La Fiscalía del Estado dio luz verde a la Policía de Israel para abrir diligencias contra una adolescente acusada de apagar velas de Jánuca en un centro comercial de Tel Aviv, según comunicó el cuerpo el lunes.
La decisión llegó después de que, según versiones difundidas, una organización de derechos humanos impugnó la base legal del caso. El grupo sostuvo que la policía activó la investigación sin el permiso previo imprescindible de la Fiscalía, por tratarse de un hecho con dimensión religiosa.
La policía señaló que la sospechosa, de 17 años, y un familiar de 19 que la acompañó durante el episodio recibieron una citación para declarar. Ambos, árabes israelíes de Wadi Ara, recuperaron la libertad con medidas restrictivas.
Los investigadores los atribuyen un presunto delito por ofender la sensibilidad religiosa. La policía afirmó que el expediente permanece abierto y que las diligencias continúan bajo su conducción.
El hecho ocurrió el viernes en el centro comercial Weizmann, integrado en el Centro Médico Sourasky (Ichilov) de Tel Aviv. Allí colocaron una menorá de gran tamaño dentro de un espacio delimitado y acordonado.
Imágenes de seguridad mostraron a la joven apagando varias velas, mientras su acompañante aplaudía, y luego se retiraron del lugar. Más tarde, ella volvió y extinguió la última llama, a la vez que se grabó con su teléfono.
La policía informó el sábado que había iniciado una investigación formal por el incidente. El lunes, Haaretz publicó que personas cercanas a la menor aseguran que ella explicó su conducta por un malentendido.
Según esa versión, la adolescente dijo que apagó las velas porque creyó que alguien las había dejado encendidas por descuido. Añadió que no conocía la festividad de Jánuca y que no entendió que formaban parte de un acto religioso.
La Asociación por los Derechos Civiles en Israel objetó la investigación y afirmó que la policía actuó antes de precisar cuál era la infracción. Después indicó que el delito —insulto a la religión— exigiría el aval del fiscal general Amit Aisman. Por ello, al arrancar el caso, la ACRI envió una carta a Aisman y alegó falta de autorización, según Haaretz.
La normativa que castiga la destrucción o profanación de un lugar de culto u objeto sagrado, con intención de insultar una religión, prevé hasta tres años de prisión como pena máxima.
El domingo, la policía también intervino en Ramle por un menor que apagó luces de Jánuca instaladas en la entrada de un edificio. Los agentes llamaron al niño junto con sus padres y le explicaron que su conducta resultó inapropiada.
Jánuca dura ocho días y concluyó el lunes. La tradición incluye encender en casa una menorá, un candelabro de ocho brazos: se prende una vela la primera noche y se suma una más cada noche, hasta llegar a ocho. También se celebran encendidos públicos, incluidos los organizados en centros comerciales.
