EE. UU. refuerza su presencia militar en el Caribe con buques, cazas F-35 y bombarderos en respuesta al aumento de tensiones con Venezuela.
Despliegues aéreos y navales de EE. UU. en el Caribe y su alcance
Estados Unidos reforzó su presencia militar en el Caribe desde finales de agosto de 2025 con buques de guerra, un grupo anfibio con infantes de marina, cazabombarderos F-35 basados en Puerto Rico y vuelos de bombarderos cerca de la costa venezolana. En paralelo, la Casa Blanca elevó el tono contra Nicolás Maduro y ordenó ataques letales contra embarcaciones señaladas por narcotráfico. El Pentágono dispuso el traslado del portaaviones Gerald R. Ford al área del Comando Sur.
El despliegue aéreo incluye la llegada de diez F-35 a un aeródromo de Puerto Rico para apoyar operaciones contra grupos designados como narco-terroristas. Reuters atribuyó el traslado a órdenes directas del presidente y lo vinculó con un aumento de patrullas aéreas tras un incidente que el Pentágono calificó de provocador, cuando aeronaves venezolanas sobrevolaron un destructor estadounidense. Imágenes y reportes registraron aterrizajes de F-35 en la antigua base de Roosevelt Roads, en Ceiba.
En el ámbito marítimo, el grupo anfibio Iwo Jima, con la 22.ª Unidad Expedicionaria de Infantes de Marina, opera en el Caribe con buques de asalto y transportes anfibios. Al mismo tiempo, destructores y otras unidades de superficie refuerzan la presencia. Registros especializados ubican a ese grupo entre Puerto Rico y otras islas, con ejercicios anfibios y entrenamientos con aeronaves de ala rotatoria que elevan la preparación y la coordinación con fuerzas navales y aéreas estadounidenses.

La Marina ordenó que el grupo de portaaviones Gerald R. Ford abandonara el Mediterráneo para concentrar poder naval en América Latina. Según Stars and Stripes, ese movimiento, una vez completado, situaría cerca del veinte por ciento de los buques desplegados de la Armada en el hemisferio occidental y el portaaviones aportaría escuadrones aéreos y miles de marinos. El Pentágono no divulgó itinerarios por razones de seguridad operativa, según la publicación estadounidense.
Puntos operativos clave confirmados por fuentes abiertas
- Diez F-35 llegaron a Puerto Rico y operan desde Roosevelt Roads.
- El grupo anfibio Iwo Jima con la 22.ª MEU opera en el Caribe.
- La Marina ordenó el traslado del portaaviones Gerald R. Ford.
- Vuelos de B-52 y B-1 se realizaron cerca de la costa venezolana.
Vuelos estratégicos y logística regional; coerción y mensajes oficiales
De forma complementaria, la Fuerza Aérea ejecutó vuelos prolongados de bombarderos B-52 y B-1 cerca del litoral venezolano, definidos oficialmente como misiones de adiestramiento. Esos vuelos contaron con apoyo de aeronaves cisterna y, en algunos casos, con la participación de cazas F-35B del Cuerpo de Infantes de Marina, según cobertura de agencias. Los B-52 poseen gran alcance con armamento guiado de precisión y capacidad de minado naval; los B-1 pueden portar la mayor carga convencional.

Como base logística, una investigación visual de Reuters documentó obras para reactivar Roosevelt Roads en Puerto Rico, clausurada en 2004, con despeje y repavimentación de calles de rodaje y con instalaciones temporales. El medio señaló ampliaciones en aeropuertos civiles de Puerto Rico y de la isla de Saint Croix. El conjunto de pistas y áreas de estacionamiento a unos ochocientos kilómetros de Venezuela permite sostener un flujo elevado de aeronaves, personal y equipos.
En la dimensión coercitiva, Estados Unidos reconoció ataques con munición guiada contra embarcaciones señaladas por narcotráfico en el Caribe y luego en el Pacífico oriental. Las cifras comunicadas por autoridades aumentaron con las semanas; reportes de Reuters consignaron entre diez y trece acciones letales, con decenas de muertos. Un grupo de expertos de Naciones Unidas calificó estas operaciones como ejecuciones extrajudiciales contrarias al derecho internacional. En paralelo, senadores impulsan una resolución de poderes de guerra.
El Ejecutivo estadounidense endureció su lenguaje hacia Maduro. En declaraciones, el presidente vinculó al mandatario venezolano con redes de narcotráfico, advirtió a la aviación venezolana sobre el derribo de aeronaves que pusieran en peligro a fuerzas estadounidenses y afirmó la inminencia de fin del gobierno de Maduro. Al mismo tiempo negó que considerara ataques dentro de Venezuela tras versiones de prensa. Reuters informó que el presidente confirmó autorización a la CIA para operar en el área vinculada.
Respuesta de Caracas y apoyos de Rusia y China; defensas venezolanas

