El Su-25 operó desde 2022 en Ucrania con eficacia muy limitada debido a defensas antiaéreas densas que restringieron su presencia y número de salidas.
Densidad de defensas y doctrina previa condicionaron el empleo del Su-25
Desde febrero de 2022, el Su-25 de Rusia y de Ucrania efectuó misiones de apoyo directo a tierra en un entorno con defensas antiaéreas densas y muy distribuidas. Esa estructura limitó su presencia cerca de la línea del frente y redujo el número de salidas sostenibles sobre el campo de batalla. La aviación táctica operó sin supremacía aérea clara y asumió riesgos elevados incluso lejos de la primera línea, con tripulaciones expuestas a amenazas persistentes.
El Su-25 nació en la Unión Soviética como avión de ataque a baja cota con la misión de apoyar a fuerzas terrestres en el campo de batalla táctico. Entró en servicio en los años ochenta, con cabina fuertemente blindada, motores separados, operación desde pistas poco preparadas y empleo de cohetes y bombas. Rusia heredó mayor parte de la flota modernizada a estándares Su-25SM y Su-25SM3; Ucrania conservó menos ejemplares con modernizaciones parciales de aviónica y estructura.
Antes de 2022, doctrinas y manuales tácticos en Rusia y Ucrania situaron al Su-25 como pieza clave del apoyo aéreo directo. El modelo acumuló experiencia en Afganistán, en los conflictos de Chechenia y en la guerra de Georgia de 2008, además de operaciones en Siria. En esos escenarios, efectuó ataques a baja y media cota contra tropas, posiciones fortificadas y medios acorazados, con presencia sobre el frente y protagonismo sostenido en la aviación de primera línea.
En febrero de 2022, ambos bandos activaron de inmediato sus Su-25. Vídeos y partes de guerra mostraron ataques con cohetes no guiados desde baja altura contra columnas mecanizadas, depósitos de munición y posiciones defensivas. Comunicados de los ministerios de Defensa informaron misiones diarias de aviación de ataque con referencia al Su-25 junto a otros modelos, en especial en frentes del norte, en accesos a Kiev, y en el este y sur del país.
Puntos clave sobre empleo del Su-25 en la invasión de Ucrania
- Entró en servicio en los años ochenta como avión de ataque a baja cota.
- Versiones modernizadas citadas: Su-25SM y Su-25SM3 en la flota rusa.
- Frentes iniciales con empleo: norte, accesos a Kiev, este y sur del país.
- Varias decenas de pérdidas confirmadas visualmente durante 2022 y 2023.
- Modelos Su-34 y Su-30 lanzaron municiones planeadoras desde mayor distancia.
Pérdidas, cambios de táctica y límites técnicos redujeron la eficacia
La densidad de las defensas antiaéreas de ambos bandos condicionó el empleo del Su-25 desde fases tempranas. Ucrania distribuyó misiles portátiles de corto alcance entre infantería y reservas territoriales, y mantuvo sistemas de mayor alcance de origen soviético dentro de una red de radares y puestos de mando extensa. Rusia desplegó sistemas de corto, medio y largo alcance en apoyo de sus fuerzas y de infraestructuras críticas, con un perímetro protector alrededor de ejes operativos.
En ese marco, las pérdidas de Su-25 se acumularon desde las primeras semanas. Autoridades de Kiev y Moscú anunciaron reiteradamente derribos de aparatos de este modelo. Imágenes verificables de restos de fuselajes, lanzamientos de misiles desde el hombro contra aviones a poca altura y fotografías de aparatos destruidos en tierra permitieron listados de pérdidas confirmadas visualmente con varias decenas en ambos bandos durante 2022 y 2023, con cifras exactas aún sujetas a discrepancias oficiales y analíticas.
Las fuerzas aéreas ajustaron procedimientos a esa realidad y modificaron el perfil de ataque del Su-25. Vídeos de cabina y oficiales mostraron salidas con cohetes no guiados desde distancias mayores, con el objeto de reducir el tiempo de exposición a misiles de corto alcance. Esa práctica disminuyó la precisión sobre objetivos puntuales y orientó el empleo del modelo hacia ataques de área contra segmentos amplios de la línea de contacto.
