El rial iraní volvió a depreciarse con fuerza el lunes y fijó un récord negativo al rebasar los 1,3 millones por dólar estadounidense. El desplome profundiza la crisis cambiaria apenas dos semanas después de cruzar los 1,2 millones, bajo sanciones persistentes y un entorno regional cada vez más tenso.
En el mercado informal de Teherán, operadores de divisas ofrecieron el dólar por encima de los 1,3 millones de riales. Esa cotización confirmó el nivel más bajo registrado hasta ahora para la moneda iraní, que continúa perdiendo valor frente a la divisa estadounidense sin señales inmediatas de estabilización.
La depreciación acelerada intensifica las presiones inflacionarias internas. El encarecimiento de alimentos y bienes esenciales reduce el margen de los hogares y agrava el costo de vida. Analistas señalan que esta dinámica puede acentuarse tras recientes cambios en el precio de la gasolina aplicados por las autoridades.
El sábado, Irán incorporó una tercera franja tarifaria para la gasolina. Se trata del primer ajuste relevante desde el aumento de 2019, que desató protestas en todo el país y una represión que, según informes, dejó más de 300 muertos.
Con el nuevo esquema, los conductores mantienen una asignación mensual de 60 litros al precio subsidiado de 15.000 riales por litro y otros 100 litros a 30.000. Sin embargo, el consumo adicional se cobra ahora a un valor superior al triple del subsidio original.
Aunque el combustible iraní continúa entre los más baratos del mundo, economistas advierten que la modificación puede impulsar aún más la inflación. El impacto se suma a la debilidad del rial, que ya presiona al alza los precios de alimentos y productos básicos en todo el país.
La caída de la moneda ocurre mientras los intentos de reactivar las negociaciones entre Washington y Teherán sobre el programa nuclear iraní permanecen estancados. Al mismo tiempo, persiste la incertidumbre por el riesgo de un nuevo conflicto tras la guerra de 12 días de junio entre Irán e Israel.
Israel sostuvo que su ofensiva masiva de junio contra líderes militares iraníes, científicos nucleares, instalaciones de enriquecimiento y el programa de misiles balísticos resultó necesaria para impedir que la República Islámica ejecutara su plan declarado de destruir el Estado judío.
Irán ha negado de forma constante buscar armas nucleares. No obstante, enriqueció uranio a niveles sin uso civil, restringió el acceso de inspectores internacionales y amplió su capacidad de misiles balísticos. Israel afirmó que Teherán dio pasos recientes hacia la militarización.
En este contexto, numerosos iraníes temen una confrontación de mayor escala que involucre a Estados Unidos. Esa posibilidad incrementa la inquietud en los mercados y refuerza la presión sobre la moneda, ya debilitada por factores internos y externos acumulados.
La economía iraní arrastra años de impacto por sanciones internacionales, intensificadas tras la retirada unilateral de Estados Unidos del acuerdo nuclear en 2018 durante la presidencia de Donald Trump. En 2015, cuando se aplicó el pacto, el rial rondaba los 32.000 por dólar.
Tras el regreso de Trump a la Casa Blanca en enero para un segundo mandato, su gobierno reactivó la campaña de “máxima presión”. Las nuevas medidas ampliaron sanciones al sistema financiero y a las exportaciones energéticas, con foco en el comercio de crudo iraní.
Washington volvió a perseguir a empresas vinculadas a la venta de petróleo iraní, incluidas operaciones con descuentos destinadas a compradores en China, según comunicados oficiales estadounidenses difundidos en las últimas semanas.
A finales de septiembre se sumó otra fuente de presión, cuando Naciones Unidas reimpuso sanciones nucleares mediante el mecanismo denominado de “retroceso rápido”. Las medidas congelaron activos en el exterior, frenaron transacciones de armas y reforzaron castigos al programa misilístico.
Economistas alertan que la caída acelerada del rial puede generar un círculo vicioso de inflación y pérdida de poder adquisitivo. Productos básicos como carne y arroz resultan especialmente afectados, reforzando entre la población la percepción de que el alivio económico sigue distante.
