El primer ministro libanés, Nawaf Salam, pidió el viernes a una delegación de la ONU el despliegue de una fuerza de seguimiento en el sur del Líbano, en la frontera con Israel, para ocupar el espacio que quedará una vez concluya el mandato de los cascos azules al término del próximo año.
La solicitud se enmarca en la decisión unánime del Consejo de Seguridad, adoptada en agosto, de finalizar la misión de paz en el sur del Líbano, conocida como FPNUL, a fines de 2026, con lo que se cerrarán casi cinco décadas de operaciones desde su despliegue original en la región fronteriza.
A lo largo de este periodo, la fuerza multinacional monitoreó la seguridad en la zona y actuó durante la guerra entre Israel y Hezbolá el año pasado. En consecuencia, conservó su función de observadora del cumplimiento del alto el fuego entre las partes.
Israel, sin embargo, sostuvo durante años que la misión falló en su propósito, ya que no impidió el incremento de la presencia armada de Hezbolá cerca de la frontera israelí. En la misma línea, funcionarios del gobierno del presidente Donald Trump cuestionaron la utilidad de la operación; por ello plantearon una reducción drástica de la contribución económica de Estados Unidos y una redefinición de su política exterior hacia la región.

Salam expuso ante los representantes de los quince miembros del Consejo de Seguridad que una nueva fuerza podría cooperar con el ejército libanés en la frontera. Esta cooperación resultaría especialmente pertinente porque las tropas reforzaron su presencia tras los enfrentamientos de catorce meses entre Israel y Hezbolá.
Además, propuso una misión de seguimiento limitada, inspirada en la fuerza de observadores que la ONU mantiene desde 1974 a lo largo de la frontera siria con Israel, con el fin de sostener la estabilidad después del retiro de la FPNUL.
La delegación de la ONU no ofreció una respuesta inmediata a la propuesta y llegó al Líbano procedente de Siria. Ese mismo día se reunió con el presidente Joseph Aoun, quien manifestó que el país aceptaría con agrado la permanencia de fuerzas extranjeras en el sur una vez concluya el mandato vigente.

Aoun informó, asimismo, el nombramiento del exembajador en Washington, Simon Karam, como jefe de la delegación libanesa ante el comité que supervisa el alto el fuego mediado por Estados Unidos entre Israel y Hezbolá, instancia que antes integraban solo militares.
Esa designación provocó el rechazo de Hezbolá. Su dirigente, Naim Qassem, afirmó en un discurso televisado que la elección del exembajador constituía una “concesión” hacia Israel y cuestionó la decisión del gobierno libanés. A juicio de Qassem, la medida no modificaría “la postura y la agresión del enemigo”, en referencia a los bombardeos casi diarios de Israel contra posiciones que considera de Hezbolá, hechos que, según señaló, violan la tregua vigente.
El jueves, la aviación israelí ejecutó ataques en el sur del Líbano y aseguró la destrucción de infraestructura de Hezbolá, tras emitir advertencias de evacuación en las zonas objetivo.
La guerra más reciente entre Israel y Hezbolá comenzó un día después del ataque de Hamás al sur de Israel, el 7 de octubre de 2023; a partir de ese hecho, el grupo chií lanzó cohetes en apoyo a Hamás. La respuesta israelí, con bombardeos y una ofensiva terrestre, debilitó de forma considerable a Hezbolá.
