En la mañana del jueves, aproximadamente tres docenas de activistas anti-Israel emergieron de sus carpas en la Universidad de Cambridge, disfrutando de café y té antes de reunirse en círculo para su sesión informativa diaria.
El líder del grupo, en un campamento de 43 tiendas bajo las agujas góticas de la capilla de King’s College, instruyó: “Hidrátense, muestren los colores palestinos y eviten hablar con los periodistas”. Un miembro del grupo, vestido con un chaleco amarillo neón y designado como enlace policial, patrullaba el cercano King’s Parade.
Hasta ahora, la presencia policial había sido innecesaria, incluso con la presencia de algunos contramanifestantes, según informaron tanto los participantes como los comerciantes locales. El lunes, los cánticos del grupo provocaron que algunos clientes de la cafetería al aire libre del Copper Kettle, dirigida por Beverley Atay y ubicada frente al campamento, optaran por retirarse al interior. “Simplemente, están haciendo valer su opinión, y eso es un derecho que tienen”, comentó Atay desde su posición tras las ventanas del café.
A pesar de la tranquilidad observada en Cambridge y otros campus universitarios del Reino Unido, el primer ministro Rishi Sunak convocó ese mismo jueves a los líderes universitarios a Downing Street. Esta reunión tuvo como objetivo prevenir los disturbios estudiantiles pro-palestinos y anti-israelíes que recientemente han estallado en Estados Unidos.
En los días previos a este encuentro, Sunak expresó su preocupación por los ataques, amenazas y agresiones dirigidos a estudiantes y personal académico judíos. “Defenderemos siempre la libertad de expresión y el derecho a la protesta”, afirmó Sunak en una publicación en el Times de Londres, agregando que “es crucial que las universidades continúen siendo bastiones de tolerancia, donde los debates se realicen con respeto y donde cada estudiante se sienta seguro y bienvenido, sin importar su fe o procedencia”.
La situación en el Reino Unido se complica tras las recientes instalaciones de campamentos por manifestantes propalestinos en una docena de universidades, lo que ha llevado a estudiantes y académicos a exigir el corte de relaciones con Israel debido al conflicto en Gaza.
Esto ha elevado la preocupación por posibles disturbios similares a los ocurridos en la Universidad de Columbia en Nueva York y la Universidad de California en Los Ángeles, donde intervenciones policiales resultaron en numerosos arrestos. Los disturbios también han alcanzado a varios países europeos, con desmantelamientos de campamentos en Viena y Ámsterdam en días recientes.
Para algunos estudiantes judíos en Gran Bretaña, las recientes protestas han sumado incomodidad a un año ya marcado por un incremento del antisemitismo. Estos estudiantes reportan sentirse inseguros o excluidos en sus campus universitarios. El Communities Security Trust, una organización dedicada a combatir el antisemitismo en el país, reporta que el número de incidentes antisemitas se ha triplicado en el último año en las 142 universidades del Reino Unido, exacerbado por las tensiones derivadas de la guerra en Oriente Medio.
Edward Isaacs, presidente de la Unión de Estudiantes Judíos del Reino Unido e Irlanda, ha señalado la gravedad de las declaraciones emergentes de estos campamentos y movimientos de protesta, incluyendo llamados a globalizar la intifada. “Estos no son meros discursos políticos, son incitaciones explícitas a la violencia que no deberían tener lugar en los campus universitarios”, afirmó Isaacs.
En respuesta, la oficina del primer ministro Rishi Sunak ha convocado a los vicerrectores de algunas de las principales universidades del país para discutir cómo abordar el antisemitismo en los entornos académicos. Adicionalmente, Sunak anunció que el gobierno destinará 500,000 libras adicionales (aproximadamente 623,000 dólares) al Servicio de Capellanía Judía de la Universidad para apoyar a los estudiantes judíos afectados.
El incremento del antisemitismo en Gran Bretaña refleja una tendencia similar en Europa y Estados Unidos, exacerbada por el devastador ataque de Hamás contra Israel el 7 de octubre y la subsiguiente respuesta militar israelí en Gaza. Durante ese ataque, grupos liderados por Hamás asesinaron a aproximadamente 1,200 personas, en su mayoría civiles, y secuestraron a 252 personas, de las cuales se estima que 128 permanecen retenidas en Gaza, no todas con vida.
Por su parte, la ofensiva israelí ha causado más de 34,000 muertes palestinas, según datos del Ministerio de Salud de Hamás, que no distinguen entre civiles y combatientes y que incluyen al menos 15,000 combatientes armados de Hamás muertos en enfrentamientos, según afirma Israel. Además, Israel reporta haber eliminado a unos 1,000 terroristas en su territorio ese mismo día.
La guerra ha intensificado las tensiones a nivel mundial, desatando manifestaciones propalestinas y antiisraelíes en universidades de Estados Unidos, donde los disturbios y enfrentamientos con grupos opuestos han requerido la intervención policial. Tanto Israel como sus defensores sostienen que muchas de estas protestas tienen un trasfondo antisemita, mientras que los críticos argumentan que Israel utiliza tales acusaciones para silenciar a sus detractores.
Georgios Giannakopoulos, profesor de historia en la Universidad de la Ciudad de Londres y estudioso de las protestas estudiantiles, apunta a las divergentes posturas que Estados Unidos y los países europeos mantienen en Oriente Medio como una causa subyacente de estas tensiones. A diferencia de Estados Unidos, que ha sido un firme aliado de Israel desde su fundación en 1948, los países europeos tienen historias y relaciones menos directas con Israel.
“Lo que estamos observando, especialmente en algunas universidades del Reino Unido, es un creciente deseo de los estudiantes no solo de oponerse a la guerra en Gaza, sino también de mostrar solidaridad con sus pares estadounidenses, quienes perciben que están siendo sometidos a represión”, explicó Giannakopoulos.
Al convocar a los vicerrectores, el primer ministro Rishi Sunak se ha posicionado en el debate sobre cómo equilibrar el derecho a la libertad de expresión con la necesidad de que todos los estudiantes puedan estudiar sin miedo a la intimidación.
Sally Mapstone, presidenta de Universities UK y vicerrectora de la Universidad de St. Andrews, expresó en la BBC que las universidades están comprometidas con garantizar un entorno seguro para todos en el campus.
“Estamos determinados a colaborar con el gobierno y el Departamento de Educación para fomentar una cultura que atenúe las tensiones actuales y promueva un debate razonado sin las amenazas de acoso que nos preocupan”, afirmó Mapstone.