El MiG-31 surgió para negar rutas del SR-71 y misiles de crucero, con radar Zaslon, misiles de largo alcance y despliegue prioritario en el Ártico.
Nacimiento del MiG-31 y misión de negar rutas del Blackbird
El MiG-31, designado por la OTAN como Foxhound, nació como respuesta soviética a incursiones y reconocimientos a gran altura y gran velocidad cerca del espacio aéreo de la URSS. El 6 de mayo de 1981, una decisión del Consejo de Ministros aceptó su combinación de radar y misiles de largo alcance para negar el acceso al SR-71 y a misiles de crucero sobre corredores del Ártico, el Báltico y el Extremo Oriente. El programa había volado por primera vez el 16 de septiembre de 1975.
La entrada en servicio coronó un desarrollo que buscó cerrar rutas de reconocimiento sin depender de combates cercanos. La Aviación de defensa antiaérea lo adoptó como interceptor de área con prioridad en sectores remotos, donde la cobertura de grandes distancias exigía rapidez de reacción y alcance efectivo. Entre finales de los setenta y 1994, la planta de Gorki produjo más de quinientas unidades, dentro de un plan que consolidó un vector dedicado a negar accesos estratégicos.
El objetivo declarado consistió en impedir aproximaciones de plataformas de gran velocidad y alta cota, y en neutralizar misiles de crucero a baja altura. La solución combinó un radar de gran apertura, enlaces de datos y misiles de largo alcance, con una célula optimizada para cruceros sostenidos en el estrato alto. Esa integración convirtió al MiG-31 en herramienta de intercepción en profundidad, capaz de actuar con independencia relativa de los puestos fijos de guía y, a la vez, de mantenerse integrada en la red de defensa.

El SR-71, que despegaba desde bases como RAF Mildenhall para trazar rutas sobre aguas internacionales del Báltico y del mar de Barents, fijó el listón técnico. El Blackbird volaba sin armamento, con perfiles de crucero próximos a Mach 3,2 y altitudes cercanas a 85.000 pies. La NASA lo utilizó como banco de ensayos durante la década de 1990, hecho que permitió documentar con precisión su envolvente cinemática y su carácter de plataforma no armada.
Datos clave sobre redes, misiles, producción y cronología
- Primer vuelo del MiG-31: 16 de septiembre de 1975; aceptación en servicio: 6 de mayo de 1981.
- Producción total hasta 1994: 519 aparatos entre MiG-31 y MiG-31B según archivos estatales.
- Cuatro MiG-31 en barrera podían controlar un frente de 800 a 900 kilómetros.
- Radar Zaslon-M: detección aproximada de 320 kilómetros y ataque cercano a 280 kilómetros.
- SR-71: primer vuelo el 22 de diciembre de 1964; retirada USAF en 1990; NASA hasta octubre de 1999.
Arquitectura biplaza, despliegue ártico y doctrina de intercepción lejana
La Oficina de Diseño Mikoyán partió del MiG-25 y adoptó una célula ampliada con dos tripulantes: piloto y operador de sistemas. El conjunto de equipos habilitó detección, seguimiento y ataque contra blancos rápidos en cualquier condición meteorológica. Desde 1981, la Aviación de defensa antiaérea destinó de forma prioritaria el modelo a la franja ártica y a vastas áreas del norte, con la misión de cubrir grandes sectores con tiempos de reacción mínimos y coordinación a distancia.
La lógica doctrinal se desplazó hacia intercepciones coordinadas y a gran distancia. El MiG-31 actuó como interceptor de área que cerraba distancias por energía, priorizaba la entrega de misiles más allá del alcance visual y evitaba maniobras de dogfight. La configuración biplaza, con un operador dedicado al radar y al armamento, descargó al piloto de tareas de vigilancia, elevó la cadencia de asignación de blancos y mejoró la gestión simultánea cuando el avión operaba como nodo dentro de una barrera aérea.

Para sostener misiones a velocidades muy altas, el MiG-31 integró dos turborreactores D-30F6 con postcombustión y soluciones estructurales y de admisión orientadas a la persistencia en gran altitud. Las especificaciones divulgadas por la industria rusa señalan una velocidad máxima cercana a 3.000 km/h y cotas de operación de hasta 21.000 metros. Esas prestaciones permitieron acudir con rapidez a sectores remotos y fijar la geometría de intercepción frente a objetivos que se desplazaban en el estrato alto.
La configuración típica incluyó cuatro misiles R-33 en semisótano bajo el fuselaje, complementados por misiles de corto alcance en las alas. Ese arreglo respondió a un planteamiento de intercepción en profundidad: ampliar cobertura y alcance por encima de la maniobrabilidad a baja cota. En paralelo, la integración en red con centros de control de la defensa antiaérea mantuvo coordinación con vectores y sensores menos potentes que recibían designaciones desde la plataforma biplaza.
Radar N007 Zaslon y evolución BM: alcance, seguimiento y enganche
El núcleo técnico lo constituyó el N007 Zaslon, un radar de impulsos Doppler con antena de barrido electrónico pasivo que introdujo la primera antena de fase operativa en un caza. El sistema aportó capacidad de detección “mirando hacia abajo” y ataque contra blancos con contraste terreno, con seguimiento múltiple y asignación simultánea de misiles. En su versión de origen, el Zaslon permitió seguir y priorizar varios blancos a la vez, con transferencia de solución de tiro sin entrar en combate cercano.
La modernización MiG-31BM, con el Zaslon-M, elevó el alcance de detección hasta aproximadamente 320 kilómetros y la distancia de ataque hasta unos 280 kilómetros, según parámetros industriales divulgados. El paquete añadió procesamiento y presentación de datos renovados, aumentó la capacidad de seguimiento simultáneo y habilitó empleo de misiles aire-aire de alcance extendido. El resultado reforzó el combate más allá del alcance visual y la gestión de múltiples objetivos en escenarios con necesidades de cobertura extensa.

