Israel inició la recarga del mar de Galilea, o Kineret, con agua de mar desalinizada y estableció el primer intento mundial de reabastecer un lago de agua dulce con recurso procesado. La Autoridad del Agua abrió el envío tras varios años de desarrollo técnico y regulatorio, en respuesta al éxito nacional en desalinización y al descenso acelerado del principal embalse superficial del país.
La puesta en marcha se realizó sin ceremonia el 23 de octubre y fijó dos propósitos claros: sostener un recurso estratégico mediante una fuente alternativa y frenar la caída del nivel lacustre. El plan superó evaluaciones ambientales, pruebas hidráulicas previas y tramitaciones administrativas a lo largo de varios ejercicios presupuestarios.
El caudal desalado entra al Kineret por el cauce estacional Tsalmon. La inyección se efectúa en el manantial Ein Ravid, a unos cuatro kilómetros al noroeste del punto que Israel designa como fuente de agua potable de emergencia, con una conexión que combina trazos existentes y nuevos tramos de conducción.
Según Firas Talhami, responsable de la rehabilitación de fuentes hídricas del norte en la Autoridad del Agua, el lago podría ascender alrededor de 0,5 centímetros por mes con el régimen actual. La reapertura del flujo reactivó un manantial que permanecía seco y permitió el retorno de actividades de remo en el Tsalmon con agua desalinizada.
El lunes, el nivel del Kineret se situó en 213,33 metros por debajo del nivel del mar, apenas un tercio de metro por encima de la línea roja inferior. Ese umbral define el punto a partir del cual el bombeo entraña riesgo de daños al ecosistema y obliga a restricciones operativas inmediatas. Israel extrae cada año cientos de millones de metros cúbicos del Kineret para abastecer localidades cercanas y reforzar la red nacional sustentada en desalinización, por lo que la recarga introduce un mecanismo de estabilización adicional del balance.
El aporte de agua procesada permanecerá activo al menos seis meses, con revisión periódica de resultados y ajustes conforme a las condiciones hidrológicas. Dos tuberías, separadas por varios cientos de metros, conducen el recurso hacia el lago. Actualmente opera la línea diseñada para caudales moderados, con un envío de 1.000 metros cúbicos por hora, equivalentes a 264.000 galones.
La segunda conducción quedó disponible para activación según las necesidades y los balances de oferta y demanda. Talhami señaló que la Autoridad del Agua podría incrementar el caudal a 1.500 o incluso 2.000 metros cúbicos por hora, decisión que dependerá de la lluvia invernal, del excedente de producción desalinizada y de la respuesta físico-química del cuerpo receptor.
Los estudios científicos concluyeron que el proyecto no generará efectos nocivos significativos sobre los ecosistemas, aunque persisten inquietudes técnicas por una posible alteración de la ecología local ante la dilución de la salinidad relativamente alta del lago. El seguimiento incluirá mediciones de conductividad, evaluación de biota y control de composición iónica para confirmar la compatibilidad entre el agua desalinizada y la dinámica del Kineret.
La idea tomó forma al término de varios años de sequía intensa entre 2013 y 2018, periodo en el que el nivel del Kineret rozó un mínimo histórico. Con redes ya disponibles para llevar agua desalinizada a comunidades de la Baja Galilea, las autoridades decidieron integrar también el lago al sistema nacional. Israel consolidó un liderazgo tecnológico en convertir agua salada en recurso potable, con una capacidad instalada que abastece a la mayor parte de su población y a algunos países vecinos. Ese volumen reduce la presión sobre el Kineret y los acuíferos, y aporta flexibilidad operativa frente a déficits pluviométricos regionales reiterados.
El último invierno registró aproximadamente la mitad de la precipitación media anual en Israel. Zonas del Kineret y su entorno recibieron el 40% del promedio o menos, según el Servicio Meteorológico de Israel, con totales muy inferiores a los pronosticados que forzaron una revisión de la planificación hídrica del ciclo.
El contraste con varios inviernos previos, que habían elevado el lago a cotas no vistas en décadas, activó medidas de contingencia y confirmó mediante monitoreo visual la pérdida de volumen útil. La evidencia de playas más anchas y puestos de salvavidas tierra adentro reforzó la urgencia de estabilizar niveles y proteger hábitats ribereños sensibles.
Para el próximo invierno, el Servicio Meteorológico de Israel prevé cerca del 80% de la precipitación media anual, aunque los funcionarios advierten márgenes de incertidumbre elevados que exigen actualizaciones frecuentes. La gestión del sistema se ajustará a las observaciones reales de cada frente de lluvia con el fin de coordinar extracciones, aportes externos y resguardo de reservas.
Como medida complementaria a la recarga, el Transportador Nacional de Agua extraerá solo 20 millones de metros cúbicos del Kineret, cerca de una décima parte del volumen habitual, con el objetivo de priorizar la recuperación del embalse principal mientras transcurre la temporada húmeda.
Ante el riesgo de sequía, alrededor de 20.000 dunams, poco menos de 5.000 acres, de campos agrícolas que dependen del Kineret no recibirán agua durante el próximo año. La decisión preserva niveles para consumo humano y refuerza reservas estratégicas dentro del esquema de balance hídrico nacional.
