíficos, bloqueó el acceso de inspectores internacionales y amplió su capacidad de misiles balísticos. Israel afirmó que estas acciones constituyen avances recientes en la militarización del programa iraní. La tensión aumentó tras los ataques previos de Israel sobre objetivos vinculados al desarrollo militar de Teherán.
En represalia a los ataques israelíes, Irán lanzó más de 500 misiles balísticos y alrededor de 1.100 aeronaves no tripuladas contra Israel. Las ofensivas provocaron la muerte de 31 personas e hirieron a más de 3.000, según datos de funcionarios de salud y hospitales. La respuesta iraní se concentró en áreas estratégicas y pobladas, lo que causó daños significativos en infraestructura civil y edificaciones residenciales.
Los ataques impactaron 36 sitios con misiles y un ataque adicional con aviones no tripulados en zonas urbanas. Se registraron daños en 2.305 viviendas distribuidas en 240 edificios, junto con dos universidades y un hospital. Más de 13.000 israelíes tuvieron que abandonar temporalmente sus hogares debido a los ataques, mientras las autoridades locales evaluaban la magnitud de los daños y coordinaban la asistencia humanitaria y la reparación de infraestructuras afectadas.