En un caso histórico de antisemitismo en Estados Unidos, el debate judicial en torno a la posible sentencia de muerte para el responsable del mortal ataque a la sinagoga de Pittsburgh en 2018, toma en cuenta factores de salud mental.
El inicio de las deliberaciones sobre la pena capital
El autor del atentado, Robert Bowers, es considerado por la fiscalía como un candidato a la pena de muerte debido a la intencionalidad y premeditación de su acto. En su juicio, Soo Song, fiscal del caso, describió la manera en que Bowers transformó la sinagoga Árbol de la Vida en un escenario de terror y muerte.
Por otro lado, la defensa de Bowers, liderada por el abogado Michael Burt, argumenta que su cliente estuvo bajo la influencia de un sistema de creencias delirantes que condicionaron sus acciones. Esta aseveración se apoya en testimonios de expertos en salud mental.
El jurado inició sus deliberaciones para determinar si Bowers es apto para recibir la pena capital, lo que podría dar como resultado su ejecución o en una sentencia de cadena perpetua sin libertad condicional.
La deliberación y la consideración de factores agravantes
Para ser elegible para la pena de muerte, el jurado debe concluir que Bowers tenía la intención de matar y que existieron factores agravantes que hicieron el crimen especialmente atroz. Entre estos factores, se reconoce que el ataque puso en grave riesgo a las víctimas y que varias de ellas eran particularmente vulnerables por su edad o discapacidad mental.
No obstante, la defensa sostiene que condiciones como la esquizofrenia y la epilepsia, sumadas a creencias delirantes, podrían haber afectado la capacidad de Bowers para formar intenciones.
Según la defensa, Bowers continuaba expresando creencias delirantes años después del ataque, incluso mientras estaba bajo custodia enfrentando cargos de asesinato.
La fiscalía refuta los argumentos de la defensa
Frente a estos argumentos, la fiscalía se opone a la idea de que Bowers carecía de control sobre sus acciones. Song destacó que Bowers había planificado meticulosamente el ataque y que había lamentado no haber matado a más personas. Según Song, Bowers se describió como tranquilo y concentrado mientras llevaba a cabo la masacre.
Además, la fiscalía sostiene que, incluso si Bowers tuviera esquizofrenia o epilepsia, esto no necesariamente lo habría incapacitado para formar la intención de matar. El fiscal Eric Olshan añadió que Bowers no estaba controlado por delirios, sino que simplemente creía en ideas repugnantes.
Desacuerdo en torno a los testimonios de expertos y la declaración de culpabilidad
Tanto la defensa como la fiscalía dedicaron tiempo a cuestionar la credibilidad de los expertos presentados por la otra parte. Bowers, de 50 años y camionero de profesión, fue condenado el mes pasado por 63 delitos, incluyendo 11 cargos que pueden acarrear la pena de muerte.
Aunque sus abogados propusieron un acuerdo de culpabilidad a cambio de cadena perpetua, la fiscalía se negó y decidió llevar el caso a juicio, buscando la pena de muerte. La mayoría de las familias de las víctimas apoyaron esta decisión.