Esta semana, un grupo de manifestantes pro-BDS interrumpió una conferencia que la embajadora de Israel en España daba en una universidad de Madrid, lo que hizo que los guardias se la llevaran a un lugar seguro.
El miércoles se produjo un revuelo cuando la embajadora israelí Rodica Radian-Gordon conmemoraba el 30 aniversario de la firma de los Acuerdos de Oslo entre Israel y los palestinos dando una conferencia en la Universidad Complutense de Madrid. Los guardias israelíes y locales, según relatan los medios de comunicación hebreos, la llevaron a otra sala cuando los manifestantes irrumpieron en la sala de conferencias.
Mientras se ve a uno de los guardias a la entrada de la sala donde estaba la embajadora desenfundar su arma y apuntar con ella a los activistas, imágenes del interior de la universidad muestran cómo se acercan a la sala. Mientras los ruidosos manifestantes del exterior gritan y ondean banderas palestinas, él entra en la sala con el resto del dispositivo de seguridad.
Radian-Gordon continuó su discurso después de que la policía dispersara a los manifestantes.
El embajador emitió un mensaje de vídeo en el que prometía seguir reuniéndose con estudiantes de colegios españoles “incluso después del violento episodio”.
El Ministerio de Asuntos Exteriores emitió un comunicado en el que expresaba su “horror ante la brutalidad de las manifestaciones antiisraelíes”.
La declaración agradece al decano que haya facilitado un debate académico justo y franco gracias a su “liderazgo decidido e intrépido”.
El comunicado afirma que el miércoles por la noche, el ministro de Asuntos Exteriores, Eli Cohen, se puso en contacto con la embajadora para aplaudir “su postura contra los manifestantes extremistas antiisraelíes… a pesar del espantoso esfuerzo por prohibir [la charla] por la fuerza”.
El mismo día que esto ocurría, el alcalde de Barcelona declaró que su ciudad dejaría de estar hermanada con Tel Aviv, citando como motivo las violaciones de los derechos humanos de los palestinos por parte de Israel. El alcalde de Madrid condenó la decisión de Barcelona por tener un “fuerte tufo a racismo”, y al día siguiente ofreció hermanar su ciudad con una ciudad costera israelí en su lugar.