Comparación técnica entre el F-22 de quinta generación y el Su-35 4++, con capacidades, sensores, armamento y experiencia operativa para medir ventajas en superioridad aérea.
Entrada en servicio, dimensiones y desempeño estratégico comparado
Estados Unidos incorporó el F-22 Raptor en 2005 como caza de superioridad aérea de quinta generación, desarrollado por Lockheed Martin. Rusia integró el Su-35 en 2014 como caza polivalente de generación 4++, fabricado por Sukhoi. Ambos programas buscaron fortalecer capacidades en entornos de alta amenaza, según comunicados oficiales. Los dos operan con un único piloto y priorizan la superioridad aérea; el F-22 además admite ataque a tierra con munición guiada por satélite.
El F-22 mide 18,90 metros de longitud, 13,56 de envergadura y 5,08 de altura, con un peso máximo al despegue de 38.000 kilogramos. El Su-35 alcanza 21,90 metros de longitud, 15,30 de envergadura y 5,90 de altura, con 34.500 kilogramos de peso máximo. Ambos reservan cabina para un piloto. El Su-35 admite hasta 8.000 kilogramos de carga útil en 12 puntos externos, y el F-22 preserva sigilo con bahías internas.
La velocidad máxima del F-22 supera 2.414 kilómetros por hora, equivalente a Mach 2, y mantiene vuelo supersónico sin postcombustión a Mach 1,82 durante trayectos prolongados. El Su-35 llega a 2.778 kilómetros por hora, cerca de Mach 2,25. Su techo de servicio se ubica en 18.000 metros, por encima de los 15.240 del F-22. El alcance del F-22 excede 2.960 kilómetros con tanques externos; el Su-35 llega a 3.600 sin ellos.

El F-22 conserva diseño de superioridad aérea y añade ataques de precisión con bombas guiadas por satélite. El Su-35 extiende su rol a la interdicción con una carga útil plena y múltiples soportes externos. El alcance del Su-35 incrementa 900 kilómetros con tanques suplementarios. Ambos aviones afrontan entornos de alta amenaza y ejecutan misiones de patrulla, escolta y defensa antiaérea según doctrina de sus fuerzas, con énfasis en dominio del espacio aéreo.
Datos clave para comparar capacidades y alcances de ambos cazas
- F-22 en servicio desde 2005; Su-35 desde 2014, según comunicados oficiales.
- AN/APG-77 de matriz activa; Irbis-E de matriz pasiva hasta 400 kilómetros.
- Vuelo supersónico sostenido a Mach 1,82 en el F-22; techo de 18.000 metros en el Su-35.
- Carga interna furtiva en el F-22; Su-35 con 12 puntos externos y hasta 8.000 kilogramos.
- Costo por hora: F-22 cerca de 68.000 dólares; Su-35 alrededor de 40.000 dólares.
Sensores, baja observabilidad y guerra electrónica frente a amenazas
El F-22 equipa el radar AN/APG-77 de matriz activa de escaneo electrónico, con capacidad de rastreo de múltiples objetivos a distancias superiores a 240 kilómetros y técnicas de baja probabilidad de interceptación. El Su-35 monta el Irbis-E de matriz pasiva de escaneo electrónico, con detección de objetivos aéreos hasta 400 kilómetros en modo de búsqueda y seguimiento simultáneo de hasta 30. La arquitectura de sensores condiciona la sorpresa táctica y la supervivencia.
El F-22 incluye sensores infrarrojos distribuidos en el fuselaje para detección pasiva. El Su-35 añade un sistema de búsqueda y rastreo infrarrojo OLS-35 con identificación de objetivos a 90 kilómetros por la parte delantera y 50 por la trasera. Ambos incorporan contramedidas electrónicas: el F-22 integra un sistema que interfiere señales enemigas, y el Su-35 dispone del Khibiny, capaz de generar campos de interferencia para desviar misiles guiados por radar.