El gobierno venezolano denunció vuelos de aeronaves de combate estadounidenses cerca de su costa y calificó la campaña como agresión. Moscú respaldó a Caracas y definió como excesivo el volumen de medios militares estadounidenses en el Caribe. Documentación citada por la prensa estadounidense indica que el gobierno de Maduro solicitó apoyo adicional a Rusia y China para fortalecer radares, repuestos aeronáuticos, sistemas de interferencia y misiles con el fin de elevar su capacidad defensiva.
Con base en hechos verificados, un primer escenario contempla continuidad y expansión de la interdicción marítima en aguas internacionales con medios navales, aéreos y no tripulados, bajo reglas de uso de la fuerza fijadas por el Ejecutivo. La serie reciente de ataques contra lanchas y embarcaciones rápidas indica acciones de letalidad contra objetivos señalados, en medio de cuestionamientos legales. Una aproximación o escolta venezolana a buques estadounidenses elevaría la probabilidad de incidentes, detenciones o abordajes planificados.
Un segundo escenario prevé intensificación de demostraciones de presencia aérea y marítima cerca del espacio venezolano sin cruzar umbrales territoriales. Vuelos de bombarderos estratégicos y de cazas furtivos, junto con navegaciones de unidades con capacidad de ataque, persiguen efectos de disuasión y de recolección de inteligencia. El potencial de los B-52 y B-1, en combinación con reabastecimiento en vuelo, permite patrullas y simulaciones de ataque a gran distancia; los F-35 aportan detección, guerra electrónica y supresión de defensas.

Un tercer escenario, mencionado por prensa con acceso a funcionarios y luego negado por el presidente, plantea ataques limitados y contra objetivos militares o de apoyo logístico dentro de Venezuela. Hipótesis citada por cadenas y diarios estadounidenses, implicaría empleo de munición guiada desde plataformas navales o aéreas. Estados Unidos no presentó una base jurídica específica para acciones internas; expertos de la ONU sostienen restricciones severas salvo legítima defensa frente a ataque atribuible al Estado afectado.
Escenarios de interdicción y demostración de fuerza en el Caribe actual
Un cuarto escenario contempla empleo de fuerzas especiales y de capacidades discretas desde buques de apoyo dedicados, con helicópteros ligeros y medianos y con medios aéreos de comunicaciones. Informes del Washington Post ubicaron helicópteros de operaciones especiales en ejercicios en el noreste del Caribe, con posibilidad de operar desde plataformas concebidas para misiones encubiertas. Este perfil facilita interdicciones complejas, capturas en el mar y apoyos a procedimientos judiciales, y reduce la exposición de unidades de superficie.
Un quinto escenario, en ejecución, comprende la concentración de un grupo de portaaviones en el Atlántico occidental para sostener vigilancia, escoltas y, si existiera autorización, ataques de precisión desde el mar. El arribo del Gerald R. Ford, cuando ocurra, ampliará el número de aeronaves de alerta temprana, reabastecedores y cazas disponibles, y reducirá la dependencia de aeródromos terrestres. Un despliegue de esta clase incrementa la capacidad de mantener patrullas aéreas prolongadas y de responder a incidentes rapidez.

La presencia de F-35 en Puerto Rico produce efectos operativos concretos: mejora la detección y la supresión de radares en la periferia venezolana si se autorizara una escalada, además de proporcionar escolta a bombarderos y vigilancia del espacio aéreo regional. Sus sensores y la fusión de datos mejoran la identificación de embarcaciones rápidas y de aeronaves de baja firma, y complementan a aviones de patrulla marítima y a sistemas no tripulados.
La presencia de bombarderos B-52 y B-1 añade alcance y volumen de armamento. Los B-52 pueden portar minas navales y misiles y proyectan capacidad de ataque a larga distancia sin necesidad de bases regionales; los B-1 aportan mayor velocidad y cargas de armas convencionales de gran magnitud. Su empleo visible en el Caribe figura como adiestramiento, pero su disponibilidad amplía opciones de ataque marítimo y de negación de áreas si se produjera un deterioro.
Capacidades venezolanas y condicionantes para empleo aéreo extranjero
Las capacidades venezolanas condicionan las opciones de empleo aéreo. Venezuela adquirió sistemas de defensa antiaérea S-300VM de fabricación rusa y mantiene inventario de sistemas de menor alcance y de cazas Su-30MK2, lo que establece una defensa escalonada alrededor de instalaciones estratégicas. Estos sistemas complican cualquier operación aérea dentro del espacio venezolano, elevan los requisitos de supresión de defensas y aumentan la probabilidad de incidentes si aeronaves extranjeras ingresaran sin autorización.

En el plano diplomático y regional, Rusia expresó respaldo a Caracas y criticó el volumen de medios militares estadounidenses en el Caribe. A la vez, filtraciones y documentos citados por medios en Washington señalan gestiones de Caracas ante Moscú y Pekín para mejorar la cobertura antiaérea y el sostenimiento logístico. Este factor introduce incertidumbre sobre la duración del ciclo de tensión y sobre la densidad de medios que Estados Unidos considerará necesarios para sostener el despliegue.
En el plano interno estadounidense, el debate legal y de control político aumentó tras el alza de víctimas en ataques contra embarcaciones. Senadores solicitaron al Departamento de Justicia los dictámenes que respaldan la campaña, mientras el Consejo de Derechos Humanos de la ONU difundió críticas a la legalidad de los métodos. La continuidad de la interdicción y una eventual modificación de las reglas de empleo de la fuerza dependerán de escrutinio y de decisiones del Congreso.
En síntesis factual, coexisten una campaña marítima con acciones letales contra embarcaciones sospechosas, una concentración de medios navales y aéreos que incluye F-35, un grupo anfibio y un grupo de portaaviones en traslado, vuelos de bombarderos estratégicos de adiestramiento cerca de Venezuela, acusaciones y advertencias públicas cruzadas, y un desacuerdo abierto sobre la legalidad internacional de los métodos empleados. El cuadro resultante mantiene riesgo elevado de incidentes y múltiples trayectorias posibles.
