El Ministerio de Relaciones Exteriores de Qatar emitió una declaración en la que calificó las visitas judías al Monte del Templo como un “asalto de colonos a los patios de la bendita mezquita de Al-Aqsa”. Sin embargo, los visitantes judíos no ingresan en la mezquita de Al-Aqsa, sino que recorren el recinto sin acceder al edificio religioso.
En el mismo comunicado, el Ministerio qatarí denunció lo que describió como un “ataque” contra la mezquita Al-Haja Hamida en Kifl Haris, en Samaria, y lo definió como “una violación flagrante del derecho internacional y las decisiones internacionales legítimas”. La nota destacó la gravedad del hecho en el contexto de la protección de los lugares sagrados.
La cancillería añadió que cualquier intento de alterar el carácter religioso o histórico de la mezquita de Al-Aqsa representa un ataque contra los árabes palestinos y también contra millones de musulmanes en todo el mundo. De esta manera, reiteró su postura en defensa de los sitios islámicos en Jerusalén.
Qatar reafirmó su “posición consistente” de respaldo a “las justas demandas palestinas” y a los “derechos legítimos del pueblo palestino”. El comunicado destacó la exigencia de plena libertad de culto y la creación de un Estado palestino independiente con las fronteras de 1967 y Jerusalén oriental como su capital.
Según documentos divulgados por el Centro de Información de Inteligencia y Terrorismo Meir Amit, existen vínculos estrechos entre dirigentes de Hamás y altos funcionarios de Qatar. Los informes señalan reuniones secretas y transferencias financieras directas al grupo terrorista Hamás por parte del liderazgo qatarí.
Los jefes de Hamás otorgaron a Qatar un papel clave en el respaldo político y económico de la causa “palestina”, lo que impulsa el envío directo de fondos a Gaza mediante las conocidas “maletas de efectivo”. Dicho apoyo financiero y político se mantuvo incluso tras la masacre del 7 de octubre, lo que evidencia la continuidad del compromiso qatarí con el enclave gobernado por Hamás.