El diseño de baja observabilidad del F-22 reduce su sección transversal equivalente a menos de un metro cuadrado, lo que complica su detección por radares convencionales y favorece disparos sin alerta temprana. El Su-35 aplica recubrimientos absorbentes en zonas clave, aunque su sección transversal estimada se ubica alrededor de tres metros cuadrados. Esta diferencia altera la ventana de detección inicial y la capacidad de iniciar combates con ventaja en entornos saturados de sensores.
Las técnicas de baja probabilidad de interceptación del F-22, combinadas con sensores distribuidos, sostienen una conciencia situacional robusta. El Su-35, con Irbis-E y OLS-35, compensa con búsqueda a gran distancia y rastreo infrarrojo frontal y trasero. Ambos recurren a contramedidas electrónicas para degradar radares adversarios. El equilibrio entre detección pasiva, emisiones controladas y protección electrónica define la iniciativa táctica antes del primer lanzamiento de misiles de medio o largo alcance.
Propulsión, vectorización y control de vuelo para maniobra extrema
El F-22 usa dos turbofán Pratt & Whitney F119-PW-100, con 156 kilonewtons cada uno en postcombustión y vectorización bidimensional de toberas, apta para maniobras exigentes. El Su-35 emplea dos AL-41F1S con 142,2 kilonewtons por motor y vectorización tridimensional, capaz de orientar empuje en ángulos extremos. Estas plantas motrices sostienen respuestas rápidas en vuelo y permiten cambios de actitud agresivos en combate a distancias cortas o durante rupturas de enganche.
El F-22 registra un ascenso inicial de 350 metros por segundo; el Su-35 logra una cifra similar. La relación empuje-peso de ambos favorece respuestas inmediatas del piloto. El F-22 integra un control de vuelo digital que ajusta automáticamente superficies de mando para optimizar estabilidad. El Su-35 incorpora un sistema equivalente con controles redundantes, útil para mantener operatividad en caso de daños, lo que preserva capacidad de retorno y continuidad de misión bajo condiciones adversas.

El F-22 mantiene velocidades supersónicas sin postcombustión a Mach 1,82 durante distancias prolongadas, una aptitud que facilita transiciones rápidas entre sectores de combate. El Su-35 alcanza Mach 2,25 como máximo y conserva margen de maniobra a gran altitud gracias a su techo de 18.000 metros. Estas cifras delimitan ventanas de intercepción y evasión en escenarios con numerosos sensores y enlaces de datos en apoyo de escoltas, patrullas y superioridad aérea.
Las toberas vectoriales del F-22 y del Su-35 añaden autoridad de control fuera del envolvente aerodinámico tradicional. La bidimensional del F-22 prioriza ajustes precisos en cabeceo y guiñada, y la tridimensional del Su-35 habilita giros en ángulos extremos. En ambos, el control digital coordina superficies y empuje para sostener estabilidad y recuperar energía con rapidez, un requisito para combates visuales y rupturas bajo presión de misiles y contramedidas intensas simultáneas.
Armamento aire-aire y aire-tierra y escenarios de empleo reales detallados
Para misiones aire-aire, el F-22 transporta hasta seis AIM-120 AMRAAM de medio alcance y dos AIM-9 Sidewinder de corto alcance dentro de bahías internas, con opción de soportes externos que sacrifican sigilo. El Su-35 admite hasta 14 misiles, entre ellos R-77 de medio alcance, R-73 de corto alcance con disparo fuera del eje visual y R-37M de largo alcance con más de 300 kilómetros de alcance.
En tareas aire-tierra, el F-22 carga dos GBU-32 de 454 kilogramos guiadas por satélite en su bahía interna. El Su-35 acomoda bombas guiadas KAB-500 o misiles antibuque Kh-31 en puntos externos. La configuración interna del F-22 reduce firma radar durante ataques de precisión; el Su-35 opta por versatilidad de cargas y perfiles externos, lo que incrementa flexibilidad a costa de mayor detectabilidad frente a radares adversarios durante aproximaciones tácticas finales.
El F-22 recibió actualizaciones para compatibilidad con misiles AIM-260 de mayor alcance. El Su-35 incorporó el R-37M en operaciones recientes con el objetivo de extender su distancia de empleo. Estas adiciones elevan la letalidad más allá del alcance visual y refuerzan la disuasión. La preservación del sigilo en el F-22 y el volumen de armamento del Su-35 marcan doctrinas distintas para aperturas de combate y remates desde distancias medias o largas.

