Tres ciudadanos iraníes comparecieron ante el tribunal Old Bailey de Londres. Mostafa Sepahvand, de 39 años, Farhad Javadi Manesh, de 44, y Shapoor Qalehali Khani Noori, de 55, enfrentan acusaciones en virtud de la Ley de Seguridad Nacional. El fiscal Bill Emlyn Jones afirmó que los cargos se relacionan con el espionaje a periodistas y organizaciones. El régimen iraní considera hostiles a esas entidades. Los acusados negaron los hechos el viernes.
La policía indicó que los tres participaron en una conducta probable para ayudar a un servicio de inteligencia extranjero. Este periodo abarcó del 14 de agosto de 2024 al 16 de febrero de 2025. Sepahvand también recibió cargos por vigilancia, reconocimiento e investigación de fuentes abiertas. La intención consistió en cometer actos de violencia grave contra una persona en el Reino Unido. Manesh y Noori enfrentan acusaciones similares por vigilancia y reconocimiento.
Dominic Murphy, jefe del comando antiterrorista de la Met, describió los cargos como graves al comparecer los hombres por primera vez en mayo. Agregó que la investigación resultó compleja y de avance rápido. “Estos son cargos extremadamente graves”, dijo Murphy. Los acusados, presentes a través de un enlace de video desde la prisión de Belmarsh, confirmaron sus identidades con un intérprete de farsi. Después, se declararon inocentes en inglés.
La BBC reportó en mayo que los hombres atacaron a periodistas radicados en el Reino Unido. Estos profesionales trabajan para la cadena Iran International, en lengua farsi. Irán califica de organización terrorista a esa entidad de medios independiente con sede en Londres. El Ministerio del Interior señaló que los sospechosos llegaron como inmigrantes irregulares. Utilizaron pequeñas embarcaciones u otros medios, como vehículos para esconderse, entre 2016 y 2022.
El juicio se fijó para octubre de 2026, con una audiencia provisional en marzo. Irán resultó el primer país incluido en el nivel mejorado del Plan de Registro de Influencia Extranjera del Reino Unido. Este plan busca reforzar la seguridad nacional contra influencias extranjeras encubiertas. Todas las personas que trabajan para Irán, sus servicios de inteligencia o la Guardia Revolucionaria deben registrarse en el Reino Unido. De lo contrario, enfrentan la cárcel.
