Guy, de 15 años, evacuado por masacre de Hamás en 2023, participa en Campers2Gether para respiro en campamentos judíos estadounidenses en 2025.
Adolescente israelí absorbe serenidad en paisaje californiano tras evacuación
Guy, un adolescente israelí de 15 años, arribó a Camp Ramah en Ojai, California, un sitio vinculado al Movimiento Conservador. De inmediato, absorbió la atmósfera serena del lugar. El paisaje del sur de California, con sus montañas imponentes, bosques densos y fauna silvestre, le transmitió una paz inmediata. Esta tranquilidad resultó esencial para él, dado que el trauma reciente había alterado su vida por completo.
La invasión y masacre perpetradas por Hamás el 7 de octubre de 2023 en el sur de Israel obligaron a Guy a evacuar su hogar en Eshkol, una zona fronteriza con Gaza que sufrió ataques intensos. Primero, residió en un hotel; después, se trasladó cerca de Tel Aviv. Solo regresó a su casa tras casi un año y medio de desplazamiento. Esta experiencia lo marcó profundamente, aunque encontró alivio en el campamento estadounidense.
Guy formó parte de los 770 jóvenes israelíes que participaron en campamentos judíos de verano en Estados Unidos durante 2025, gracias a Campers2Gether. Este programa, impulsado por la Agencia Judía para Israel, ofrece un respiro ante la guerra en curso. Para resguardar su privacidad, según las normas de seguridad de la agencia, se omiten los apellidos de los adolescentes involucrados.
Lanzado en 2024, Campers2Gether selecciona estudiantes de noveno y décimo grado de las áreas cercanas a Gaza. Estos jóvenes acuden a 35 campamentos en América del Norte. En particular, Camp Ramah en California albergó a 20 adolescentes de Eshkol. El iniciativa fomenta enlaces interculturales entre judíos israelíes y estadounidenses, especialmente valiosos cuando los viajes a Israel disminuyen por la guerra regional.
Aspectos clave del programa Campers2Gether y sus participantes
- Selecciona estudiantes de noveno y décimo grado de áreas cercanas a Gaza.
- Acuden a 35 campamentos en América del Norte.
- Camp Ramah en California albergó a 20 adolescentes de Eshkol.
- Fomenta enlaces interculturales entre judíos israelíes y estadounidenses.
Participantes israelíes exploran igualdad en prácticas judías conservadoras
El campamento abrió una perspectiva sobre la práctica judía conservadora en Estados Unidos para los israelíes. Ella, una participante de 14 años de Eshkol, creció en una comunidad masorti o conservadora. Valoró la igualdad que observó en las actividades religiosas. Las niñas usaban tefilín con naturalidad, algo que le sorprendió al principio, pero que pronto abrazó como positivo y necesario.
Guy, procedente de una comunidad secular, experimentó por primera vez a niñas que cantaban pasajes de la Torá. Esta novedad le resultó placentera y enriquecedora. Tales momentos resaltaron las diferencias culturales, aunque también unieron a los grupos. La Agencia Judía inicialmente concibió Campers2Gether como una intervención única tras el 7 de octubre, pero su éxito mutuo lo convirtió en un evento anual.
La Dra. Shelley Kedar, directora de impacto en la Agencia Judía, impulsó esta permanencia después de evaluar los beneficios recíprocos. En el segundo año, surgieron retos nuevos relacionados con la salud mental de los israelíes. Kedar notó que, aunque los jóvenes demostraban resiliencia, la guerra prolongada afectaba su bienestar. Por ello, la agencia ajustó el apoyo para atender estas necesidades emergentes.
Cada día, la Agencia Judía reservó momentos para que los israelíes procesaran emociones en hebreo junto a sus madrichim, educadores acompañantes. Guy enfrentó dificultades iniciales por la distancia familiar, pero los servicios de salud mental lo asistieron. Además, las charlas con el equipo israelí le aportaron diversión y consuelo. Esta estructura diaria fortaleció su adaptación al entorno.