En combate más allá del alcance visual, ambos dependen de misiles de medio o largo alcance y de la calidad de fusión de sensores. En combate cercano, el Su-35 cuenta con R-73 de corto alcance y el F-22 conserva capacidad con AIM-9X de corto alcance. La firma radar y el control de tiro determinan ventanas de disparo favorables cuando el avión evita revelar su posición con emisiones innecesarias durante aproximaciones.
Desarrollo, producción, costos y modernizaciones en ambas plataformas
El desarrollo del F-22 inició en 1990 bajo el programa Advanced Tactical Fighter, con primer vuelo en 1997 y producción limitada a 187 unidades por restricciones presupuestarias. Estados Unidos cesó su fabricación en 2011 y concentró esfuerzos en actualizaciones. La flota acumuló más de 200.000 horas de vuelo para 183 unidades producidas. Lockheed Martin desarrolló la plataforma y mantuvo integraciones de software para ataque a tierra y enlace de sensores externos en ciclos de modernización.
El Su-35 evolucionó del Su-27 durante la década de 2000, con un prototipo en vuelo en 2008 y exportaciones a países como China e Irán. Rusia mantiene producción en la planta de Komsomolsk-na-Amure con un ritmo estimado de 10 a 15 unidades anuales. El diseño incluye pantallas multifunción en cabina y un sistema de visualización en casco, rasgos comparables a la proyección de datos para el piloto en plataformas contemporáneas.
El F-22 mantiene una tasa de disponibilidad aproximada del 50 por ciento, según datos del Departamento de Defensa de Estados Unidos. El Su-35 opera con un costo por hora de vuelo estimado en 40.000 dólares, por debajo del F-22, situado alrededor de 68.000. El costo unitario del F-22 se estima en $143 millones, y el del Su-35 ronda 50 millones en contratos de exportación.

El F-22 destacó en Red Flag en Nellis con tasas de intercambio de hasta 144 a uno contra aviones de cuarta generación y realizó combates visuales con Eurofighter Typhoon en 2012. Participó en Cope Tiger en 2023 con integración de mando y control, y se desplegó en Oriente Medio en 2019, incluido Qatar, además de patrullas en Indo-Pacífico desde 2020. El Su-35 operó en Siria desde 2015 y en Ucrania desde 2022 con empleo del R-37M.
Sistemas de soporte, despliegues y climas de operación extremos globales
El F-22 cuenta con un sistema de oxígeno a bordo que genera suministro para el piloto en altitudes elevadas. El Su-35 incorpora un asiento de eyección K-36 con escapes seguros a velocidades supersónicas. Ambos recurren a cabinas con pantallas multifunción y sistemas de visualización en casco, con datos proyectados para apoyar decisiones en vuelo. Las soluciones de soporte buscan sostener eficacia y seguridad durante operaciones prolongadas y exigencias fisiológicas elevadas.
En misiones reales, el F-22 derribó un globo chino en 2023 con un misil AIM-9X a 18.000 metros de altitud, según el Pentágono. El Su-35 neutralizó drones en Siria con cañones de 30 milímetros. Estos episodios complementan ejercicios y despliegues y aportan referencias de empleo operativo en condiciones de riesgo. La combinación de sensores, armamento y táctica definió resultados y control del espacio aéreo en cada escenario de alta exigencia.

El F-22 participa en rotaciones en Europa desde 2015 para reforzar la presencia de la OTAN. El Su-35 realizó interceptaciones en el mar Negro en respuesta a aviones de la OTAN y voló en formaciones con bombarderos Tu-95 durante patrullas oceánicas. La plataforma rusa demostró vuelos de larga duración en el Ártico con 4.500 kilómetros cubiertos y reabastecimiento en vuelo, según operaciones divulgadas por autoridades militares rusas y medios oficiales.
Las diferencias clave aparecen en firma radar, gestión de emisiones y empleo de armamento. El F-22 combina baja observabilidad, AN/APG-77 con baja probabilidad de interceptación y armamento interno, rasgos que favorecen la sorpresa táctica. El Su-35 ofrece mayor techo, alcance sin tanques y una carga externa amplia con vectorización tridimensional. La interacción de estos factores decide la iniciativa y la supervivencia, con ventajas distintas según el entorno y la distancia del primer lanzamiento.