Limitaciones técnicas afectaron al rendimiento del Su-25 en Ucrania. Muchas células ucranianas y una parte de las rusas conservaron cabinas con instrumentación analógica, navegación de generaciones anteriores y equipos de guerra electrónica menos avanzados, con mejoras parciales en versiones modernizadas. El avión carece de un radar de ataque comparable al de cazabombarderos modernos, depende de adquisición visual y designadores externos, y muestra uso limitado y menos sistemático de municiones guiadas de precisión frente a plataformas recientes.
Drones, cazabombarderos y logística desplazaron al Su-25 en el frente
El uso masivo de vehículos aéreos no tripulados alteró el equilibrio entre medios tripulados y sin tripulación. A medida que la guerra avanzaba, unidades rusas y ucranianas emplearon drones de reconocimiento y ataque para localizar objetivos y efectuar golpes de precisión con municiones merodeadoras o artillería guiada. Esos sistemas vigilaron el campo de batalla durante periodos y ajustaron el fuego con riesgo nulo para tripulaciones, lo que desplazó misiones del Su-25 y redujo sus salidas relativas.
En paralelo, Rusia priorizó cazabombarderos y cazas multipropósito con misiles y bombas guiadas de mayor alcance. Modelos Su-34 y Su-30 lanzaron municiones planeadoras y misiles aire-tierra desde distancias para atacar posiciones en la retaguardia ucraniana fuera de zonas cubiertas por defensas. Ucrania, con menos medios de largo alcance, concentró esfuerzo en defensa y ataques selectivos con artillería y cohetes apoyados por información de drones. En ese marco, el Su-25 quedó relegado a sectores con riesgo menor.
Las infraestructuras de apoyo al Su-25 también recibieron golpes. Ataques con misiles y drones contra aeródromos en Ucrania y en Rusia dañaron pistas, depósitos de combustible y hangares, y destruyeron aparatos en tierra. Esa presión obligó a dispersar la aviación de ataque, usar aeródromos secundarios y reorganizar cadenas de mantenimiento y abastecimiento de munición. La dispersión dificultó un ritmo elevado de salidas en varios frentes y reforzó un empleo más puntual, ligado a operaciones concretas.
Registros fotográficos e imágenes de satélite mostraron células de Su-25 almacenadas o en proceso de canibalización para obtener repuestos, junto a aparatos operativos en bases cercanas al teatro. Fuentes occidentales y balances militares indicaron que, con el paso de los meses, el número de Su-25 plenamente operativos en ambos bandos quedó claramente por debajo de existencias anteriores a 2022 por desgaste, pérdidas en combate y limitaciones industriales para reemplazar células y componentes críticos.
Comunicados, balances y empleo residual del Su-25 hasta 2024 en Ucrania
Al mismo tiempo, comunicados de los ministerios de Defensa mantuvieron al Su-25 en el listado de medios empleados. Rusia informó ataques de aviones de asalto contra posiciones fortificadas, columnas de vehículos y depósitos logísticos ucranianos, en especial en frentes oriental y meridional. Ucrania comunicó misiones de Su-25 contra concentraciones de tropas y posiciones de artillería rusas en sectores con cobertura antiaérea más sólida y con información actualizada de observadores en tierra y drones de reconocimiento.
Balances de organizaciones y centros de estudio describieron durante toda la guerra una aviación táctica bajo fuertes restricciones. La falta de supremacía aérea, el alcance de sistemas antiaéreos y la proliferación de misiles portátiles recortaron el margen de actuación de los aviones de ataque. En ese marco, el Su-25, concebido para un escenario con defensa antiaérea más fragmentada y menos distribuida, afrontó dificultades objetivas para sostener el apoyo directo y cercano previsto en su diseño original.
En 2023 y 2024, informes públicos y balances militares mantuvieron referencia a la presencia de Su-25 en inventarios rusos y ucranianos. Documentos de equilibrio militar señalaron que Rusia conservaba una flota modernizada y aparatos en reserva, mientras que Ucrania mantuvo menos unidades en operación, con células y componentes suministrados por terceros países. Esos balances situaron el foco principal del combate en artillería, cohetes, vehículos aéreos no tripulados y misiles de largo alcance.
En ese entorno, el Su-25 permaneció en servicio activo con empleo continuado en misiones de ataque en sectores concretos de la línea del frente. Sin embargo, su presencia sobre el campo de batalla resultó mucho menos constante que la prevista en su concepción original como avión de apoyo directo a fuerzas terrestres, por el peso de defensas antiaéreas, pérdidas, límites técnicos y alternativas más eficaces disponibles durante la guerra.