Aumentaron las críticas al gobierno australiano por permitir el auge del odio antijudío. Según Victoria Teplitsky, hija de un superviviente del Holocausto herido en el tiroteo terrorista de Bondi Beach del domingo, las autoridades no actuaron con firmeza para erradicar ese odio y facilitaron su arraigo tras el 7 de octubre. A su juicio, el ataque volvió visible una amenaza persistente.
Victoria Teplitsky, de 53 años y expropietaria de un centro de guardería, sostuvo que el padre y el hijo responsables de una secuencia de disparos de diez minutos, que dejó 15 muertos durante una celebración de Janucá, actuaron porque los “enseñaron a odiar”, factor que pesó más que la disponibilidad de armas.
“No es que esas dos personas tuvieran un arma. Es el hecho de que se ha permitido que el odio se pudra contra la minoría judía en Australia”, dijo a Reuters durante una entrevista en la que cuestionó la falta de una respuesta política contundente frente a la hostilidad acumulada. “Estamos enfadados con nuestro gobierno porque viene de arriba, y deberían haber defendido a nuestra comunidad con fuerza. Y deberían haber aplastado el odio en vez de dejarlo pasar”, afirmó. “Nos han ignorado. Sentimos que — ¿no somos lo suficientemente australianos? ¿No importamos a nuestro gobierno?”
Desde que Hamás perpetró su masacre el 7 de octubre en el sur de Israel y comenzó la guerra de dos años en Gaza, los incidentes antisemitas aumentaron en Australia. En los últimos 16 meses, esa escalada llevó al jefe de inteligencia nacional a situar el antisemitismo como su principal prioridad de amenaza.
“Esto no fue una sorpresa para la comunidad judía. Advertimos al gobierno de esto muchas, muchas veces”, aseguró Teplitsky, quien recordó ataques reiterados contra espacios religiosos y comunitarios sin una contención efectiva por parte de las autoridades estatales y federales. “Hemos tenido sinagogas llenas de grafitis, grafitis por todas partes, y sinagogas que han sido bombardeadas”, añadió al aludir a un incendio provocado en Melbourne en 2024, ataque que no dejó víctimas fatales, pero incrementó el temor en la comunidad judía local.
Semyon Teplitsky, padre de Victoria y de 86 años, perdió mucha sangre tras recibir un disparo en la pierna. Ahora enfrenta varias operaciones, porque los médicos reconstruyen el hueso con cemento y luego lo retiran; después de ese proceso, aún existe riesgo de amputación, explicó su hija. “Está de buen humor, pero también muy enfadado. Enfadado porque esto ocurrió, porque se permitió que esto ocurriera en Australia, el país al que llevó a sus hijos, para estar seguros, alejados del antisemitismo, lejos del odio hacia los judíos”.
Por su parte, el embajador de Israel en Australia, Amir Maimon, reclamó más medidas oficiales para proteger a los judíos. En Bondi, tras dejar flores en un memorial y rendir homenaje a las víctimas, subrayó las restricciones de seguridad que enfrenta su comunidad en actos religiosos. “Solo los australianos de fe judía están obligados a adorar a sus dioses a puerta cerrada, cámaras de vigilancia y guardias”, dijo Maimon ante la prensa. “Mi corazón está destrozado. Es una locura”, añadió tras recorrer el lugar del ataque.
El diplomático señaló que desde su llegada al país, hace casi cuatro años, advirtió de forma reiterada sobre el aumento del antisemitismo y sus riesgos. “Fui muy claro”, afirmó, y remarcó que sus alertas no recibieron una respuesta proporcional a la gravedad del fenómeno. “No estoy seguro de que mi vocabulario sea lo suficientemente rico como para expresar cómo me siento”, añadió. “Mi corazón está destrozado porque la comunidad judía, los australianos de fe judía, la comunidad judía también es mi comunidad. Mi gente. Las personas que fueron brutalmente asesinadas aquí son personas que he conocido. Me he conocido”.
Aunque Australia mantuvo durante décadas una reputación de entorno seguro para su minoría judía, varios episodios recientes marcaron un cambio. En esa línea, el Consejo Ejecutivo de la Comunidad Judía Australiana alertó a principios de diciembre sobre un “patrón sin precedentes de acoso, amenazas e incitación”.
En paralelo, el primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, afirmó el lunes que el jefe del gobierno australiano, Anthony Albanese, “no hizo nada” para frenar el antisemitismo, declaración que tensó aún más el intercambio político tras el ataque de Bondi Beach. Albanese rechazó esa acusación y negó que el reconocimiento de un Estado palestino por parte de Canberra, aprobado a comienzos de año, alimentara el antisemitismo interno.
En una conferencia de prensa, enumeró medidas adoptadas contra el discurso de odio y la incitación violenta. Entre esas acciones mencionó la criminalización de esas conductas, la prohibición del saludo nazi y el compromiso de ampliar la financiación destinada a la seguridad física de los grupos comunitarios judíos, iniciativas que presentó como respuesta directa a la creciente preocupación social.
