Ante la Knéset, el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, afirmó que era un “gran honor”. Trump declaró que era un día para agradecer al “Dios todopoderoso de Abraham, Isaac y Jacob”.
Afirmó que “hoy los cielos están en calma, las armas en silencio, las sirenas inmóviles y el sol brilla sobre una Tierra Santa que finalmente está en paz”, tras elogiar la valentía de los veinte rehenes que regresaron con sus familias esa mañana.
Expresó su deseo de que “la región viva en paz por toda la eternidad”. Señaló que no era solo el final de la guerra, sino “también el final de una era de terror y muerte y el inicio de una era de fe, esperanza y de Dios”.
Aseguró que comenzaba una “era de concordia” para Israel y los países de la región. “Es el amanecer histórico del nuevo Medio Oriente”, concluyó.