Adolescentes superan barreras idiomáticas mediante actividades grupales
El campamento aplicó una regla estricta sin teléfonos, lo que ofreció un escape de las noticias israelíes. Ella acogió esta desconexión con gratitud. Sin el dispositivo cerca, evitó el flujo constante de información. El aislamiento creó una burbuja protectora que la serenó. Esta política benefició a todos, al promover presencia plena en el momento.
Los adolescentes estadounidenses, como Mara de Denver, Colorado, lidiaron con barreras idiomáticas al inicio. Las salutaciones simples fluían, pero las conversaciones profundas resultaban complejas. Sin embargo, las actividades grupales del campamento facilitaron puentes. Durante Shabat, el baile y el canto colectivos unieron a los participantes sin necesidad de palabras elaboradas.
Max, un joven de 16 años de Los Ángeles, California, cultivó lazos mediante interacciones informales fuera del programa. Las tiendas de campaña adyacentes propiciaron charlas nocturnas. Ignoraron distracciones externas y se enfocaron en el presente. Esta proximidad fomentó apertura mutua, lo que permitió que compartieran experiencias personales con mayor confianza.
Nueve días después de la llegada de los israelíes, el personal organizó círculos de diálogo. En estos espacios, los visitantes relataron sus vivencias del 7 de octubre ante los anfitriones estadounidenses. Ariella Moss Peterseil, directora de experiencia en el campamento, consideró estos intercambios vitales. Humanizaron las narrativas, al trascender las redes sociales y las noticias hacia relaciones personales auténticas.
Diálogos revelan traumas y fomentan empatía entre grupos
Guy destacó la importancia de transmitir emociones personales. Los estadounidenses conocían hechos objetivos como fechas y cifras, pero carecían de perspectivas internas. Compartir su testimonio les ofreció una lección profunda. Esta dinámica transformó percepciones y fortaleció empatía entre los grupos, lo que convirtió el diálogo en un catalizador de conexión.
Jack, un campista de 15 años de Los Ángeles, recordó el impacto de esas conversaciones. Al principio, los israelíes actuaban con normalidad, como si el trauma no existiera. Luego, revelaron detalles crudos de un evento devastador para la comunidad judía. Esta apertura lo conmocionó, especialmente cuando uno mencionó su vínculo con un rehén. La realidad se materializó de golpe.
Ella reconoció los intentos de los estadounidenses por comprender su realidad. Aunque no captaban por completo la vida bajo conflicto, mostraron genuino interés. Preguntaron sobre temas delicados, lo que fomentó amistad y libertad. Esta empatía mutua alivió tensiones y creó un ambiente de confianza que perduró.
Guy describió el acto de narrar su historia como terapéutico. Saber que los demás ahora comprendían su experiencia le brindó alivio. Para Mara, las relatos directos reavivaron la urgencia de la guerra. El tiempo distanciaba el evento, pero la presencia israelí lo acercó. Esta cercanía reforzó su convicción de que la guerra debía cesar pronto.
Intercambios amplían horizontes y promueven crecimiento personal
Los israelíes también absorbieron relatos estadounidenses. Ella descubrió el auge reciente del antisemitismo en América. Algunos jóvenes judíos ocultaban símbolos como el collar de la estrella de David por temor. Esta revelación la sorprendió, ya que nunca imaginó esconder su identidad. Tales intercambios ampliaron horizontes y fomentaron solidaridad global.
Tras el regreso, Guy notó mayor madurez en sí mismo. El campamento lo impulsó hacia la independencia. Antes, dependía de sus padres para preparativos diarios; ahora, manejaba tareas solo. Esta autonomía representó un crecimiento personal significativo, atribuible a la experiencia en el extranjero.
Moss Peterseil confía en que la exposición a la diversidad judía norteamericana influirá en las visiones de los israelíes. Incluso a los 14 años, esta inmersión desafía preconcepciones. Un Israel fortalecido emerge de tal pluralismo, según su perspectiva. Esta influencia ideológica podría perdurar y moldear futuras generaciones.
Max atesora las amistades formadas, convencido de su durabilidad. En tiempos de división percibida entre judíos estadounidenses e israelíes, estos lazos interculturales unifican. Las interacciones cotidianas forjaron vínculos reales. Mantendrá contacto post-campamento, lo que solidifica la unidad del pueblo judío como uno solo.