El Zaslon también integró funciones de vigilancia y control en vuelo. En el estándar BM, la aeronave puede actuar como punto de designación para que otros cazas lancen sus misiles con sus radares en silencio, y como pequeño puesto de mando aéreo capaz de coordinar intercepciones de plataformas con sensores menos potentes. Esa evolución preservó la idea original de interceptor de área que guía el esfuerzo de combate a distancia y emplea armamento propio cuando la solución lo requiere.
El vector de armamento de largo alcance mantuvo guiado por etapas: inicial desde el radar de a bordo y, según el caso, actualización por enlace de datos y cabezas buscadoras activas o semiactivas en fase terminal. Además del R-33, la modernización admitió misiles con mayor alcance y perfiles cinemáticos superiores. En conjunto, el sistema preservó la intercepción en profundidad de objetivos muy rápidos y altos, o muy bajos y lejanos, antes de que alcanzaran la línea defensiva.
Lógica de grupo y episodios con el SR-71 en el Báltico y el Ártico
La operación típica combinó turnos de alerta con patrullas en altura y ascensos cronometrados desde bases del norte. Grupos en barrera enlazados por canales de datos compartían trazas y asignaciones de tiro, con cobertura de frentes extensos mediante pocas aeronaves. Diversas síntesis técnicas rusas describen que cuatro aparatos en formación controlaban un frente de 800 a 900 kilómetros, con vigilancia y capacidad de interceptación más allá del horizonte de cada avión por separado y con menor dependencia de guía fija desde tierra.
La coexistencia con el SR-71 generó una práctica regular de interceptaciones sin empleo de armas sobre espacios internacionales. Los centros de guía cronometraban cierres de distancia y verificaban bloqueos de radar y perfiles de misiles para evaluar respuestas. La prensa aeronáutica estadounidense, al tratar el episodio sueco de 1987, señaló que las rutas del Báltico sirvieron como ejercicios de oportunidad para defensas ribereñas que medían procedimientos con vistas a neutralizar amenazas dentro de perfiles realistas.

El 29 de junio de 1987, un SR-71 en salida de rutina sobre el Báltico sufrió la explosión de un motor, descendió a menor altitud y velocidad y recibió escolta de Viggen suecos hasta el espacio danés. Autoridades estadounidenses reconocieron décadas después la actuación de los pilotos suecos. Ese incidente, asociado al “Expreso del Báltico”, ilustró cómo un Blackbird fuera de su régimen ideal quedaba al alcance de sistemas de defensa con capacidad de seguimiento y acompañamiento.
Frente a objetivos de gran sección, el Zaslon detectaba y seguía a distancias muy superiores a las de cazas contemporáneos, con transferencia de solución de tiro a misiles de largo alcance. La configuración priorizaba alcance y cobertura del sector sobre giros cerrados a baja cota. El mismo diseño contempló la intercepción de misiles de crucero en vuelo rasante y de bombarderos de largo alcance, dentro de una red escalonada que distribuía tareas entre sensores, nodos de control y plataformas con armamento de gran alcance.
Modernización BM, factor humano y continuidad de la misión de área
Con el avance del siglo XXI, la industria consolidó paquetes de modernización con sustitución de equipos, ampliación de modos del radar y nueva aviónica, junto con extensión de vida estructural. Notas corporativas describen programas MiG-31BM que abarcan centenares de aparatos en varios contratos, con transferencias periódicas a las Fuerzas Aeroespaciales rusas. El enfoque mantuvo la función de interceptor de área, con combate más allá del alcance visual y coordinación de intercepciones a partir de datos compartidos por enlace.
El componente humano sostuvo el rendimiento del sistema. La cabina en tándem asignó al operador la gestión del radar y del armamento para liberar al piloto de vigilancia y seguimiento. Esa división elevó la cadencia de priorización y asignación de blancos y misiles cuando la aeronave actuaba como nodo de una barrera de intercepción. Por diseño, el MiG-31 evitó el combate maniobrado, con eficacia basada en detección temprana, cierre por energía y entrega de misiles desde distancias largas.

La documentación técnica estadounidense fijó el carácter del antagonista de referencia. El SR-71 fue una aeronave de reconocimiento sin armamento, optimizada para cruceros prolongados a Mach 3,2 y para altitudes superiores a 80.000 pies. La NASA la empleó como banco de pruebas de sensores y aerodinámica de alta velocidad durante la década de 1990. Esa combinación de velocidad, altura y ausencia de armas explicó la respuesta soviética con un interceptor capaz de detectar, coordinar y atacar desde lejos.
En síntesis, el MiG-31 quedó definido como un interceptor de área sustentado por una antena de barrido electrónico pasivo, misiles de largo alcance y una célula biplaza lista para regímenes de alta velocidad. La aceptación en 1981, el despliegue preferente en el Ártico y las modernizaciones hasta el estándar BM completaron el perfil de un sistema concebido para negar aproximaciones de plataformas de reconocimiento y bombarderos a la periferia soviética, en especial sobre rutas donde operó el SR-71.
