Egipto confirmó el jueves un acuerdo de gran escala para comprar gas natural a Israel y, de inmediato, intentó desactivar las críticas del mundo árabe. El Gobierno sostuvo que se trata de un pacto sin lectura política y ligado a una necesidad estratégica nacional.
“El acuerdo es una transacción puramente comercial concluida exclusivamente por consideraciones económicas y de inversión, y no implica ninguna dimensión política ni ningún entendimiento”, afirmó DAAI Rashwan, director del Servicio Estatal de Información de Egipto, la oficina oficial de medios del Ejecutivo.
“El acuerdo cumple un claro interés estratégico para Egipto al fortalecer su posición como único centro regional para el comercio de gas en el Mediterráneo Oriental”, agregó Rashwan en un comunicado. Con ese argumento, las autoridades presentaron el convenio como una apuesta económica y de inversión.
Egipto e Israel sostienen vínculos diplomáticos formales desde hace décadas, aunque el sentir popular egipcio suele rechazar la cooperación con Israel. Ese desgaste creció tras la guerra en Gaza, derivada del asalto de Hamás el 7 de octubre de 2023.
El primer ministro Benjamin Netanyahu comunicó el miércoles que autorizó el convenio, valorizado en casi $35.000 millones. Lo definió como el mayor acuerdo de esta clase firmado en la historia de Israel, según su anuncio oficial Hamás todavía retiene los restos del último rehén y la desmilitarización de la Franja carece de precisión.
Rashwan sostuvo que “el momento del anuncio no altera el hecho de que el acuerdo es el resultado de negociaciones comerciales concluidas previamente de acuerdo con los principios del mercado”. Con esa frase, insistió en separar el calendario político del cierre empresarial.
El pacto prevé que Israel eleve el volumen global de gas enviado a Egipto hasta 130.000 millones de metros cúbicos, de acuerdo con la empresa israelí NewMed Energy. La cifra fija la magnitud del suministro contemplado en el contrato.
En los últimos años, Egipto afrontó tensiones por el abastecimiento energético. El país buscó cubrir el consumo interno y, al mismo tiempo, afianzarse como plataforma regional para el intercambio de energía, objetivo que ahora vincula al nuevo acuerdo.
Egipto se convirtió en 1979 en el primer Estado de la zona que firmó la paz con Israel. Desde entonces, ambos mantuvieron una cooperación sostenida en seguridad, aunque el vínculo suele describirse como una “paz fría” por su limitada calidez política.
Durante toda la guerra de Gaza, El Cairo sostuvo un equilibrio diplomático delicado: condenó la ofensiva militar israelí y preservó su rol de mediador. A la vez, el Gobierno trató de contener dentro del país las expresiones públicas de indignación.
Al inicio de la guerra de Gaza, los recortes de gas obligaron a las autoridades egipcias a explicar la situación sin mencionar a Israel. En su lugar, atribuyeron las faltas a fallas “en un país vecino”, con un lenguaje que evitó señalar responsables.
Fuentes diplomáticas indicaron que El Cairo postergó durante años la ratificación de un nuevo embajador israelí. Según esas versiones, la demora respondió en parte al temor de provocar rechazo interno en un país con arraigada solidaridad con los palestinos.
Rashwan afirmó el jueves que “la posición de Egipto sobre la causa palestina es firme e inquebrantable”, y destacó el papel del país en los esfuerzos de paz. Con ese cierre, defendió la continuidad de la línea oficial egipcia sobre Palestina.
