Norman Podhoretz, intelectual judío, fanfarrón, editor y autor de línea dura, cuyos libros, ensayos y la dirección de la revista Commentary marcaron una ruptura política y profundamente personal con la izquierda y lo convirtieron en líder del movimiento neoconservador, ha muerto. Tenía 95 años.
Podhoretz murió “en paz y sin dolor” el martes por la noche, confirmó su hijo John Podhoretz en un homenaje publicado en el sitio web de Commentary. La causa de la muerte no se reveló de inmediato.
“Era un hombre de gran ingenio y profunda sabiduría, y vivió una vida asombrosa y típicamente estadounidense”, escribió John Podhoretz, actual editor de Commentary. “Su conocimiento se extendía más allá de la literatura y comprendía la historia, el pensamiento y la fe judíos, así como la Biblia hebrea, temas que conocía de forma íntima y que siempre le despertaron fascinación. Hizo de la vida intelectual un deporte placentero”. Norman Podhoretz fue uno de los últimos representantes de los llamados “intelectuales de Nueva York” de mediados del siglo XX, un círculo famoso por su espíritu polémico y su gran influencia judía, que en distintos momentos contó con figuras como Norman Mailer, Hannah Arendt, Susan Sontag y Lionel Trilling.
En su juventud, Podhoretz aspiraba a integrarse en ese grupo. En la mediana edad, se apartó. Al igual que Irving Kristol, Gertrude Himmelfarb y otros neoconservadores judíos fundadores, comenzó a distanciarse de la política liberal que compartía con muchos de sus colegas y contribuyó a reconfigurar el diálogo nacional a partir de la década de 1960.
Hijo de inmigrantes, Podhoretz tenía 30 años cuando fue nombrado editor jefe de Commentary en 1960, y años más tarde transformó la revista, hasta entonces liberal, en un foro esencial para el pensamiento conservador. Dos futuros embajadores de Estados Unidos ante las Naciones Unidas, Daniel Patrick Moynihan y Jeane Kirkpatrick, obtuvieron sus nombramientos en parte gracias a los ensayos que publicaron en Commentary, en los que defendían una política exterior más asertiva.
Despreciado por antiguos aliados, Podhoretz encontró nuevos amigos que llegaron hasta la Casa Blanca, desde el presidente Ronald Reagan, lector de Commentary, hasta el presidente George W. Bush, quien en 2004 le otorgó la Medalla Presidencial de la Libertad, el mayor honor civil del país, y lo elogió como un “hombre de intelecto feroz” que nunca “adaptó su opinión para complacer a los demás”.
