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Portada » Opinión » Una solución a la amenaza de los drones en el Néguev

Una solución a la amenaza de los drones en el Néguev

8 de octubre de 2025

La amenaza que representan los drones en nuestra frontera sur con Egipto proviene de dos organizaciones criminales. Una de ellas está encabezada por el multimillonario beduino traficante de drogas y armas Ibrahim Al-Arjani; la otra implica a un número elevado de generales egipcios corruptos, quienes podrían asimismo estar preparando las condiciones para una invasión contra Israel.

Al-Arjani, miembro de la tribu Tarhabin, cuyos integrantes se encuentran en ambos lados de la frontera, fue responsable en el pasado de operar los túneles bajo Rafah que suministraron a Hamás las armas utilizadas en la invasión del 7 de octubre. Informes creíbles han confirmado además que Al-Arjani repartía sus ganancias con un grupo de generales egipcios entre los cuales figuraba el hijo del presidente Sisi. Con ese tráfico ahora clausurado, Al-Arjani ha desplazado sus actividades ilícitas hacia el envío de drogas y armas mediante drones a elementos criminales de la tribu beduina Tarhabin asentados en el Néguev. Más inquietante aún, Al-Arjani dirige en el seno del Ejército egipcio una agrupación militar de carácter mercenario, similar a Wagner, que se halla bajo su control total. Dicha unidad mercenaria emplea los drones que cruzan nuestra frontera y brinda la seguridad necesaria para proteger esas operaciones.

Está claro que el Ejército egipcio facilita estos vuelos de drones y percibe una porción de las ganancias que generan. Las autoridades egipcias están tomando conciencia de nuestra vulnerabilidad ante incursiones de drones y podrían, en algún momento, explotar esa debilidad para lanzar un ataque masivo con drones contra nuestro frente sur. Su suministro de armamento pesado a Al-Arjani también podría permitirles armar células terroristas al otro lado de la frontera, las cuales podrían minar la seguridad en todo el Néguev. Esas células podrían desempeñar además un papel relevante en caso de una invasión egipcia atacando los convoyes logísticos de las FDI que transporten municiones hacia las líneas del frente.

Para impedir que la empresa criminal de Al-Arjani se expanda y evitar que el Ejército egipcio origine una amenaza para nuestras comunidades meridionales, resulta imperativo establecer de inmediato una línea defensiva antidrón a lo largo de toda nuestra frontera con el Sinaí.

La línea debería articularse mediante unidades móviles provistas de un conjunto diverso de armas y sensores. Un elemento esencial de las capacidades de vigilancia terrestre consistiría en un número considerable de drones de vigilancia amarrados mediante cable, con un techo operativo de 1.000 metros, que permitirían al comandante de unidad disponer de cobertura óptica de 360 grados y detectar movimientos hasta, al menos, 10 km dentro del Sinaí. La misión principal de esos drones sería localizar y seguir a los equipos de seguridad de Al-Arjani que se desplazan en camionetas armadas en el lado egipcio de la frontera.

Una vez localizados esos equipos mercenarios, un escuadrón acoplado de drones suicidas eliminaría tanto a los miembros de la seguridad como a los elementos de respuesta que se desplegaran para evacuar a los heridos.

Para neutralizar los drones de Al-Arjani se emplearían cuatro sistemas de armas. El primero consistiría en un vehículo sobre ruedas dotado de un sistema artillero compuesto por una ametralladora giratoria Gatling de 20 mm o por un cañón de fuego rápido de 30 mm. Estos sistemas pueden iniciar compromisos efectivos desde aproximadamente 2.000 metros. Dispararían proyectiles especiales de espoleta adelantada diseñados para destruir un dron con la menor cantidad de munición posible. Junto al sistema de artillería irían contenedores lanzadores de misiles antidrón de pequeño tamaño, cuya dotación podría ascender hasta 72 interceptores, capaces de comprometer objetivos a 1 km de alcance y hasta 2 km de altura. La guía estaría asegurada por radares AESA embarcados complementados por un paquete optrónico; asimismo se incorporarían equipos de guerra electrónica (ECM).

