Estados Unidos, Francia y varios países de Europa oriental aplican presión sobre Grecia. Estos aliados exigen que Grecia venda al menos parte de sus 25 aviones de combate Mirage 2000-5 a intermediarios. El objetivo consiste en transferir los aparatos a Ucrania para reforzar sus capacidades aéreas durante la guerra actual.
Grecia planea desmantelar estos aviones. Medios griegos informan que aliados de la OTAN demandan contribuciones más sustanciales que las ayudas simbólicas ofrecidas hasta ahora por Atenas. Grecia adopta una postura reticente ante el riesgo de empleo directo de su tecnología avanzada contra Rusia.
La presión principal proviene de Estados Unidos y Francia. Países bálticos, Polonia, la República Checa y Estonia respaldan esta demanda. Estas naciones perciben con mayor urgencia los riesgos de la guerra en Ucrania por su proximidad geográfica. Estados Unidos promueve la integración de Grecia a la Lista de Requisitos Priorizados de Ucrania.
Este mecanismo facilita la adquisición de sistemas de armas estadounidenses adicionales por Grecia. A cambio, Grecia debe participar en transferencias de material a Ucrania. Hasta ahora, países bálticos y escandinavos conforman la mayoría de adherentes a esta lista. Francia actúa como proveedor clave de aviación militar para Grecia y se ofrece como intermediario en la operación.

Grecia posee 25 Mirage 2000-5, aviones multifunción con radares avanzados y sistemas de armamento que incluyen misiles aire-aire y aire-tierra. Grecia adquirió estos aparatos en la década de 2000. El soporte técnico finaliza en 2027, lo que obliga a Grecia a evaluar opciones de retiro. El gobierno griego exploró ventas previas sin éxito. Las negociaciones con India fracasaron.
Ningún país balcánico expresó interés. Grecia compró 24 aviones Rafale más modernos de Francia. Actualmente, negocia la adquisición de entre seis y doce unidades adicionales. Atenas utiliza la posible venta de Mirage 2000-5 como argumento para obtener precios reducidos en los Rafale.
Si Grecia acepta la venta, escenario que fuentes diplomáticas consideran improbable, transferirá los Mirage 2000-5 a intermediarios como Estados Unidos, Francia, Alemania, la República Checa y Estonia. Estos países revenderán los aviones a Ucrania o los intercambiarán por equivalentes.
Estonia manifestó interés explícito en adquirir algunos aparatos. Esta nación actúa como aliado firme de Ucrania en Europa. La estructura de intermediación permite a Grecia evitar entregas directas. Esta medida se alinea con la política griega de no proporcionar tecnología de punta para confrontaciones activas contra Rusia.

Grecia limita sus contribuciones a opciones de bajo riesgo. Desde febrero de 2022, fecha de la invasión rusa a Ucrania, Grecia entregó vehículos blindados, misiles, rifles y munición variada. Grecia participa en el entrenamiento de pilotos ucranianos para F-16, programa coordinado por aliados de la OTAN.
Atenas rechazó solicitudes de sistemas antiaéreos Patriot o S-300. En cambio, donó equipo obsoleto como 60 obuses autopropulsados M-110 de 203 milímetros, en servicio desde la década de 1960 y almacenados durante décadas. El portavoz gubernamental Pavlos Marinakis declaró: “Grecia no enviará tropas a Ucrania en el marco de cualquier garantía de seguridad europea futura”.
Esta presión sobre los Mirage 2000-5 forma parte de una reestructuración amplia de las fuerzas armadas griegas. El ministro de Defensa, Nikos Dendias calificó este proceso como el mayor en la historia del Estado griego moderno. Grecia opera diversos tipos de aviones que aumentan costos de mantenimiento: F-4, Mirage 2000-5, versiones de F-16 y Rafale.
Dendias indicó que Grecia debe retirar y vender, si resulta posible, los F-4, Mirage 2000-5 y F-16 Block 30. En marzo de 2024, el ministro afirmó que Grecia no puede sostener esta variedad y busca vender aparatos antiguos para racionalizar la flota.

Grecia considera la venta de alrededor de 30 F-16 a Estados Unidos. Estos aviones no se actualizan al estándar Block 70 Viper por su condición técnica. Estados Unidos los repararía y modernizaría antes de una posible transferencia a Ucrania. Los ingresos financiarían la adquisición de nuevos F-35 estadounidenses. Medios reportaron esta propuesta en julio de 2024.
Durante la séptima cumbre de la Comunidad Política Europea, con 47 miembros, el primer ministro griego Kyriakos Mitsotakis declaró que la protección militar debe extenderse más allá del flanco oriental de la OTAN. Grecia enfrenta demandas para permitir la participación de Turquía en el programa SAFE de la Unión Europea.
Este programa ofrece 150.000 millones de euros en préstamos para adquisiciones militares. Atenas se opone: argumenta que la inclusión sería simbólica, ya que Turquía mantiene acuerdos bilaterales de defensa con muchos miembros de la UE y cuestiona la soberanía griega sobre partes del mar Egeo.

Ucrania expresó necesidades urgentes de aviación moderna para contrarrestar amenazas aéreas rusas. Los Mirage 2000-5 se equipan con municiones como bombas SCALP-EG y Hammer, útiles para objetivos fortificados. Grecia prioriza su seguridad regional, especialmente en tensiones con Turquía, y evita reducciones en su capacidad defensiva. Mitsotakis destacó que cualquier proceso de paz debe iniciar con un alto el fuego inmediato. Ninguna fórmula resulta aceptable sin la presencia de Ucrania en las negociaciones y el respeto a fronteras reconocidas internacionalmente.
Grecia reforzó sus capacidades defensivas en años recientes. Destinó un presupuesto de $27.000 M a modernizaciones que incluyen sistemas de misiles con inteligencia artificial, drones y ciberdefensas. Esta inversión responde a desafíos regionales y compromisos aliados. Aliados consideran insuficientes las ayudas griegas en comparación con contribuciones de otros miembros de la OTAN.
La presión por los Mirage 2000-5 continúa. Las negociaciones por Rafale adicionales avanzan: Francia ofrece descuentos condicionados a la venta de Mirage. Grecia busca equilibrar necesidades internas con expectativas internacionales. Fuentes diplomáticas indican que Atenas opone transferencias directas de alta tecnología. Esta dinámica muestra tensiones en la alianza atlántica: países como Grecia calibran su apoyo a Ucrania con precauciones estratégicas propias.
