Fuentes gubernamentales y analistas citados por The New York Times sostienen que un nuevo enfrentamiento armado entre Israel e Irán se considera una cuestión de tiempo, porque la guerra de junio de 2025 no degradó de forma decisiva el programa nuclear iraní ni su capacidad misilística.
El resumen público del reportaje, difundido el 9 de noviembre de 2025, añade que Teherán trabaja para lanzar salvas de hasta 2.000 misiles de manera simultánea. Estas afirmaciones intensificaron la atención sobre los indicadores verificables contenidos en informes del Organismo Internacional de Energía Atómica y en evaluaciones oficiales y periodísticas sobre el equilibrio militar regional.
En junio de 2025, Israel inició una campaña aérea masiva contra objetivos en territorio iraní, incluidos instalaciones nucleares y de misiles. Irán respondió con tandas de misiles y vehículos no tripulados contra ciudades y bases en Israel. Días después, Estados Unidos bombardeó emplazamientos nucleares iraníes y las partes aceptaron un alto el fuego anunciado el 24 de junio. Diversas agencias confirmaron que el alto el fuego resultó frágil y que, según evaluaciones preliminares de inteligencia estadounidense, los bombardeos no destruyeron la capacidad nuclear de Irán y solo la retrasaron unos meses.
El alto el fuego registró episodios de ruptura y acusaciones cruzadas. El 24 de junio, el presidente de Estados Unidos declaró que ambas partes violaron el acuerdo horas después de su entrada en vigor y pidió contención. Israel informó de ataques limitados y afirmó que se abstuvo de nuevas operaciones tras contactos con Washington. Esta secuencia ocurrió en las últimas horas de la campaña y precedió al establecimiento de una pausa que, con altibajos, se mantiene desde entonces.
Los recursos misilísticos de Irán y la defensa antimisiles de Israel definen los factores principales del equilibrio militar inmediato. Un análisis visual y cartográfico de Reuters, con apoyo de institutos especializados, concluyó que Israel probablemente destruyó cerca de un tercio de los lanzadores de misiles iraníes durante la fase más intensa de la campaña y que Irán consumió entre un tercio y la mitad de sus misiles de mayor alcance en las primeras andanadas. Estas estimaciones describen daños relevantes, aunque no un desarme.
Irán mantiene el mayor arsenal de misiles balísticos de Oriente Medio, con modelos de alcance intermedio capaces de llegar al territorio israelí. Fichas técnicas de agencias y centros de estudio citadas por Reuters sitúan entre los vectores de referencia a los Ghadr, Emad, Khorramshahr y Sejil, además de misiles de crucero de largo alcance. La combinación de plataformas de lanzamiento móviles y subterráneas dificulta una supresión total de capacidades en una campaña corta, según la información pública disponible sobre esa infraestructura.
La situación del programa nuclear iraní después de la guerra se evalúa con base en informes del organismo de Naciones Unidas y en declaraciones públicas de su director general. El 20 de junio, ante el Consejo de Seguridad, Rafael Mariano Grossi señaló que más de 400 kilogramos del inventario estaban enriquecidos al 60% de U-235, un nivel cercano al umbral militar sin justificación civil según las principales potencias occidentales. En marzo ya había informado de un aumento de la reserva al 60% respecto del trimestre anterior, y en mayo y septiembre distintos documentos y análisis independientes consolidaron una cifra en torno a las cuatro centenas de kilogramos.
La inspección internacional afrontó límites desde mediados de junio por daños en instalaciones y por la interrupción de actividades de verificación. La delegación del E3 ante la Junta de Gobernadores indicó el 10 de septiembre que la reserva total de uranio equivalente superaba en 48 veces el tope del acuerdo nuclear y que, desde mediados de junio, el organismo perdió la “continuidad de conocimiento” necesaria para contabilizar de forma continua el material enriquecido. Ese registro forma parte de las actas públicas de la Junta y complementa los informes oficiales sobre Irán.
