El general de división retirado Eli Zeira, quien dirigió la Inteligencia Militar durante la Guerra de Yom Kipur y se convirtió en una de las figuras más debatidas en la historia castrense de Israel, murió a los 97 años.
Nacido el 4 de abril de 1928 en Haifa, entonces bajo Mandato Británico, se incorporó al Palmach a los 18 años. Durante la Guerra de Independencia de 1948 estuvo al mando de un pelotón y, posteriormente, de una compañía del 1.er Batallón de la Brigada de Infantería Yiftah, de manera que se forjó desde muy joven en el combate.
Al concluir la guerra, se convirtió en el primer oficial de las Fuerzas de Defensa de Israel en asistir a la escuela de comandantes de compañía del Ejército estadounidense. Tras esa experiencia, regresó a Israel y obtuvo una licenciatura en Economía y Estadística en la Universidad Hebrea de Jerusalén, lo que amplió su formación profesional más allá del ámbito estrictamente militar.
Durante las décadas de 1950 y 1960 avanzó de forma constante por los escalafones de mando y combate de las FDI. Entre 1954 y 1955 encabezó la oficina del jefe de Estado Mayor Moshe Dayan y, más adelante, asumió el mando del entonces Batallón 51 de la Brigada Givati, una unidad hoy desaparecida y distinta de la actual brigada que lleva ese nombre. Estos cargos consolidaron su reputación como oficial con proyección en la estructura militar.
En la Campaña del Sinaí de 1956 trabajó como oficial de operaciones en el Estado Mayor general —cargo que ya no existe en las FDI— y, a raíz de esa experiencia, volvió a Estados Unidos para recibir formación de mando y Estado Mayor en Fort Leavenworth. Esa combinación de responsabilidad operativa y capacitación en el extranjero reforzó su perfil como cuadro de alto nivel.
En 1960 fue nombrado comandante de la Brigada de Paracaidistas; dos años y medio más tarde pasó a ocupar la jefatura del Departamento de Operaciones dentro de la Dirección de Operaciones. En 1963 se incorporó a la Dirección de Inteligencia Militar, donde asumió la dirección de la sección de recolección de información. De este modo, su trayectoria empezó a girar de manera nítida hacia el ámbito de la inteligencia.
En enero de 1970 fue designado agregado militar de Israel en Estados Unidos y Canadá y, de forma paralela, fue ascendido a general de división. Regresó a Israel en septiembre de 1972 y, un mes después, asumió el liderazgo de la Inteligencia Militar, cargo que terminaría por definir su legado público y profesional.
En vísperas de Yom Kipur, un año más tarde, Zeira llegó a la conclusión —que luego se demostraría errónea— de que Egipto y Siria no atacarían a Israel, a pesar de las señales de inteligencia que apuntaban en la dirección contraria. Esta evaluación equivocada afectó de manera directa a la preparación de las FDI y tuvo consecuencias devastadoras.
El 6 de octubre de 1973, Egipto y Siria iniciaron un ataque conjunto que tomó desprevenidas a las fuerzas israelíes. Como resultado, Israel sufrió fuertes bajas iniciales y un impacto nacional profundo, que aún hoy influye en la doctrina de seguridad del país.
La Comisión Agranat, creada para analizar los errores que permitieron el ataque sorpresa, consideró que Zeira había actuado con negligencia. Aunque el comité no exigió formalmente su destitución, las conclusiones dañaron seriamente su posición. En ese contexto, optó por alejarse temporalmente del ejército, estudiar un año en la Universidad de Stanford y, posteriormente, concluir su carrera militar.
Décadas después, su nombre volvió a situarse en el centro de la polémica. En 2004, el exdirector del Mossad Zvi Zamir lo acusó de divulgar la identidad de Ashraf Marwan —yerno del expresidente egipcio Gamal Abdel Nasser y asesor de Anwar Sadat—, quien había suministrado información vital a Israel, incluida la advertencia previa al ataque de 1973. La acusación reabrió el debate sobre su criterio y su conducta en el manejo de fuentes sensibles.
La Fiscalía del Estado abrió una causa penal a raíz de esas denuncias, aunque, tras varios años de investigación, la cerró en 2012 sin presentar acusaciones. La decisión judicial no disipó del todo la controversia, pero sí puso fin al proceso formal en su contra.
Zeira deja una herencia compleja, en la que un extenso servicio militar se entrelaza con errores de juicio que todavía resuenan más de medio siglo después de la Guerra de Yom Kipur y siguen alimentando la discusión sobre responsabilidad y aprendizaje en la inteligencia israelí.