El segundo vehículo integrado en la unidad transportaría la antena de microondas de alta potencia “Leonidas”. Fabricada por la empresa estadounidense Epirus, Leonidas puede destruir con rapidez enjambres grandes de drones y también “convoyes” más reducidos de entre 1 y 5 drones, modalidad que Al-Arjani ha empleado recientemente. Aunque actualmente no contamos con ese arma en nuestro inventario, Epirus podría suministrarla con prontitud.

El tercer vehículo de la escuadra antidrón sería un carro liviano equipado con un cañón de 105 mm. Empleando proyectiles asistidos por cohete (RAP) guiados por radar o por láser, este vehículo atacaría drones enemigos pesados que operen a alturas de hasta 5 km. Esos drones pueden transportar diversas armas que debemos impedir a toda costa que lleguen a manos de delincuentes beduinos. Además de ametralladoras MAG, los drones de ocho rotores que Al-Arjani emplea para el traslado de armas podrían transportar lanzagranadas antitanque tipo RPG, lo que representaría una adición extremadamente peligrosa al armamento de los beduinos y les conferiría capacidad para superar a unidades policiales y patrullas fronterizas destinadas a detenerlos.

La composición de la fuerza incluiría asimismo varios sistemas de control aliados con ametralladoras montadas sobre camión. Este sistema con torreta puede convertir las ametralladoras M2, M230, M240 o M134 en armas autónomas de contrarrespuesta cercana contra drones, aptas para comprometer drones de los grupos 1 a 3. Por ejemplo, en la variante armada con M240 el alcance efectivo del arma alcanza 800 metros, lo que aportaría a la unidad un medio económico y eficaz para neutralizar la mayoría de los drones enemigos de baja cota.

A cada unidad antidrón debería sumarse un vehículo especial de detección acústica. Años atrás dispusimos de un sistema de este tipo montado sobre un M-113 diseñado para detectar helicópteros enemigos; convendría reactivar ese sistema y adaptarlo para la detección de drones.

La seguridad de las fuerzas estaría a cargo de un pelotón de infantería ligera asignado a la unidad, transportado en blindados Eitan equipados con cañones de 20 mm o de 30 mm.

Es altamente probable que Al-Arjani responda enviando drones suicidas contra nuestras patrullas; en tal caso se podrían incorporar vehículos antidrón adicionales para reforzar las capacidades defensivas de las unidades.

Otro sistema que conviene emplear para constituir una defensa en profundidad contra aquellos “filtrados” que logren evadir la línea avanzada consistiría en drones armados que patrullen a una altitud de 5 km. Equipados con cohetes interceptores, esos drones seguirían patrones de vuelo que establecerían una “pared” aérea más retirada de nuestra frontera con el Sinaí.

Existen dos propuestas algo controvertidas que, en mi opinión, podrían mejorar la línea antidrón: atacar personalmente a Al-Arjani y/o apuntar contra la tribu beduina Tarhabin en Israel. En lo relativo a Al-Arjani, se plantean dos vías. Una implicaría su eliminación. Aunque dicha medida resolvería el problema de forma categórica, probablemente provocaría una fuerte reacción por parte del gobierno egipcio. Una alternativa menos directa consistiría en solicitar a los estadounidenses que impongan sanciones financieras contra él por tráfico de drogas y otros delitos. Perseguir su patrimonio en lugar de su vida podría resultar más seguro que atentar contra él en El Cairo. Los estadounidenses podrían además informar discretamente a Sisi de que, a cambio de que se clausuren los envíos transfronterizos de drones de Arjani, se abstendrían de sancionar a su hijo y a otros generales egipcios por su posible complicidad.

En cuanto a la tribu Tarhabin israelí, considero que debería sufrir operaciones de hostigamiento que registren sus campamentos con perros adiestrados para detectar drogas y municiones. Si algún miembro de una familia ostenta drogas o armamento, su familia entera perdería la ciudadanía israelí y sería deportada. De persistir la actividad criminal de la tribu Tarhabin, debería considerarse su reclusión en una prisión desértica que la aísle del mundo. También debería tenerse sobre la mesa la expulsión total de la tribu.

Sobre el autor: Jonathan Pollard
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