A finales de octubre, Grossi explicó en entrevistas y comparecencias que, según la evaluación de su secretaría, una parte significativa del uranio de alta concentración permanecía dentro de instalaciones dañadas en Isfahán y Fordo y que la agencia no detectó indicios de una decisión política de fabricar un arma nuclear. La confirmación de estos extremos requiere verificación adicional una vez que Irán y el organismo acuerden modalidades de acceso y de reconstrucción de registros.
Autoridades iraníes afirmaron en foros multilaterales que no buscan desarrollar armas nucleares y expresaron disposición a recomponer canales de diálogo. El 24 de septiembre, en la sede de Naciones Unidas, el presidente Masud Pezeshkian reiteró que Irán no pretende fabricar una bomba, y Estados Unidos manifestó apertura a reanudar conversaciones nucleares. Este intercambio concentró la atención en la verificación material de inventarios y en el restablecimiento de salvaguardias.
la guerra de junio generó efectos institucionales internos en Irán. Fuentes oficiales anunciaron la creación de un nuevo Consejo Supremo de Defensa Nacional con participación del Ejecutivo y de las cúpulas militares, con el objetivo de centralizar la planificación defensiva después de los ataques a infraestructuras. Medios estatales y agencias internacionales reportaron ese ajuste orgánico junto con cambios ministeriales y rotaciones de mandos en los cuerpos armados.
En el plano regional, varios gobiernos informaron incidentes relacionados con tramas atribuidas a redes iraníes contra diplomáticos y opositores. Un compendio de alertas de fuentes oficiales y abiertas recopilado por el Consejo de Relaciones Exteriores reseñó, por ejemplo, la desarticulación de un plan de asesinato contra la embajadora de Israel en México, divulgado el 7 de noviembre con base en declaraciones de un funcionario estadounidense y en la nota de agradecimiento del Gobierno israelí a las autoridades mexicanas.
Durante la campaña de junio, las declaraciones públicas ofrecieron datos sobre la gestión del riesgo de escalada. El líder supremo iraní advirtió el 26 de junio contra una implicación militar sostenida de Estados Unidos después del ataque iraní a la base de Al Udeid en Qatar. En paralelo, Washington y Jerusalén intercambiaron mensajes sobre la aplicación del alto el fuego y sobre la conveniencia de limitar acciones posteriores. Los comunicados y notas de prensa de esos días recogen esta secuencia.
Las principales agencias documentaron que, ya con el alto el fuego en vigor, Israel comunicó a socios que deseaba dar por concluida su campaña en territorio iraní y condicionó ese desenlace a la conducta de Teherán. Las mismas fuentes registraron episodios puntuales de intercambio de fuego y medidas de contención solicitadas por Washington. Estos elementos aparecen en los despachos de la segunda quincena de junio y en cronologías de la escalada y la desescalada.
El seguimiento del tema nuclear se sustentó en métricas técnicas verificables. La Junta de Gobernadores del organismo nuclear de la ONU y los análisis que derivan de sus informes trimestrales sitúan la reserva iraní de uranio enriquecido al 60% en torno a 400 kilogramos después de los ataques de junio, con la salvedad de que una parte de ese material permanece inaccesible para mediciones a causa de los daños en las plantas y de la interrupción de ciertas actividades de salvaguardia.
Las notas de prensa y los resúmenes periodísticos del artículo de The New York Times del 9 de noviembre indican que las fuentes consultadas consideran probable un nuevo choque armado, porque la degradación del programa de misiles y del ciclo de combustible nuclear no alcanzó objetivos irreversibles y porque Irán intenta ampliar su capacidad de lanzamiento simultáneo. Este punto corresponde a una apreciación de autoridades y especialistas citados por ese medio y no a una conclusión del organismo de verificación.
El 24 de junio de 2025, una valoración preliminar de inteligencia difundida por Reuters en Washington indicó que los bombardeos estadounidenses no destruyeron la capacidad nuclear de Irán y que la retrasaron por unos meses.
